Los políticos son incapaces de
sustraerse a reproducir en la noche electoral la caricatura de que todos
han ganado, sean cuales sean los resultados de sus respectivos
partidos. En la calle, este es uno de los motivos de chanza, ya
convertida en tópico. Pero, ojo, a veces es verdad. En la noche del 20D,
en lo que se refiere a la Región de Murcia, todos ganaron.
Todos
ganaron, sí, pero hubo un único vencedor: El PP. No hay discusión. Es
verdad que perdió tres diputados respecto a 2011, pero esa fecha queda
muy lejos; después, han sucedido cientos de miles de cosas, y el ´corte´
comparativo real se ha de establecer en las elecciones municipales y
autonómicas de hace medio año. Respecto a ellas, el PP ha experimentado
una notable recuperación en votos, ha vuelto a colorear de azul el mapa
de la Región y ha salvado los cinco diputados en que había establecido
su marca para la ocasión. Éxito total. Y contra todas las adversidades,
empezando por la que constituye el goteo incesante de noticias sobre
malas prácticas, corrupción e ineficacia que gravan los bolsillos de los
administrados. La lectura interna sobre ese cambio de tendencia
respecto al revés del pasado mayo puede atribuirse a la capitalización
de la imagen del partido por Pedro Antonio Sánchez, el oportuno repuesto
que quitó de enmedio, en el escaparate social, a Valcárcel, aunque no
del todo todavía en la organización. También es posible que presentar de
pantalla a un candidato de refresco como Teodoro García para disimular
ciertas incalificables componendas en la candidatura haya facilitado las
cosas. Tanto, que el PP no sólo ha conseguido colocar cuatro diputados
por Murcia, sino también, de rondón, a una diputada mallorquina.
Y
claro que Podemos ha ganado las elecciones en Murcia. Es la segunda vez
en el historial de las generales desde la Transición en que un partido
de la izquierda más allá del PSOE coloca un diputado en la Carrera de
San Jerónimo. La ocasión anterior, en la noche de los tiempos, fue por
un solo voto en disputa con el PSOE (Pedro Antonio Ríos, IU), pero en
esta, Podemos ha tenido un respaldo sobrado e iba directo a por el
segundo diputado. Que la izquierda-izquierda alcance representación en
esta Comunidad ha sido algo tan quimérico durante tantos años que,
conseguido ahora, no puede ser considerado menos que una heroicidad.
En
cuanto a Ciudadanos, es obvio que ha triunfado al aumentar
ostensiblemente su convocatoria electoral respecto a las autonómicas,
relevar a Podemos como tercera fuerza política y agrandar su espacio en
las principales zonas urbanas de la Región. También este éxito puede
tener su interpretación local, que valida la política de su líder
parlamentario regional, Miguel Sánchez, tan controvertido pra algunos,
pero tan efectivo. Es decir, la combinación de una actitud colaborativa
con la exigencia máxima en el cumplimiento de lo pactado en la
investidura de ese Gobierno.
El éxito del PSOE -mantener el tenderete de dos diputados y un senador, y persistir como segunda fuerza política frente a ´los nuevos´- es más bien amargo, porque tras él se esconde un fracaso estrepitoso que podría haber tenido consecuencias mucho peores y que presumen un futuro desolador si no se produce una revisión profunda del calado de una refundación. Los resultados revelan la fragilidad en que se asentaba el falso ´crecimiento´ en las autonómicas -menos votos y más diputados- y la fugaz coloración en rojo de una veintena de Ayuntamientos que ahora ha sido virada al azul. Sobrevive alguna franja de acendrada tradición socialista, inmune a vaivenes, y el voto se localiza en las zonas periféricas, fuera de los principales núcleos urbanos. Éxitos así exigirían la dimisión, en la misma noche electoral, del líder regional del partido, pero éste hizo bien en no caer en la tentación, pues previamente ya se había ocupado de taponar cualquier alternativa, de modo que una dimisión ahora sería peor remedio que la enfermedad.
Todos ganan. Cierto. Pero unos más que otros.
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