Es una
pesadilla porque la guerra de Kosovo costó un incontable número de vidas
sobre cuyo número todavía no hay consenso per que se mide en miles.
Igual que se cuentan por cientos de miles los desplazados, refugiados y
expulsados. Y lo mismo que son bastantes centenares los asesinatos en
masacres de limpieza étnica. Por ambas partes: tanto los ‘puros’ serbios
como los kosovares de religión musulmana que, por cierto, en estos
tiempos están siendo cantera de refresco para el Estado Islámico.
Fue
todo un horror la guerra de Kosovo hace más de 15 años. Una guerra más
en los miles de años de esta Europa civilizada que todavía no ha
hecho del todo las paces consigo misma y en la que a cada paso hay
algún país o región que lo quiere poner todo patas arriba. Fue cuando
hasta Javier Solana no sabía dónde esconderse y se tapaba el rostro
con la mano mientras la OTAN bombardeaba Belgrado. Fue el intento
occidental por acabar con los crímenes de guerra y que por acabar
acabó hasta con la embarazosa destrucción de la embajada china.
Más
de un año duró aquel conflicto en 1998-1999, que todavía se alarga en
despachos y foros internacionales. Por sarcasmos de la vida,
este lunes 9 de noviembre en el que el Parlament catalán se saltó la
ley, se dividió a sí mismo y a los catalanes, se encastilló contra
el resto de los españoles y entro no en zona de penumbra sino de
flagrantes delitos de sedición y subversión, ha sido histórico. Y
también histérico. Y desde luego, histriónico.
Porque este
lunes, pese a Artur Mas, Raül Romeva y demás heraldos de la Tierra
Prometida, ni siquiera llegará a ser una nota a pie de página en la
Historia. La prensa internacional presta atención este martes,
claro que sí, pero en el mundo hay demasiados problemas como para
preocuparse demasiado de los delirios lisérgicos de unos cuantos
que no tienen respeto alguno a la opinión de la mayoría y mienten
descaradamente.
Esa prensa convencional y digital registra
el alcance del desafío catalán y la pachorra, todavía, de Rajoy y
el Gobierno ante la inaudita desfachatez de cómo el 53,33% de
diputados, que representan al 47,74% de los catalanes, fuerzan y
retuercen la voluntad del 46,66% de escaños y el 52,26% de
ciudadanos. Unos números que en ninguna parte del mundo han
avalado nunca una secesión, a no ser por la violencia.
Pero
este lunes 9 de noviembre hay cosas mucho más serias fuera del
histrionismo y la demencia que se produjo en Barcelona. El mundo ha
recordado la trascendental efeméride de 1989, cuando cayó el Muro
de Berlín, algo mucho más serio que los amaneramientos de Romeva y
los suyos. Y ha honrado el Día del Recuerdo o del Armisticio,
celebrado con dos días de adelanto para conmemorar solemnemente a
los caídos en la I Guerra Mundial y demás conflictos bélicos del
siglo XX. Bueno, lo han recordado todos menos el líder laborista
británico Jeremy Corbyn.
Y
este lunes 9 de noviembre también se ha evocado con emoción la
fatídica y espeluznante Reichskristalllnacht o Noche de los
Cristales Rotos de 1938, cuando los enloquecidos nazis arrasaron en
Berlín las propiedades judías y sus centros de culto. Un día para la
vergüenza, y habría que estudiar por qué lo eligió Artur Mas para
su butifarrendum el año pasado y para su conspiración para la
sedición este año. Aunque para ello habría que penetrar en la mente
y el alma del personaje, si es que las tiene.
Por fin, este
mismo lunes 9 de noviembre de 2015, la Unesco ha rechazado el
intento de Kosovo de ser admitido como miembro de la Unesco.
Necesitaba 94 votos y sólo ha obtenido 92. Los noes fueron 50, y las
abstenciones 29. La lección fundamental: que la política del
hecho consumado no es válida en el mundo de hoy a no ser que la
impongas. Como ha hecho Putin con Ucrania, lamentablemente. Por
desgracia para Kosovo, Putin está en contra, aunque EEUU y otros estén
a favor.
En Kosovo, en realidad, no hay buenos y malos. Ha
habido mucha violencia, mucha violación de derechos humanos (y
no sólo de derechos). Ha habido crímenes de guerra, crímenes
contra la Humanidad, genocidio, matanzas sin cuento, limpieza
étnica, enterramientos masivos en fosas comunes. La guerra sólo
separó a las partes, y Kosovo fue protegido por un mandato de la
ONU. En 2008 declaró unilateralmente la independencia, y 111
países la han reconocido. Pero a no ser que haya un acuerdo, el veto
de Rusia impedirá su acceso a la comunidad internacional como ha
ocurrido con su entrada por la puerta falsa de la Unesco.
Esa
puerta de atrás figura en el plan B, C o D de Artur Mas y los suyos en
su locura onanista al margen de la mayoría de los catalanes. Ya lo
decía el president en 2013: ‘Desde el Govern estamos a favor del
reconocimiento de Kosovo porque entendemos que los procesos
democráticos se tienen que tener presentes, ya que la democracia
es la base de todo y pasa por respetar la voluntad expresada por los
ciudadanos’.
Claro que también puede haber un plan E, F o Z.
Roger Albinyana, que exhibe el pomposo y fantoche título de
secretario de Asuntos Exteriores y de la Unión Europea de la (todavía
no República) Generalitar catalana, se cree haber ganado el sueldo
porque el Consejo Federal de Suiza ha dicho que no entra en cuestiones
internas de España. Quiere hacer creer que eso es un paso adelante. Va
listo. Y a seguir cobrando.
De modo que en el día después del 9
de noviembre de 2015, en este 10 de noviembre, Artur Mas debe dejar
de mentir porque no tiene mayoría y por mucho que quiera no va a
engañar al mundo: lo que ocurrió es que el 53,33% de diputados,
que representan al 47,74% de los catalanes, quisieron forzar y
forzaron la voluntad del 46,66% de diputados y el 52,26% de
ciudadanos. Unos números que en ninguna parte del mundo han
avalado nunca una secesión, a no ser por la violencia.
También
debe dejar de hacerse la víctima, porque los únicos perjudicados
son los demás catalanes no secesionistas, que son mayoría; debe
dejar de acusar al Estado de ‘intolerancia’ y ‘seudodemocracia’, porque
por ejemplo en Madrid hay rótulos en comercios en docenas de idiomas
y en Cataluña multan si no se escriben en catalán, como
corresponde a la mejor tradición soviética.
Lo que debe
pensar, si puede, y hacer, si es persona, es decidir quién es: un
político español de Cataluña o el dictador serbio Milosevic, el
carnicero también serbio Mladic o el líder del Ejército de Liberación
de Kosovo Hashim Thaçi, tampoco una hermanita de la caridad. Por
lo demás, no tienen los votos: ni Artur Mas ni los secuaces que perpetraron el lamentable sainete en el Parlamente. Y por no
tener, no tienen ni la razón ni vergüenza: al margen del resto de los
españoles, ¿quiénes son ellos para imponer a su antojo una locura a
la mayoría de sus ciudadanos? Son eso, locos déspotas.
1 comentario:
Hombre la razón que siempre le he encontrado a elegir la fecha del 9 de noviembre es porque en fecha anglosajona se dice 11-9, de tal modo que alude, una vez más, a la Diada. A la derrota y a la humillación (!!!) de los catalanes. Vamos, lo de siempre.
Publicar un comentario