Ya sabíamos, o sospechábamos, que la
costa no es una cosa quieta, monolítica, inmune al cambio. Y en
particular sabemos desde hace ya algún tiempo que las costas tienen una
extraña manía con retroceder.
No lo harán por gusto, seguro.
Porque a quién persona o cosa le gusta andar modificando sus propias
rutinas placenteras. Es el cambio climático el que obliga al mar a subir
y subir, y no sólo porque tenga más agua proveniente del deshielo de
los casquetes polares, sino también porque un agua más caliente tiene
también la manía de ocupar más espacio.
El caso es que hace
tiempo que sabemos que el mar, tozudo, busca comernos el terreno; y que
las playas, frágiles, van tendiendo a ser más pequeñas. El ministerio de
Agricultura, Agua y Medio Ambiente acaba de hacer pública su
«Estrategia de adaptación al cambio climático de la costa española» en
la que este fenómeno se pone de manifiesto con sus cifras y sus letras.
Los efectos del cambio climático son ya medibles por toda la geografía
española, también en las costas murcianas.
En diversas zonas del litoral
de nuestra región la subida del nivel del mar, poco espectacular pero
paulatina, debe ser corregida con inversión e infraestructuras, por
ejemplo con diques y con la aportación de arena a las playas. En la
Manga, por ejemplo, el mar roba cada año unos setenta centímetros de
playa, subidas de nivel pero también temporales mediante. La regresión
de la costa está generando incluso ciertas molestias vecinales cuando el
agua marina es capaz ya de entrar en garajes o sótanos que deben
achicar el agua instalando bombas conectadas al alcantarillado público.
Desde
luego este es un problema tan global como mundial es el del cambio
climático. Y no habrá soluciones sencillas. Probablemente lo más eficaz a
largo plazo sería pelear con energías redobladas sobre las causas que
generan el cambio climático, el gran y extremadamente difícil reto del
siglo XXI. Pero también a nivel local se pueden hacer cosas, algunas las
plantea la Estrategia del ministerio, otras pueden ser planteamientos a
nivel regional, como las que pueda aplicar la Demarcación de Costas o
la iniciativa de la consejería de Agua, Agricultura y Medio Ambiente con
el Plan de Gestión Natura 2000 del Mar Menor. O reaccionando con el
planeamiento urbanístico en la costa, introduciendo estas cuentas del
cambio climático en la planificación territorial. Y en todo caso, con la
participación de expertos y de la sociedad.
El documento
presentado por el MAGRAMA, que por cierto está a exposición pública para
que cualquier persona pueda alegar sobre sus medidas, es un muy
interesante documento de partida para enfrentarnos a este problema.
Léanlo, sugiero, y si corresponde, opinen. Este tiempo que nos ha tocado
vivir es la primera vez en la historia en el que podemos hacer
predicciones fiables sobre lo que nos deparará el futuro. Absurdo sería
desaprovechar este inmenso avance de las capacidades humanas.
(*) Biólogo
No hay comentarios:
Publicar un comentario