MURCIA.- La Consejería de Agricultura y Agua, a través del Instituto Murciano
de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (IMIDA), experimenta
en la finca 'La Pilica', situada en el término municipal de Águilas,
47 variedades tradicionales de tomate, procedentes del Banco de
Germoplasma del IMIDA, para evaluar su calidad funcional y
comportamiento agronómico.
La finalidad es revalorizar aquellas que
posean un valor nutricional destacado y rendimientos satisfactorios que,
además, se puedan utilizar como fuente de variación para el posterior
desarrollo de materiales híbridos que combinen alta calidad funcional y
rendimiento.
El director del IMIDA, Adrián Martínez, señaló que "la variabilidad
presente en las variedades tradicionales es muy útil para la mejora de
los caracteres nutricionales y organolépticos, ya que a menudo poseen
una calidad superior a la de las variedades comerciales".
Apuntó asimismo que "la revalorización de las variedades
tradicionales se ajusta a los parámetros de una agricultura sostenible,
pues por una parte mantienen la biodiversidad vegetal y, por otra, están
adaptadas a condiciones climáticas locales y manejos de cultivo menos
intensificados que los habituales para variedades modernas, lo que
contribuye a la sostenibilidad del suelo".
El Banco de Germoplasma del IMIDA cuenta con más de 2.000 variedades
de tomate. De estas, según explicó la investigadora María Elena Sánchez,
se han seleccionado, preferentemente, variedades tradicionales
murcianas y de zonas limítrofes, morfológicamente muy distintas y con
colores diversos: tomates de la sierra, negros, amarillos, naranjas, con
forma alargada tipo pimiento, con forma de corazón, y tipos varietales
como 'Cherry' y 'Muchamiel'.
El cultivo se realiza en colaboración con agricultores de la
cooperativa Coáguilas, con el objetivo de seleccionar y mejorar aquellas
variedades con mayor adaptación a las condiciones edafoclimáticas de
este municipio. No obstante, el proyecto se extenderá a otras zonas de
la Región con otros ciclos de cultivo. Los agricultores de Águilas
están interesados en aquellas variedades que mejor se adaptan al ciclo
de cultivo de invierno y que aporten un valor añadido: mayor calidad
diferenciada, mejor sabor, es decir, todo aquello que no es habitual
encontrar en los mercados.
Según Pilar Flores y Pilar Hellín, investigadoras del grupo de
Sostenibilidad y Calidad de Productos Hortofrutícolas del IMIDA, el
rendimiento ofrecido por estos materiales tradicionales puede
incrementarse considerablemente gracias al vigor híbrido resultante de
cruzarlos entre sí, con lo que pueden igualar o superar a muchos
híbridos comerciales bajo las condiciones de agricultura sostenible en
las que evolucionaron. Estos híbridos se concebirían fundamentalmente de
acuerdo a criterios de complementariedad de caracteres de calidad
funcional, producción y distancia genética.
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