Parecían poquita cosa cuando los compramos y mira lo que han hecho en quince días.
1. Concentraron en parte el malestar de votantes
tradicionales del PP y contribuyeron de manera decisiva a que el partido
de los veinte años de Gobierno perdiera la mayoría absoluta.
2. Han forzado al PP a que limpie de imputados por corrupción las instituciones y la propia organización.
3. Han promovido en la Asamblea Regional los
mecanismos para que el Parlamento se convierta en un verdadero
instrumento de control del Gobierno, con generosidad y sin ejercer
abuso.
4. Han conseguido que el PP, para gobernar, asuma
los contenidos básicos de su programa, que incluyen medidas de
regeneración política y reformas democráticas que afectan a los propios
partidos, y añaden un rosario de prioridades de tono progresista, sobre
el papel muy razonables, alguna de las cuales refuta leyes del Gobierno
central.
5. Han impuesto la redacción de una nueva ley
electoral que aproximará el sistema a la máxima original de la
democracia: una persona, un voto.
Esto, para empezar. Y sin despeinarse. Con decisión y naturalidad.
Con firmeza, pero sin prepotencia. Están cumpliendo, que no es poco.
Gobernará el PP, a pesar de la corrupción que alentó y consintió, a
pesar de la distancia y la soberbia del último valcarcelato y a pesar de
que su ineficacia ha conducido a esta Región al enfeudamiento por los
siglos de los siglos.
Pero a quienes lo lamentan se les olvida que el PP
quedó en las elecciones a un solo diputado de la absoluta, y por muy
pocos votos. Y que a pesar de lo que le está costando ponerse al día por
la resistencia de las viejas glorias, Pedro Antonio parece traer un
aire nuevo, o así lo proclama, y algo deberá hacer para estrenarlo.
De
modo que no habrá un cambio radical, pero habrá cambio. Ya hay cambio,
visible y en algunos aspectos, profundo, y hasta este minuto es debido a
Ciudadanos. A cada cual lo suyo.
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