El PP es una olla a presión. La espita que deja escapar el vapor se llama Pedro Antonio Sánchez.
Su mensaje a quienes la evolución de los acontecimientos ha pillado con
el pie cambiado es: “He puesto el contador a cero”. Cuenta, y dice que
contará, con todos. Pero hay quienes le creen y hay quienes no le creen.
No tanto por él como por el Vigilante.
Éste ha trazado sus líneas
rojas, las obvias, y a malas penas lo disimula. Espera a que concluyan
las elecciones para pasar la cuenta personal “a los de dentro y a los de
afuera”. El resultado electoral dará autonomía o se la restará, según
el número de escaños, al nuevo líder. Pero aun si se cumpliera el mejor
de los pronósticos para el PP, Sánchez tendrá que aceptar una parte de
ese discurso negativo.
Mientras tanto, surgen nuevas fisuras. Los
camaristas apenas contienen su irritación con el sucesor Ballesta,
pues ven en algunas propuestas de éste una enmienda a la política del
saliente, sea ésta la que fuere. Si Ballesta dice que no come dulces
para adelgazar, Cámara presume de mantenerse en forma
comiendo chocolate (véanse La Opinión de ayer y de hoy). Y también se
detecta algún malestar entre los respectivos grupos de apoyo a Sánchez y
a Ballesta, pues sus programas no parecen coordinados y se han solapado
en su divulgación.
La clasificación del bullicio interno contiene todos los matices:
están los valcarcelistas puros que esperan una señal del amo; los
valcarcelistas críticos que incluyen a Sánchez en el objeto de la
crítica; los pedroantonianos valcarcelistas; los pedroantonianos
exvalcarcelistas; los pedroantonianos puros; los camaristas; los
excamaristas que han quedado en el limbo; los camaristas que por la
valcarcelización de Cámara han pasado a anticamaristas y
antivalcarcelistas; los camaristas que se han hecho pedroantonianos; los
garristas puros; los antigarristas; los garristas contravalcarcelistas,
los garristas pedroantonianos y los garristas sin dueño. Y entre todos
ellos, los mediopensionistas, los comisionistas y los antitaurinos, que
también los hay.
Pedro Antonio Sánchez lo sobrelleva, de momento, pero ¿quién querría estar en su piel el día 25 de mayo?
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