La corrupción
debilita las instituciones democráticas y propaga una "cultura de la
sospecha" que desgata las relaciones sociales, genera pérdidas
económicas cuantiosísimas, arruina la autoestima en sociedades que se
descubren cómplices de los deseos de algunos que no saben de frenos a su
codicia, quiebra la seguridad jurídica, genera sentimientos de
impunidad hasta herir el Estado de Derecho.
Bastan estas razones para
dedicar una fecha a alzar la voz contra la corrupción, que se vuelve más
grave con la crisis: con millones de personas bajo umbrales de pobreza,
con la caída del empleo y de salarios dignos, con el agrandamiento de
la brecha entre ricos y pobres, la corrupción es un acto de "violencia simbólica",
un insulto a las necesidades de los más débiles por parte de los que no
son capaces de imaginar frenos al beneficio económico y, por ello,
están dispuestos a vulnerar los muros de las instituciones y pervertir
los procedimientos y valores democráticos rompiendo la cohesión social.
En 2014, Ban Ki-moon,
secretario general de la ONU, dijo en el mensaje de la Jornada: "La
corrupción es un fenómeno mundial que golpea muy especialmente a los
pobres, obstaculiza el crecimiento económico incluyente y sustrae fondos
sumamente necesarios de servicios esenciales. Desde que nacen hasta que
mueren, millones de personas se ven afectadas por la sombra de la
corrupción que se cierne sobre ellas".
Esta es una realidad que hay que
asumir para valorar la intensidad de la oposición que hay que ejercer.
Pero hay que dejar claro que el carácter mundial del fenómeno no puede
ser excusa para justificar las modalidades "propias" de corrupción: la
beligerancia con la corrupción empieza por crear climas favorables a la
integridad en cada localidad, en cada comunidad, en cada administración,
en cada empresa.
No
hay nada en la "naturaleza humana" que condene a la corrupción: es una
suma de factores lo que explica su aparición y difusión. La necesidad -a
veces apreciada desde el convencimiento de recibir un trato
discriminatorio-, la autojustificación en ausencia de un sistema de
valores en el que lo público tenga preferencia sobre lo privado y la
"ocasión", favorecida por prácticas económicas viciadas, la ausencia de
normas o/y de mecanismos administrativos claros.
Es misión de todos los
poderes públicos, de los creadores de opinión, de los operadores
jurídicos y de los educadores, principalmente, cortocircuitar estas
líneas, evitando el triángulo vicioso de la corrupción. Es la demanda
básica del Día Internacional de Lucha contra la Corrupción que, en
última instancia, interpela a cada ciudadano y ciudadana, haciéndonos responsables de un combate difícil, pero que puede ganarse.
(*) Conseller de Transparencia, Responsabilidad Social, Participación y Cooperación de la Generalitat Valenciana y profesor de Derecho constitucionalen en la UA
1 comentario:
Día de la Constitución Española
¿Qué es lo que hay que celebrar?
¿Los tres millones de ciudadanos españoles que viven en pobreza extrema o los diez millones que viven en el umbral de la pobreza?
¿Los derechos sociales de la Constitución convertidos en papel mojado por culpa de las mafias políticas y financieras?
¿El que un diputado pueda cobrar la jubilación máxima de 2.500 € al mes con sólo cuatro años y un día de cotización cuando a un trabajador le quedan 600 y pico con treinta años de cotización?
¿Dónde está la Justicia Distributiva que predica la doctrina social de la Iglesia?
¿Donde está la caridad y la compasión por los demás que predicaron Jesús y Buda?
“Si ayudo a los pobres me llaman santo; si pregunto por la causa de la pobreza me llaman rojo.”
Y así, injusticias hasta el infinito en nuestra pobre España.
Como dijo el escritor Arturo Pérez Reverte, vivimos en un país de ladrones y gilipollas, porque los segundos son los que votan a los primeros.
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