La nueva legislatura no ha empezado bien en el
ayuntamiento de Murcia. Los buenos propósitos anunciados por José
Ballesta tras ser proclamado alcalde, comprometiéndose a gobernar
ofreciendo diálogo y consenso a todos los grupos municipales, han
saltado por los aires a las primeras de cambio, durante el primer Pleno
celebrado por la nueva corporación, a cuenta del “número,
características y retribuciones del personal eventual”.
Tras veinte años de ejercer un poder omnímodo y absoluto, el PP, más
allá de las buenas intenciones anunciadas por el alcalde, va a tener que
esforzarse mucho para hacer de la necesidad virtud, y acostumbrarse
–sin cambiazos ni trucos, ni amaños de última hora- a funcionar con un
nuevo registro basado en el diálogo sincero y permanente con los demás
grupos políticos del consistorio. Mal comienzo, pues, de Ballesta, y
negros nubarrones sobre el cielo de este nuevo tiempo político que
inauguramos.
En el orden del día del Pleno celebrado el pasado
viernes figuraba una moción presentada por el alcalde para tratar sobre
el personal eventual que asiste y presta apoyo a los grupos municipales,
frente a la cual los cuatro grupos de la oposición (PSOE, C’s, Ahora
Murcia y Cambiemos Murcia) presentaron una moción conjunta que hace un
reparto más equilibrado y coherente, a la vez que menos costoso para las
arcas municipales. Ante esta situación, y para evitar la derrota segura
de su propuesta, el alcalde no ha dudado en retirar la moción
presentada por él mismo, lo que inexplicablemente ha dado lugar a dejar
sobre la mesa esta cuestión. Una situación absolutamente absurda, como
trataré de explicar.
No tiene sentido que sea
precisamente el alcalde, que tiene la potestad de elaborar el orden del
día del Pleno y, por tanto, de introducir o no en él los puntos que
considere oportunos, quien presente una moción para luego retirarla él
mismo por miedo a perderla. Esta actitud temerosa y defensiva de
Ballesta pone de relieve, en primer lugar, la clamorosa improvisación
con la que ha actuado, pues dado que carece de mayoría absoluta, no
estaría de más que antes de someter un asunto a la consideración del
Pleno, se asegurara de que dispone del apoyo suficiente para aprobarlo.
En segundo lugar, demuestra también la debilidad y
endeblez argumental de su propuesta, pues una vez presentada debería
haber tenido el valor de debatirla y confrontarla con la moción
presentada por los grupos de la oposición. Y, por último, pone contra
las cuerdas la sinceridad de las declaraciones “ bienintencionadas”
del alcalde que, a las primeras de cambio, ha dejado ver el tic
autoritario que anida en los genes del PP, lo cual se da de bruces con
el necesario diálogo y consenso que obligatoriamente -en este aspecto la
aritmética es tozuda- habrá de presidir esta legislatura.
Aun así, y dejando al margen las consideraciones ya apuntadas, en este
Pleno inaugural se han presentado dos mociones sobre el asunto de
referencia, y la retirada de una de ellas no tendría por qué haber
llevado implícito que no se debatiera la otra moción, como
inexplicablemente ha sucedido, habida cuenta de que sus proponentes no
la han retirado.
Convendría ver si esto se ajusta o no a la legalidad,
porque, de ser así, tendríamos una democracia amañada desde el poder,
toda vez que sería imposible que el equipo de gobierno perdiera nunca
ninguna votación, ni siquiera estando en minoría. Bastaría, para ello,
con que el alcalde no incluyera, o retirase del orden del día, el punto
que temiera que podría perder.
Esta artimaña huidiza, dilatoria y torpe, utilizada “in extremis”
por el alcalde para tratar de ganar tiempo y neutralizar a la
oposición, está en las antípodas de la búsqueda del diálogo y el
consenso y habla bien a las claras del verdadero talante de Ballesta
que, antes de confrontar, debatir y ceder, si es preciso, ha preferido
colocar esta cuestión en un callejón sin salida. Pues de acuerdo con la
rotundidad con que se han expresado los distintos portavoces en el
Pleno, si alguno de los grupos de la oposición tuviera la tentación de
sucumbir o echarse atrás en este asunto, después de haber firmado y
presentado la moción conjunta, pondría al descubierto la escasa medida
de su fiabilidad y quedaría retratado ya para toda la legislatura.
Ballesta tiene todas las de perder. Mal comienzo.
(*) Miembro de 'Es Ahora Murcia' y periodista
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