Albert Rivera está perdido entre la niebla que inunda el panorama de
la política española. Sabe mucho de Cataluña pero España aún le queda
grande y no conoce los laberintos del poder. Y, aunque presume de sus 40
diputados como un gran éxito, lo cierto es que entre sus votantes y
militantes existe una notable decepción porque se esperaban muchos más y
el propio Rivera se había colocado en las últimas semanas en el segundo
lugar del ranking político nacional y se quedó en el cuarto.
Y lo que es peor: Albert Rivera ha perdido el 20-D la ‘llave’ o la
bisagra de la gobernabilidad. Porque sus 40 diputados no son decisivos
para nada, voten a favor, en contra o se abstengan. Y porque puede que
en esta ocasión Albert haya podido dejar escapar la gran oportunidad de
su vida, el tren que lo podía acercar a la puerta de la presidencia del
Gobierno de España. Pero Rivera es muy joven y si no comete errores
importantes aún tendrá otra oportunidad.
Desde luego si sigue diciendo que Ciudadanos solo va a estar sentado
en los bancos de la Oposición va listo. Para empezar porque para que
exista la Oposición hace falta una investidura y luego un gobierno, de
lo contrario habrá nuevas elecciones anticipadas. Y ¿cómo se va a pactar
la investidura a presidente del Gobierno de un líder político si el
PSOE y Podemos anuncian su voto en contra de Rajoy, y Podemos no quiere
que Sánchez sea el presidente del Gobierno?
Vamos a ver, pero ¿no hay nadie en Ciudadanos que conozca las más
elementales normas y aritméticas del juego político español? Si Albert
quiere liderar a su partido en los bancos de la Oposición del Congreso
de los Diputados tendrá que aprobarse la investidura de un presidente,
de lo contrario no habrá legislatura sino elecciones anticipadas. Y para
evitar esa situación y unas nuevas elecciones que serian pésimas para
Ciudadanos, Rivera debe hacer más cosas que estar sentado a ver qué
ocurre.
Por ejemplo: proponer una gran coalición PP-PSOE-Ciudadanos con un
independiente -un Mario Monti a la italiana- en la presidencia; ofrecer
C’s a Pedro Sánchez un pacto de investidura de centro-izquierda, que
sume 130 escaños (siete más que el PP), a ver qué hace entonces Rajoy
con su discurso de que España necesita un gobierno constitucionalista y
estable. Pues ahí tendría uno y, en ese caso, que lo vote o se abstenga
el PP y los deje gobernar.
O ¿acaso cree Rivera que el PP y Rajoy son
los únicos que están legitimados para defender los intereses de España? Y
¿no es cierto que Rajoy tiene responsabilidades políticas en la
corrupción del PP? Como puede pedirle Rivera a Rajoy que dé un paso
atrás y deje que otro candidato del PP se postule para la investidura a
ver si así Sánchez le deja gobernar.
Existen múltiples opciones o fórmulas alternativas para forjar la
gran coalición con los tres partidos -PP-PSOE-Ciudadanos- en el
Gobierno, o con apoyos externos. Con o sin Rajoy en la presidencia, con
un turno de dos presidentes de PP y PSOE por dos años, etcétera. Además
en estos pactos tripartidos ¿por qué no puede Ciudadanos aspirar a un
turno de Presidencia, como ocurre con otras minorías y gobiernos en la
UE?
Se ha pasado Rivera la campaña ofreciendo ‘pactos de Estado’ a granel
sobre cualquier política u ocurrencia y ahora, cuando está en juego la
estabilidad política, la salida de la crisis, el desafío catalán -que a
lo mejor acaba uniendo a los constitucionalistas-, a los de Ciudadanos y
su líder Rivera no se les ocurre nada, porque están deprimidos por el
resultado electoral y porque han perdido ‘la llave’ de la
gobernabilidad.
Y ahora se dará cuenta Albert del gravísimo error que cometió en el
cierre de campaña cuando anunció la disposición de C’s de abstenerse
para favorecer la investidura de Rajoy. Los votantes progresistas del
centro político, a los que C’s abandonó de manera flagrante durante la
campaña con sus disquisiciones sobre la guerra de Irak y la violencia de
género, salieron despavoridos de C’s y bien regresaron al PSOE o a
Podemos. Y los del centro derecha se dirían: para eso votamos al PP.
Y buena culpa de ello la tiene la falta de un buen equipo de campaña
electoral, la debilidad de los mensajes: el lema ‘la ilusión’ era
infantil . Mucho mejor ‘el motor del Centro’ o ‘El Despertar de la
Fuerza del centro’. Y Albert falló en los debates jugando al hombre
bueno -un ZP- y poniéndose de perfil, ‘yo no entro al y tú más en lo de
la corrupción’ dijo renunciado a tan grave lastre del PSOE y del PP.
Y además Rivera anda rodeado por sus ‘amistades peligrosas’ de la
extrema derecha mediática -los presuntos y falsos ‘liberales’- que lo
han jaleado y ‘manoseado’ como el nuevo PP. Y él, oportunista, se dejó
querer. También en esto de la comunicación los de C's tienen todavía
mucho que aprender.
Y decimos todo esto a Albert Rivera desde el respeto y reconocimiento
de lo mucho bueno que ha hecho en la defensa de la vida democrática,
las libertades y la unidad de España. Pero lo cortés no quita el derecho
a una crítica constructiva -o ‘asesoramiento al poder’, dicen los
sabios- porque creemos en la necesidad de un centro político, un espejo
limpio en el que muchos españoles se puedan mirar.
Ciudadanos puede serlo, tiene una base sólida de 40 diputados para
empezar pero siempre que no haya elecciones anticipadas porque en ese
caso el espejo se les puede romper, y entonces -como le ocurrió a UPyD-
tendremos que entonar un definitivo réquiem. Éste que ahora le avanzamos
solo es provisional. Un aviso a navegantes porque la mar está muy
revuelta y se puede encrespar.
(*) Pseudónimo de un conocido periodista cordobés
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