jueves, 21 de mayo de 2015

Las opciones se complican / Ramón Cotarelo *

A más de uno se le va a atragantar el croissant con esta portada de El País, explicada en el interior. El PSOE es la pareja de baile preferida. Ya en el tramo final, el ritmo de la campaña y los sondeos parecen dejar un terreno de hipótesis compartidas. UPyD desaparece del escenario, víctima de la barrera electoral del 5% y ni el canto del cisne ha podido entonar. La misma cuchilla puede rebanar las expectativas de IU, un golpe probablemente decisivo para sellar el destino de esta organización tan sobresaltada. Para evitarlo, para ganar visibilidad, Garzón ha sido contundente: ha cargado contra los emergentes y ha subido el tono con el PP, llamándolo "partido de ladrones". Eso es dar forma verbal a un pensamiento muy extendido. Pero tardíamente. La gente ni siquiera tiene claros quiénes son los candidatos de IU a alcaldías y Comunidades decisivas.

Otra convicción: el bipartidismo va a pasar a ser un tetrapartidismo pero, según parece, dos bloques. El PP y los demás. La casi demoniaca inocencia con que Rivera afirma el centrismo de su partido indigna a todos los demás. La FAES, o sea, Aznar, siempre apocalíptica, esta convencida de que Ciudadanos quiere acabar con el PP, la obra de la vida de su presidente. El centrismo, una vitola muy popular en España, permite a C's no solo pactar con el PSOE sino, incluso, afirmar afinidades electivas con él. El efecto de carambola de esta línea es que Podemos se vea forzado a rivalizar con Ciudadanos por el favor del PSOE. Todo dependerá de los resultados. Y, como siempre, decidirán los indecisos, que, lógicamente, tienen tendencia al centro para poder seguir siendo indecisos.

El problema de Podemos es bajar de los cielos a la tierra. Hasta la saciedad han dicho que salen a ganar. Eso está bien. Revela ímpetu, determinación e ingenuidad. Porque todo lo que no sea ganar será perder. De las alturas llegan los ecos de la advertencia de Iglesias al PSOE de que, si quería pactar, tendría que dar un giro de 180º. Eso son palabras mayores para dichas a un partido que mantiene una saludable expectativa de voto y se perfila realmente como centro, según se ve por ser capaz de atraer a la izquierda y a la derecha al mismo tiempo. Porque C's quiere incorporarse al centro, pero viene de la derecha. Aguirre y Cifuentes sueñan con llegar a acuerdos con C's. Cifuentes selló uno contra la corrupción en la televisión con el partido que, en teoría, quiere acabar con el suyo.

Hace unos días, Sánchez desempolvó el viejo fantasma del voto útil, una versión inteligente y positiva del voto del miedo. El voto útil para una izquierda que hace cosas; no que dice que va a hacerlas. El PSOE tiene una maquinaria institucional que funciona incluso cuando está en la oposición, como se prueba por el recurso de inconstitucionalidad a la Ley Mordaza, una norma impresentable. Añádase a ello que ha hecho una campaña moderada con imagen de responsabilidad. Sus candidatos no están cuestionados, aunque tampoco inspiren arrebatos, y no se han visto arrastrados a los espectáculos de corrala que han abundado. Tampoco está atosigado por la corrupción, como el PP, que ha perdido todo el crédito. La insólita soberbia de Susana Díaz, encerrada en su taifa andaluza, curiosamente, ha permitido al PSOE presentarse desligado del desbarajuste del Sur, la corrupción y la parálisis institucional.

A Rajoy ya solo le queda la parte tonta del voto útil, esto es, el voto del miedo. Dice el buen hombre que la alianza de todos en contra del PP sería "letal" para España porque posibilitaría un gobierno del PSOE. Todo un descubrimiento. No votar al PP es votar el caos. Y lo dice en medio del caos. Las noticias desmienten a diario su discurso triunfalista de "gran nación": el gobierno está esquilmando el fondo de reserva de las pensiones, que se habrá agotado en cinco años y la deuda pública está ya en el 103% del PIB. Todo en medio de una abigarrada ambientación de citaciones judiciales, comparecencias, conversaciones telefónicas alucinantes que parecen probar que estos pájaros llevaban años robando a espuertas. Un mundo de corrupción generalizada, sistemática, contumaz, insultante.
 
Añádase a ello ese nuevo sketch, de la señora condesa beneficiándose conyugalmente de que el señor conde coloque sus magníficos quesos de oveja en los comedores que gestiona el amigo del colegio de la señora condesa por concesión otorgada por el gobierno de la señora condesa. Por lo demás, la señora condesa se presenta a las elecciones con un programa de un folio que, en politica, es el equivalente del cuento de Monterroso. Pero es que la señora condesa en sí misma parece salida de un cuento gótico.
 
Todos parecen otorgar al PSOE la centralidad del tablero. Vaya. El debate en el seno de la izquierda es confuso. Esa insistencia de Podemos en apropiarse el término socialdemocracia por referencia al movimiento revolucionario anterior a la aparición del comunismo es un guiño a un pasado demasiado lejano.  Hoy socialdemocracia quiere decir anticomunismo y apelar a la socialdemocracia anterior  para salvar este escollo solo desconcierta a los auditorios.
 
El resultado de la pugna particular entre Podemos y Ciudadanos por el alma de los sectores sensibles al cambio y a la innovación quizá sea el episodio más interesante de estas elecciones. Porque aquí se trata de saber quién es mejor, más atractivo; no de quién sea más joven pues ambos líderes y formaciones lo son. Podemos es quien ha debido elaborar rápidamente una estrategia de defensa de la que carecía porque no contaba con encontrar competencia en su propio campo. Había elaborado un discurso contra el bipartidismo, pero  no esperaba el ataque del hurón en su madriguera.
 
Una prueba más de que, como decía Marx, "los hombres hacen la historia", pero no suelen saber la historia que hacen.

(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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