Por fin, Mariano Rajoy está pisando el albero del ruedo ibérico para
lidiar al natural de su mano izquierda el toro marrajo que le asedia a
arreones. Jorge Moragas ha convencido al presidente de que la política
de Pedro Arriola -“no hacer nada porque el tiempo lo arregla todo”- ha
conducido al desastre en las elecciones europeas, en la andaluzas, en
las autonómicas y en las municipales.
El horizonte de las generales no
se dibuja distinto. Queda poco tiempo pero, si el presidente se faja en
la lucha política y sus adversarios siguen acumulando errores, es
posible que la tendencia cambie y se abran nuevas perspectivas.
No resultará fácil, en todo caso. Las encuestas por el momento son
inequívocas. Un PSOE debilitado puede formar mayoría con Podemos,
Izquierda Unida y otros partidos de la izquierda radical. Pedro Sánchez,
con tal de encaramarse en Moncloa, pactará con quien sea y hará todas
las concesiones que le exijan. El horizonte político es, por el momento,
un Frente Popular ampliado.
Si Moragas acierta con su campaña tal vez se supere la situación porque
los datos económicos confirman el gran éxito de Mariano Rajoy en su
política de reformas y recortes. Aún así, si la suma de escaños entre el
Partido Popular y Ciudadanos alcanzara la mayoría absoluta, Mariano
Rajoy no tendrá el camino despejado. Albert Rivera piensa que para una
modernización del sistema, para una verdadera regeneración de los
partidos, el nombre de Rajoy pertenece a otra época y exigirá que sea el
suyo el que presida un eventual Gobierno PP-Ciudadanos.
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