Esto tiene ya muy difícil arreglo. Los
meses que quedan hasta las elecciones de diciembre van a ser un
verdadero suplicio de disparates. Con la fecha del 20 de diciembre, el
gobierno no es que haya escogido la que más le convenía sino la última
posible antes de entrar ya en el terreno de la ilegalidad, negándose a
convocar elecciones, cosa nada de extrañar, vista su procedencia
ideológica. Aquí, como en las últimas semanas de Dolores de Cospedal,
ancha es Castilla y a conceder más contratos que en sus cuatro años de
gobierno. En los tres meses y medio hasta diciembre habrá tiempo de ver
verdaderos primores y auténticas barbaridades en contra del Estado
democrático de derecho que parece provocar sarpullido a la derecha
española.
Niegan Barberá y Fabra que el Senado sea una cámara para retirar elefantes. Con
ello solo quieren decir que no se consideran "elefantes".
"Elefantes"
quizá no, primeramente porque no es necesario retirar los elefantes a
sitio alguno; se retiran solos. Otra cosa son los "trastos viejos". Y
para eso sí está pensado un buen rato el Senado: para retirar y acumular
enseres, trastos viejos o inservibles. Rudi, Barberá, Fabra, Bauzá, han
perdido las elecciones y se habían quedado sin curro partidista y, en
algún caso, como Barberá, sin curro a secas, pues sospecho que fuera de
la alcaldía de Valencia, no trabajó nunca de nada. Llevaba 24 años de
alcaldesa y es fácil suponer que los valencianos se hartaron de verla.
Los demás perdieron las elecciones por incompetentes.
Su partido, por
tanto, les busca un premio de consolación o una recompensa, que no está
claro, a costa de los dineros del contribuyentes en el Senado que, en
efecto, es una segunda cámara colegisladora de cuya pertinencia hay
sobradas dudas. El Senado, o sea la mitad del poder legislativo, es un
recinto para colocar enchufados. No vaya a ser que por un puñado de
votos, la señora Barberá se quede sin un bolso de Vuitton. No sirve para
retirar elefantes sino bolsos de Vuitton. En nombre de todos los dioses
del Olimpo, ¿sobre qué puede intervenir Barberá en el Senado sin hacer
el ridículo? O sea, efectivamente, el Senado no sirve para nada excepto
como lugares de vacaciones a libre disposición de los partidos para
adjudicarlas como quieran a sus amigos, compinches y enchufados y con
nuestro dinero.
El
hijo de Tejero, ascendido, creo, a coronel, ocupa un lugar en un
Consejo de la Guardia Civil por delegación expresa del ministro del
Interior. Ciertamente, los hijos no heredan los pecados de los padres.
Pero tampoco se libran del todo de ellos porque los nombres son
estirpes, a lo menos en lo simbólico. Un hijo de un golpista, condenado
como tal, con puesto de importancia en la Guardia Civil manda un mensaje
al ámbito público suficientemente significativo: la Guardia Civil es
nuestra, como todo en este cortijo que llamamos España y ponemos en ella
a quien nos da la gana porque esa es nuestra idea del Estado de
derecho.
Por
último el proyecto de reforma del Tribunal Constitucional deja
definitivamente en claro que aquí se está dispuesto a pasar por encima
de lo que sea por defender el orden constituido. Constituido ¿por quién o
para quién? Por la oligarquía tradicional y parásita española: los
terratenientes, los grandes financieros y banqueros, los empresarios, la
jerarquía eclesiástica y para el adelantamiento de sus intereses. De
esa tarea de gendarme quiere ahora el gobierno se encargue el TC contra
toda lógica y espíritu jurídico. Aun en el supuesto de que cupiera
convertir al TC en ejecutor de sus propias decisiones habría que
justificarlo y eso no es posible.
Dice Rubio Llorente que con este
proyecto, el gobierno se carga el TC. No es así exactamente en nuestra
opinión: el gobierno se cargó el TC mucho antes, cuando bloqueó durante
años su renovación por intereses partidistas o cuando hizo que se
nombrara presidente a un ex-militante del PP y contratado de la FAES.
Ahora se limita a enterrarlo. Un tribunal concebido como órgano de
ejecución de las decisiones del gobierno no es un tribunal sino un
cuerpo de guardia de los gobernantes.
De Estado de derecho, que es contenido y forma, en España no queda nada. Los ciudadanos no somos iguales ante una ley que encarcela a la gente menuda y protege a los grandes ladrones; que abandona a los necesitados y les priva de lo suyo para subvencionar a los ricos y las granes fortunas. Los procedimientos han saltado por los aires. El gobierno actúa en permanente fraude de ley que es como actuar ilegalmente y actúa con criterios despóticos, antidemocráticos, coartando la libertad de expresión, tratando de impedir que los catalanes puedan ejercitar sus derechos. Y todo ello al ritmo frenético de la gestión pública más absurda y corrupta de toda Europa.
De Estado de derecho, que es contenido y forma, en España no queda nada. Los ciudadanos no somos iguales ante una ley que encarcela a la gente menuda y protege a los grandes ladrones; que abandona a los necesitados y les priva de lo suyo para subvencionar a los ricos y las granes fortunas. Los procedimientos han saltado por los aires. El gobierno actúa en permanente fraude de ley que es como actuar ilegalmente y actúa con criterios despóticos, antidemocráticos, coartando la libertad de expresión, tratando de impedir que los catalanes puedan ejercitar sus derechos. Y todo ello al ritmo frenético de la gestión pública más absurda y corrupta de toda Europa.
De
aquí a las elecciones "en torno al 20 de diciembre", (dice Rajoy) puede
pasar y pasará cualquier cosa. Y ya veremos cuando se sepa con
exactitud la fecha porque pueda hacerlas coincidir con el sorteo del
Gordo y hasta asegurarse de en dónde caerá el gordo, una vez que el otro
Fabra, al que siempre tocaba, ya está en la cárcel. No sería extraño en
un personaje como Rajoy, capaz de adelantar o retrasar los plazos
electorales por motivos exclusivamente electorales.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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