Según el PP, es un escándalo que el PSOE
apoye a José López para presidir el Ayuntamiento de Cartagena, pero a la
vez ofrece a éste el liderazgo de la Federación de Municipios para que
coordine los 45 de la Región. ¿Cómo se come esto?
Una de las
principales bazas de los candidatos populares en la campaña electoral
consiste en afear a los socialistas su disposición a coaligarse con
cualquiera que pase por allí y aluden al alcalde de Cartagena sin
necesidad de ofrecer mayores explicaciones, pues se supone que está
implícito que se trata de un político al margen de la ortodoxia.
Sin
embargo, no tardan en ofrecerle ellos mismos uno de los cargos que, en
la actual fase de dispersión de las mayorías, más protagonismo potencial
tendrá en la política municipal. Lo hacen, además, a renglón seguido de
difundir un vídeo de gran impacto en redes sociales y en las cadenas
nacionales de televisión en que queda resumido el modo autoritario y
faltón con que se desenvuelve la primera autoridad cartagenera en su
función de moderador de los plenos municipales.
¿Cómo es posible
combinar la descalificación política de un alcalde y el reproche a
quienes lo apoyan en el mantenimiento de su ejercicio con el intento de
seducción al protagonista para atraerlo al propio lar? El mismo López lo
expresó de manera gráfica en su conversación telefónica con la
consejera de Presidencia en la que rechazó el ofrecimiento: «¿Cómo me
ofrecen estas cosas, si soy tan malo?».
La explicación es
sencilla. El PP no dispone de la mayoría para presidir la Federación de
Municipios, que inevitablemente recaerá en el PSOE. ¿Qué mejor maniobra
de envolvimiento que ofrecer el cargo a un aliado de los socialistas, al
que éstos no podrían oponerse si López lo aceptara, pero sí lo harían
otros de distinto signo, como IU, por ejemplo, necesarios para esa
mayoría municipal del PSOE en la Federación?
Y a la vez el PP tendería
un puente al cartagenero para ir modulando una posición de futuro que en
el ecuador de su mandato propiciara la ruptura con el PSOE para ser
abrigado por el PP. Claro que esta operación, ingeniada desde Murcia,
crea ronchas en el PP de Cartagena, que es el que se enfrenta cada día
al toro y cuyos actuales representantes institucionales saben que
cualquier alianza de López con la cúpula regional popular iría
acompañada de condicionantes excluyentes para quienes resulten más
antipáticos al alcalde.
La maniobra del PP ha resultado una
chapuza que arrastra diversas consecuencias. Una, queda desactivada la
crítica electoral al PSOE por su coalición con López; dos, ha creado mal
rollo en la organización local del PP, y tres, la más importante a
efectos de la sociedad, ha quedado desvelado que los criterios para la
crítica contra el alcalde de Cartagena son de quita y pon y toda
valoración negativa quedaría suspendida si López cambiara de amigos sin
necesidad de que lo hiciera de talante. En resumen, la consecuencia es
un cúmulo de inconsecuencias.
Mientras tanto, López se enseñorea, pues sabe que su situación es inamovible como también que debe lealtad al PSOE y no puede pactar con dos partidos a la vez, aunque hay que atender también a otra de las frases de la conversación de López con la consejera María Dolores Pagán: «Ahora mismo, por la situación actual y mi compromiso con el PSOE, no toca».
Pónganse los descifradores de
enigmas a descifrar lo que significa ese «ahora mismo». Habrá que tomar
en cuenta que López debe ser consciente de que el grupo que lo sostiene,
el PSOE, también sufre problemas internos a cuenta de los impactos que
produce su particular personalidad y que el apoyo que recibe es una
apuesta personal de la líder local socialista, Ana Belén Castejón, con
el plácet del secretario general, González Tovar, pero los resultados
del 20D podrían acarrear, en caso de que los socialistas no cumplan las
mínimas expectativas, problemas en la sede regional de Princesa y en el
PSOE de Cartagena y, de rebote, López podría verse afectado en caso de
desestabilización. Lo más práctico para él, de momento, es seguir siendo
leal al pacto con Castejón y votar al PSOE en las generales. Por lo que
pudiera pasar.
Y es que los resultados de las elecciones
municipales en el ayuntamiento de Cartagena, una vez que López dispone
de la vara de la alcaldía, lo ponen todo en sus manos. Él manda y
controla los tiempos, pues no hay maniobra posible que pueda
inquietarlo. Repasemos la composición de una Corporación de un total de
27 concejales (mayoría absoluta, 14).
10 PP
6 PSOE
5 MC (el partido de López)
3 Ciudadanos
3 CTSSP (Podemos)
Pacto PP + Cs: 13
Pacto PSOE+Podemos+Cs:12
Pacto PP+PSOE: 16 (algo así como de salvación nacional)
Ni
siquiera los acuerdos 'contra natura' facilitarían un gobierno
alternativo al de López+PSOE. Y López puede elegir lo que quiera,
incluso un pacto con el PP (15 concejales) frente a los 12 restantes.
Tampoco un improbable motín en el Movimiento Ciudadano cambiaría las
cosas, de modo que todo pasa, pues, por el actual alcalde. Así las
cosas, hay López para rato: como mínimo, los dos años previstos, y
después, ya se verá.
El alcalde ya ha podido constatar algo
importante: el PP siempre estaría ahí, a la espera, por mucho que él les
dé estopa a sus dirigentes salientes y actuales en el ámbito local,
aunque se cuida mucho de hacer lo propio, al menos nominalmente, con los
regionales. Parece darse cuenta de que necesita interlocutores en ese
partido, entre otras cosas porque es el que gobierna.
Lo cierto
es que López tiene un problema de autocontrol dialéctico incluso a
sabiendas de que esto le perjudica, y parece biológicamente refractario a
toda crítica, a las que resta credibilidad vengan de donde vengan. Pero
esa incontinencia verbal y sus reflejos autoritarios no le restan
instinto y habilidades múltiples, cualidades esenciales en la vida
política. De momento, ha desactivado al PP después de que éste lo
hubiera acorralado. Y sin despeinarse.
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