Primer caso conocido de síndrome de
Estocolmo en la población de un país. El pueblo español es el primero
que ante un secuestro de sus derechos y libertades, desarrolla una
relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo con el Gobierno que
lo ha secuestrado.
En un mitin del Partido Popular
protestaron algunos miembros de la Plataforma de Afectados por las
Hipotecas cuando intervenía el presidente Mariano Rajoy, denunciando su
complicidad con los banqueros y reivindicando la dación en pago por ley y
con carácter retroactivo, la paralización de los desahucios y el
alquiler social. Antes esta protesta, el presidente respondió que
«tranquilos, que no pasa nada, a partir del 25 de mayo todo va a seguir
igual».
Y, esta afirmación la hago pregunta: a partir del 25 de mayo
¿todo va a seguir igual? Es decir, ¿a gente va a seguir sufriendo los
recortes de sus derechos? Los que no han causado esta estafa financiera y
son víctimas ¿van a seguir pagando la deuda de los que precisamente han
provocado esta crisis económica y se están enriqueciendo aprovechandola
como tapadera? ¿Se va a seguir recortando en política social,
desprotegiendo a los discapacitados, mayores, enfermos mentales,
excluidos? ¿Se va a seguir despidiendo a gente y fomentado el trabajo
precario? ¿Van a seguir abandonado la universidad los jóvenes que no
pueden pagarla? ¿Se va a seguir privatizando servicios públicos,
reduciendo los empleados públicos, sobre todo interinos?
Las
elecciones del 24 de mayo han supuesto que el PP gane, pero con mayoría
simple, lo cual es ya una buena noticia, aunque para José Luis Mendoza y
obispos será una pésima noticia. La experiencia de las mayorías
absolutas es muy negativa porque existe la partidocracia, que no es otra
cosa que un grupo reducido de líderes controlan las decisiones de los
órganos decisorios, y suele ser un grupo que a su misma vez está
controlado por los poderes fácticos, que son los que acaparan gran parte
de los capitales. A esto hay que unirle que una vez que se gana las
elecciones todo lo prometido queda en el olvido y se gobierna con el
programa oculto, es decir, ese programa que si se expusiera no lo
votaría la gente en su mayoría.
Los resultados avalan las
encuestas: además de estas mayorías del PP, queda en segundo lugar el
PSOE, el tercer lugar ha estado entre Podemos y Ciudadanos; Podemos e IU
han desaparecido de muchos escenarios autonómicos. Estas estimaciones
se han dado en nuestra región. El programa de Ciudadanos es similar al
PP —no quiere decir que vayan a pactar—, con lo cual estaríamos hablando
de que ganarían las políticas que precisamente han hecho que la gente
que no ha generado la deuda la pague y los que han generado la deuda se
dediquen a seguir acaparando. Mucha gente que está sufriendo esta estafa
financiera han votado a los que han sido los causantes de la misma y,
por tanto, de su sufrimiento. No lo digo con reproche, pero sí con mucha
tristeza.
El ascenso de Podemos sería importante y ¡bendito
ascenso! pero absolutamente insuficiente y si además se le añade que IU
no ha conseguido representación alguna, lo cual me parece muy injusto,
estaríamos hablando de que ese cambio tan deseado no se va producir de
momento y la gente va a seguir sufriendo y mucho. El triunfo en
Barcelona de Ada Colau y en Madrid de Manuela Carmena son dos rayos de
esperanza importantes.
Con estos resultados ¿qué se podría hacer a
partir del 25 de mayo? Es una respuesta dirigida a los votantes de
Izquierda Unida, Podemos, Equo, Alternativa Socialista... Creo que
primero voy a responder lo que no se debía hacer y es no tirarse los
trastos a la cabeza desde los reproches y buscando culpables, alimentado
el odio, el rencor y la división de gente que comparte mucho; y, sobre
todo, no arrojar la toalla. Entiendo que haya gente muy desilusionada;
les digo que ánimo, un abrazo y que la lucha continúa. Que los recelos,
las desconfianza y la dureza de corazón se convierta en diálogo,
encuentro y en unidad popular.
Creo que lo que habría que hacer es
una autocrítica, reconciliándose —sí, queridos compañeros, el perdón es
de izquierda, el rencor de derechas—, superar el escepticismo y el
conformismo: ¡hay que intentar adelantar la utopía!
Empezar a construir desde este momento esa confluencia que no ha sido posible por los narcisismos políticos, reconstruir los movimientos sociales, porque mucha gente se ha pasado a la política dejando muy tocados a estos movimientos, y tener claro que si hay un espacio importante, además de las instituciones, es la calle. Tal vez miles votos son insuficientes para cambiar las cosas, pero miles de personas en la calle desde la desobediencia civil no violenta, con grandes manifestaciones y acciones significativas como ocupaciones de bancos o consejerías… tendrían una gran fuerza movilizadora y transformadora.
La gente sigue
sufriendo mucho, y posiblemente mucho de ellos, insisto, hayan votado a
esos partidos que están causando su dolor. Por eso necesitamos seguir
luchando y amando, desde el corazón, la sensibilidad, la solidaridad y
la justicia. Hay mucho por construir después del 24 de mayo y mucha
esperanza.
Posdata: Quiero mostrar mi solidaridad
a las monjas sor Lucía y Teresa Forcades que han sido amonestadas. De
nuevo las mitras y los báculos se unen a los que tienen el dinero. En
esta Iglesia, sentimos muchos vacíos y soledades y complicidades que nos
hacen sufrir y nos amenazan.
(*) Sacerdote
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