martes, 28 de julio de 2015

La atomización de la izquierda catalana / Ramón Cotarelo *

Ríanse ustedes de la división de la izquierda española, singularmente madrileña. Quien quiera hacerse una idea de cómo encara la catalana las próximas elecciones del 27 septiembre, que siguen sin estar convocadas, necesitará un plano, un gráfico, un "quién es quién" en este campo. Aquí lo ofrece Palinuro con sucinta valoración. Tengo registradas   seis formaciones  separadas que pueden llegar a ser cinco si el Procés Constituent de la hermana Forcades renuncia a presentarse, como afirma y, a pesar de todo, ser de nuevo seis si, lo que no es de descartar, surge también una candidatura propia de Barcelona en Comú.

La lista por la independencia (CDC, ERC, Ómnium, ANC, AMI y Súmate) es la que parte con mayores expectativas por razones de todos conocidas. En ella aparece ERC, la izquierda independentista más antigua de Cataluña. Su cabeza de lista, Romeva, igualmente procede de la izquierda, aunque no la republicana y es reclamo para votos izquierdistas independentistas.

Catalunya sí que es pot, reúne a Podemos (Podem), EUiA (o sea la IU catalana ) e ICV. La asamblea de Podemos aprobó por un 80% la confluencia con estas dos organizaciones de izquierda en flagrante contradicción con su negativa a confluir con sus equivalentes en el resto del Estado en donde otra consulta asamblearia también ha aprobado no confluir con nadie y presentarse bajo la propia vitola. Palinuro ya ha señalado que Cataluña es una de las piedras del previsible fracaso de Podemos
 
La acusación de hacer y decir una cosa en Cataluña y otra en España es una de las que peor llevan los nacionalistas españoles que, con su tradicional complejo de inferioridad frente a Cataluña, temen que quieran manipularlos o despreciarlos. Y poco disipará Podemos esta inquietud si sigue con su ambigüedad porque no puede hacer otra cosa que sacar de necesidad virtud. Catalunya sí que es pot tiene de cabeza de lista a Lluís Rabell, un histórico del movimiento vecinal, procedente de Guayem Barcelona como un reclamo a su vez para recoger votos de Barcelona en Comú.

El citado Procés Constituent, de sor Teresa Forcades, se ha desvinculado de la confluencia anterior en lo que parece una típica pelea de egos enfrentados pero se disfraza de razones para salir del paso. Afirma Oliveres, quien estaba previsto que encabezara la lista de Catalunya sí que es pot, que han descubierto que los componentes de esta son mayoritariamente unionistas. Esa misma acusación hacen los independentistas al Procés, cuyos planteamientos respecto a la independencia son todavía más confusos que los de Podemos. En todo caso, quedará fuera de cómputo si lleva adelante su propósito de no concurrir a las elecciones.

La CUP nacional, una izquierda de base, tipo grass roots y cierta alergia a la política que trae efluvios anarquistas, es radicalmente independentista, pero rechaza lo que considera pasteleo de ERC de poner la independendencia por encima del enfrentamiento de clase. Propone, si es que no lo ha hecho ya, como cabeza de lista al periodista de Súmate, Antonio Baños. La intención es clara: no es un independentismo etnicista y da notable presencia a esta organización de castellanoparlantes que está presente en las dos candidaturas más nítidamente independentistas.

Los críticos de Podemos, EUiA e ICV lanzaron ayer una nueva plataforma de confluencia (no hay escisión de la izquierda, que no se haga invocando la unidad), Guayem Catalunya, que tiene dos elementos en común con la confluencia del Podemos "oficial", la afición a copiar o casi plagiar nombres, marcas, enseñas que hayan tenido éxito y la de llevar la ambigüedad al paroxismo. Si al oír a los líderes de Podemos hablando de Cataluña tiene uno la impresión de estar escuchando a Groucho explicando un contrato a Chico Marx, al escuchar a los de la nueva plataforma, la impresión es la que produce a veces Cantinflas. El cabeza de lista, Pablo Barreneche riñó la supremacía de Podemos en Barcelona a la actual jefa, Gema Ubasart, con un resultado aplastante, algo así como 15 o 16% del voto, frente al 84 u 85% de Ubasart. Este Guayem Catalunya, criado a las ya exhaustas ubres de Podemos a toda velocidad no entra aun en los sondeos, pero es previsible que no obtenga tanto apoyo como el que restará a la otra confluencia.

Por último, el PSC, una izquierda tan nítida como la independentista en sentido contrario. Su cabeza de lista será Carme Chacón para las generales y Miquel Iceta para las autonómicas/plebiscitarias, aunque a él no le guste el calificativo. Ambos están encantados con haber renunciado expresamente al derecho a decidir. Estará mejor o peor (a Palinuro le parece un dislate) pero, cuando menos, evita la acusación de estar nadando en la ambigüedad y la marrullería, como otras fuerzas de la izquierda, lo cual suele ser ventajoso en situaciones muy polarizadas como la actual. Lo que está por ver -y es decisivo para el conjunto del socialismo español- es cuán ventajoso.

Este abigarrado y polícromo cuadro de partidos en Cataluña (y faltan el PP y Ciudadanos porque el post va de izquierdas) es una prueba evidente de que la nación catalana tiene, en efecto, una dinámica propia y peculiar. Ningún otro territorio español presenta esta pluralidad, este fraccionamiento, este multipartidismo. Y eso es porque en el Principado hay dos ejes, dos cleavages que están muy vivos: el nacional (independencia vs no independencia más o menos disimulada) y el orgánico (partidos vs movimientos sociales), que dan una imagen muy compleja porque las líneas se cruzan. Independentistas son la lista por la independencia y la CUP nacional con votos sueltos de otra formaciones. No independentistas son Catalunya sí que es pot, Procés Constituent, Guayem Catalunya, PSC y, ça va de soi, PP y Ciutadans. Partidos son CDC, ERC, PSC, PP y C's, mientras que funcionan como movimientos sociales o plataformas, Catalunya sí que es pot, Procés Constituent, CUP y Guanyem Catalunya, por supuesto, a veces con partidos dentro de las plataformas. La decisivo de la lista por la independencia es que haya tenido la habilidad de mezclar los dos criterios en pie de igualdad: partidos y movimientos sociales.

La conclusión más obvia de este análisis es que quien presenta una imagen más borrosa, contradictoria y, en defintiva, poco de fiar, es Podemos, tanto en la formación principal como en la hijuela. Y si el resultado en las elecciones catalanas del septiembre es el decepcionante que cabe deducir de esta situación, será un golpe muy fuerte para las expectativas de una formación a la que los dioses parecían prometer no hace mucho un paseo por los campos elíseos. Tan fuerte que quizá no se recupere para las generales de noviembre.
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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