Mariano Rajoy y Pedro Sánchez quieren que Albert Rivera y Pablo
Iglesias se inmolen y les saquen las castañas del fuego con los pactos
políticos a partir del 25 de mayo. Porque, al pactar con ‘la casta’,
Iglesias y Rivera se inmolarán y perderán el discurso del cambio
quedando contaminados de aquí a las elecciones generales de finales de
año. Y los votantes se dirán: todos son iguales, solo les interesa el
reparto del poder. Y como guinda de ese tentador pastel aparecerá la
gran coalición PP-PSOE tras los comicios generales de fin de año.
PP y PSOE necesitan no escenificar, en ayuntamientos y comunidades,
la danza nupcial de la ‘gran coalición’ de ambos partidos –el núcleo
duro del Régimen-, que es el verdadero objetivo de Rajoy y Sánchez para
después de las elecciones generales de fin de año. Y con el que sueñan
los poderes fácticos de este país para reflotar el bipartidismo y
liquidar a los nuevos de la política, como si fueran un pesadilla
pasajera (Podemos) y un juego de niños (Ciudadanos).
La investidura de Susana Díaz en Andalucía es para todo esto un caso
práctico y una trampa mortal para Iglesias y Rivera, lo que en opinión
del verdadero poder son ‘dos pardillos’ a punto de morder la manzana
podrida (por los gusanos de los ERE) que les ofrece Díaz con su voz
silbante de serpiente: ‘soy y seré la presidenta de todos los andaluces,
voy a luchar en contra de la corrupción y voy mejorar el sistema
electoral, etc’. Todo ello mientras Chaves y Griñán permanecen sentados
en sus escaños, y mientras Rajoy y Sánchez (o González, que es el que
maneja los hilos del PSOE) se esconden tras los árboles que impiden a
Rivera e Iglesias ver el peligroso bosque porque el que inocentemente se
empiezan a adentrar.
La denuncia de ese plan secreto de la ‘gran coalición’ está en el
origen de la bronca de Monedero con Iglesias en Podemos, una vez que
tanto Iglesias como Errejón estaban a favor de colaborar en la
investidura de Susana Díaz en Andalucía, incluso con Chaves y Griñan en
sus escaños.
Porque la prematura ceguera de Iglesias, que le hizo creer que podía
ganar las elecciones en España por encima del PSOE y del PP levantando
votos de la izquierda, el centro y la derecha, lo emborrachó con la
tentación del gran poder y olvidó que su sitio está en la izquierda y su
batalla primordial es contra el primer partido de la izquierda: el
PSOE. Batalla que, al día de hoy, no la tiene fácil entre otras cosas
porque Monedero abrió una crisis política en Podemos de imprevisibles
consecuencias en las urnas del 24-M.
Y Albert Rivera, debería tomar buena nota de todo esto y alejarse de
todas las tentaciones de pactos con el PP y con el PSOE (‘Allá muevan/
feroz guerra/ ciegos reyes/ por un palmo/ mas de tierra/…’ cantaba el
pirata), hasta que pasen las elecciones catalanas donde Ciudadanos
figura como el segundo partido catalán según la última encuesta de La
Vanguardia, y con vistas a las generales de fin de año, que marcarán la
hora de la verdad.
Al margen de la estrategia política y electoral hay dos argumentos
que los primeros responsables de Podemos y Ciudadanos no deberían
despreciar: al PP y al PSOE les pueden salir nuevos casos de corrupción
de aquí a finales de año; y PP y PSOE controlan y se reparte los medios
de comunicación. Y si hay pactos de Iglesias y Rivera a izquierda y
derecha luego no los podrán explicar a sus votantes, ni tendrán donde
televisiones hacerlo y acabarán siendo señalados como los monaguillos de
‘la casta’ tradicional.
Si PP y PSOE defienden la estabilidad y la gobernabilidad que pacten
entre ellos dos los gobiernos de ayuntamientos y comunidades porque
seguro que concejales y escaños les van a sobrar. Y a buen seguro que
piensan en ello, salvo que ‘los pardillos’ los salven de esa ‘obscena’
exhibición. Rajoy y Sánchez lo tienen muy sencillo: el PSOE se abstiene
en Madrid para que Aguirre sea la alcaldesa y el PP en Andalucía para
Díaz sea la presidenta.
Y esa misma ceremonia la pueden repetir en
Valencia y en Madrid, por más que luego ello tenga un coste político en
las elecciones de fin de año. El coste que PP y PSOE les quieren endosar
a Iglesias y a Rivera para que se inmolen ellos para salvar a ‘la
casta’ y enterrar ‘el cambio’, a fin de que todo quede, más o menos,
como está.
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