Con el escrutinio en los compases finales la percepción de todos los
contendientes es de frustración, algo menos en el PSOE porque sus
expectativas eran peores que la realidad, pero tampoco tienen un
panorama estimulante ya que sus oportunidades tienen el riesgo de
suicidio político.
El PP ve cumplidos los pronósticos, quedan primeros en la
clasificación, con seis puntos de ventaja, pero con un mapa que hace
imposible conversar el gobierno, no hay coalición razonable que lo
permita. Además este resultado abrirá, antes o después, una crisis
interna que se llevará por delante a Rajoy; además del ajuste de costes
(sin descartar un expediente de regulación de empleo) al que está
condenado con estos resultados.
Para Podemos, en sus cuatro manifestaciones como grupo parlamentario
(la nacional, la catalana, la valenciana y la gallega) que implica
algunos riesgos de gestión, el resultado es formidable, pero los
socialistas han aguantado con dos puntos y más de 20 escaños de ventaja.
El caso de Ciudadanos es semejante, un resultado que queda muy lejos
de las expectativas y que sirve solo para disponer de un espacio cómodo
para presentar sus propuestas y sus críticas. No son ni el referente de
oposición. Ni el partido de gobierno; son un grupo en construcción que
tiene que madurar y esperar que la crisis del PP les otorgue mayor
margen de maniobra y más espacio por llenar.
Para los socialistas, como las expectativas eran malas, el resultado
supone consolidar su posición en la oposición, pero siguen bajando con
una imagen de partido viejuno, sin reformar y con agujeros clamoroso en
Madrid y Valencia. La tentación de gobernar con una alianza por la
izquierda puede ser letal, tanto como no intentarlo. No parece que el
talento y la habilidad de la actual dirección sea capaz de manejar un
cuadro tan complicado como el actual.
En Cataluña el reparto de fuerzas se complica aún más de lo que ya
estaba; la posición de liderazgo de Ada Colau es una pieza novedosa que
ha roto el oasis; al tiempo que la agonía del pujolismo, liderado por
Artur Mas, sigue tomándose mucho tiempo. Se van quedando a la mitad, de
16 a 8 diputados, pero van a disfrutar de grupo parlamentario que
permitiría habilitar negociaciones probables e improbables. ERC
consolida su posición pero no puede decir que lidere la política
catalana.
En el País Vasco la posición del PNV mejora, alejándose de Bildu que
se queda como una minoría en el grupo mixto que les otorga algunos
minutos irrelevantes en las sesiones plenarias. El PNV con sus 6
diputados tradicionales conformará uno de los grupos estables con votos
que pueden ser valiosos en determinadas circunstancias.
Con respecto al viejo Partido Comunista y sus distintas
manifestaciones (ahora como Unidad Popular) ha perdido casi todas las
posiciones y al joven Garzón solo le queda la rendición incondicional
ante sus amigos de Podemos en Madrid, como han hecho en Cataluña sus
colegas.
La hipótesis más deseada por algunos, la gran coalición PP y PSOE
solo sería posible con otros dirigentes con nuevos registros. De momento
conformar un gobierno necesitará tiempo, muchos apaños, aspiraciones
modestas, algo para ganar tiempo y abordar otras elecciones. España
empieza a parecerse a Bélgica.
(*) Periodista
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