Lo que este singular personaje extremeño no entiende es que todo se
sabe. No como antes, que sus generosas subvenciones a periódicos le
garantizaban inmunidad informativa y podía viajar a Canarias, a ver a su
amante, a su novia, o a lo que fuera y estaba garantizada su
privacidad.
Ningún periodista de la región, conocedor de los devaneos
del presidente de su comunidad, se atrevía a publicar una línea. O el
que no se atrevía era el editor. Sí, porque estaba, está, vendido al
dinero que José Antonio Monago, como otros muchos dirigentes, le regala
todos los años en forma de publicidad institucional.
Pero
la prensa en papel, el Periódico de Extremadura, de la cadena Zeta,
sostenido por Monago, ya no ejerce el monopolio informativo. Ya no. En
esta era digital, con diarios on-line, con redes sociales, sabemos todo,
al minuto, de los devaneos, de los viajes, pagados con su tarjeta black
del Senado, no de su bolsillo, claro, de los intentos, conseguidos
claro, gracias al dinero de la Junta de Extremadura, para que el
semanario Interviú no publique los posados de su ex-amante.
Ya
va siendo hora de que las políticas de censura pagada con fondos
públicos dejen de ser moneda corriente entre los editores. Si, editores
que han vivido muy bien durante treinta años silenciando abusos de
políticos a cambio de jugosas subvenciones a su grupo editorial. En
algunos casos, como en el de Prisa, permitía a sus directivos comprarse
aviones para sus desplazamientos internacionales. ¡Qué nivel!
Porque
esos editores sin escrúpulos, que compraban fotos, por ejemplo, del Rey
pillado con alguna individua, para guardarlos en el cajón de los
documentos olvidados, son los que han conseguido que en esta España
salida de un régimen dictatorial y sin apenas libertad de prensa, el
personal no confíe en sus periódicos, en sus periodistas. Han conseguido
que el nivel de lectura de prensa de los españoles sea tercermundista.
Los
grandes editores, que durante treinta años han saboreado las mieles y
riquezas de apoyar al gobierno, Cataluña, Andalucía, Extremadura,
Valencia, etc, ahora están en quiebra y pronto desaparecerán sus
ediciones en papel. Y tendrán que competir con los digitales puros que
han nacido sin compromisos y que llevan diciendo la verdad desde que se
fundaron.
Está muy claro que la actual estructura administrativa de los
viejos dinosaurios no es posible con la economía digital. Porque aunque
convenzan al Chaves de turno, al Pujol, al Artur Mas, al Monago de turno
para que le subvencione, serán minoría en comparación con las docenas
de digitales que dirán la verdad...
Parece que la libertad de prensa está salvada. Gracias a internet, claro.
(*) Periodista y editor de www.muyconfidencial.com
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