La oposición está compuesta por El Jueves, el intermedio,
del Gran Wyoming y unos cuantos diarios digitales. Frente a ella, el
parlamento es como el lago de los cisnes o la cámara de los fascios y
las corporaciones, un lugar para aplaudir al gobierno por sus sabias
medidas. El principal partido de la oposición, un manojo de afanosos
burócratas venga a rellenar solicitudes de comparecencia y reprobación
que, según entran, van directas al cesto de los papeles. Los medios
convencionales, todos los de papel y los audivisuales, entregados a la
tarea de tratar como gobierno y partido a un grupo de personas
esencialmente dedicadas a otear su horizonte judicial.
Cada día estalla otro escandalazo más inenarrable que el anterior. El marido de la señora Teófila Martínez es presidente de una SICAV de Rato
que, al parecer, servía para blanquear dinero. La avalancha de detritus
es tan descomunal que los medios a veces ni los mencionan. Por ejemplo,
la televisión pública de Castilla La Mancha no dio la noticia de la detención de Rato;
ni cuando se produjo, ni al día siguiente. Debe de estar esperando a
que lo indulten. Maravilla que una televisión pública, pagada por todos,
no dé la noticia de la detención de un exvicepresidente acusado de no
sé cuántos delitos. Y no dimite nadie, claro. En España no dimite ni la
señora Cospedal, aunque Suiza esté a rebosar de cuentas a nombre de
gente de su partido y a nombre de su mismo partido.
¡Qué
dimitir! Al contrario, la señora de La Mancha ha aclarado que los
hombres y mujeres del PP son personas honradas. El presidente del
gobierno también lo aseguró de sí mismo ante la televisión: que él es
una persona honrada. Cuando se es honrado, no hace falta decirlo. En el
PP son tod@s honrad@s, incluso quienes están en la cárcel. Y esto, efectivamente, parece una democracia.
Tal es
la realidad del país. Su rotunda y absurda realidad. No es de extrañar
que la oposición sea virtual: unos cuantos diarios digitales que
informan con bastante objetividad; un programa de televisión cuyo lema
es "ya conocen las noticias; ahora les contaremos la verdad"; y una
revista de humor, el Jueves, que sale los miércoles. Se le
añaden la blogosfera y las redes sociales, que son como las catacumbas
de Roma, los pasadizos por los que circula el descontento, la oposición,
la crítica, un territorio lleno de sorpresas.
No
toda la oposición es virtual. También hay partidos políticos
minoritarios y extraparlamentarios, pero estos están más interesados en
pegarse entre sí que en hacer oposición a lo que llaman el Régimen. Las
lindezas de los dirigentes de IU sobre Podemos (no sé si estos están a
la recíproca, no he leído nada en ese sentido) son como las de Podemos
sobre Ciudadanos. Una mezcla de teorías conspirativas con los protocolos
de los sabios de Sión.
Entre
tanto, el PSOE, la oposición real en el parlamento, es el que parece
más virtual, casi evanescente. Con gesto serio, el correspondiente
burócrata presenta una batería de solicitudes en la ventanilla previa a
la papelera: que Montoro comparezca a cuenta de Rato. No. Que se repruebe a Montoro a cuenta de Rato. No. Que Rajoy comparezca en sede parlamentaria a explicar el caso Rato. No. Que se cree una comisión de investigación sobre el caso Bankia, o sea , Rato. No. Que
si se puede preguntar algo sobre ese señor al que ustedes no conocen de
nada y que lleva años dedicándose a sus asuntos privados porque es un
particular que nada tiene que ver con el partido. No.
A
lo mejor Pedro Sánchez puede explicar a sus militantes, sus votantes y,
de paso, la gente en general, qué sentido tiene presentar semana tras
semana solicitudes que indefectiblemente van a ser rechazadas de aquí al
día que el señor Rajoy se digne fijar los comicios, y no presentar la
única que la mayoría del gobierno no puede rechazar, la moción de
censura.
Porque
el sitio en donde Sánchez tiene que decir que la amnistía fiscal del PP
fue para favorecer a sus amigos, el lugar en el que debe decir lo que
piensa de Rajoy, no es un mitín preelectoral en algún lugar sino en un
discurso en sede parlamentaria de censura del gobierno. Y ahí es donde
debe pedir la dimisión del presidente no solo porque su balance es peor
que el de la "herencia recibida" de Zapatero sino porque lo deja sumido
en una crisis sistémica a causa de su incompetencia, de la corrupción y
de su incapacidad de abordar la cuestión catalana.
(*) Profesor emérito de Ciencia Política en la UNED
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