El PP está haciendo más grande la derrota que se le avecina con la
reforma electoral que prometió hace 20 años y ahora le imponen C’s, PSOE
y Podemos. Un desliz de Pedro Antonio Sánchez, cuando solemnizó la
obviedad de que habría elecciones si en el plazo legal de dos meses no
era investido, disparó el recelo de una oposición, que teme otra llamada
a las urnas, a partir de enero, si el Gobierno se siente maniatado. De
ahí las prisas por blindar la circunscripción única y el umbral del 3%
de votos.
El PP lleva parte de razón, pero es víctima de sus errores
pasados y presentes. Siendo más justa que la actual, la ley es
susceptible de mejora. Y sería deseable que pasara antes por el Consejo
Jurídico y el CES, pero pide lo que no hizo con la Ley del Suelo y otras
normas aprobadas en aluvión a un mes del 24M. A eso se suma la
revelación de ‘La Verdad’, hace un año, sobre el plan embrionario del PP
de cambiar la ley para aumentar las circunscripciones. No fue un globo
sonda. Nadie filtra a un periódico un hecho sabiendo que,
editorialmente, se va a posicionar en contra. Aquella era una reforma
ideada a interés de parte y a hurtadillas.
El mayor error ahora es la
insistencia de Sánchez en que la ley no entre en vigor hasta que se
someta a consulta popular. En el mejor de los casos solo serviría para
dejar en evidencia, momentáneamente, a la oposición. Aunque no es
vinculante, con ella se busca el refrendo o el rechazo de una reforma
legal. De facto, sería una consulta referendataria que, como dijo el TC
en su fallo sobre la Ley de consultas catalana, necesitaría autorización
del Gobierno central.
Supongamos que eso no es problema, se hace y hay
rechazo abrumador. La oposición estaría impelida a cambiar la norma,
aunque no legalmente. ¿Habría, en coherencia, otra consulta una vez
modificada la reforma? Las consultas populares son positivas, pero a los
ciudadanos hay que preguntarles antes, no después. Tampoco cada dos por
tres. Y menos por algo sobre lo que ya se han pronunciado en las urnas.
Preguntemos hoy a los griegos qué piensan de las consultas inútiles y
de los gobiernos que las convocan.
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