Según parecer generalizado, el gran
éxito de Podemos se ha debido a su magistral empleo de los medios y las
redes y a la novedad de su discurso. Lo primero es importante, pero lo
segundo lo es más. Podemos habla un lenguaje nuevo, de ruptura,
regeneracionista. Trae un espíritu orteganiano de lucha contra la "vieja
política". El "régimen del 78" está en descomposición por numerosas
razones. Se necesita gente nueva, discursos nuevos, ideas nuevas.
Podemos
los aportaba y por eso se ganó la confianza de mucha gente. La de todos
los que no se sentían representados en las instituciones y querían
encontrar un espacio en la vieja política, sobre todo uno entre las dos
opciones tradicionales de la izquierda. Por eso Podemos armó un
partido casi de la nada, obtuvo un resultado brillantísimo en las
elecciones y se dispuso a asaltar los cielos impulsado por el fervor
popular.
Pero,
de tanto mirar al cielo, comenzó a dar tropezones en la tierra. En el
mitin de Vista Alegre, en el de Barcelona, en el de Sevilla y por
distintas razones, hubo gestos, expresiones, ademanes del pasado, de la
vieja política. Palinuro los puso en evidencia, en especial el insulto a
la izquierda, llamándola "trilera". Lo hacía de buena fe, pero ello no
le evitó las habituales acusaciones de criticar por fastidiar o por
razones inconfesables. Paciencia.
Esta
bronca de IU en Madrid y su impacto en Podemos ya no es solo un
tropezón. Es un caerse por el barranco y con todo el equipo. Lo de menos
es si IU da el enésimo espectáculo de confusión, enfrentamiento,
faccionalismo y cainismo. Business as usual. Lo de más es que afecte directamente a Podemos y revele en este proyecto un trasfondo hasta ahora oculto.
La señora Sánchez que, en definitiva, es una tránsfuga,
por las razones que sean, ha decidido renunciar a su acta, abandonar su
partido, si es que solo pertenece a IU y no también al Partido
Comunista, y fundar uno propio con un proyecto de convergencia
asambleario y de democracia de base con Ganemos y quien sabe si también
Podemos. Se trata de alguien que puede calificarse como política
profesional pues lleva toda su vida laboral en cargos públicos y/o de
partido. Su carácter se refleja en esa rotunda afirmación de No, punto. No vamos a entrar en Podemos.
Y no por la verosimilitud del contenido, que es escasa, sino por la
atribución de sujeto. ¿Quiénes son esos nosotros que no vamos a entrar
en Podemos? Obviamente, quienes la siguen. Pero entre estos hay quienes
han roto con IU, como ella y quien, como Garzón, quiere la convergencia
pero no ha roto con IU. En este lío, ¿no sería conveniente
preguntar cuando se quiere converger con gente asamblearia? Y sobre todo
porque entre quienes la acompañan, según leo, está el Partido Comunista de Madrid, que anhela la convergencia (aunque manteniendo cada cual sus siglas) por lo que ha roto con IU. Una IU que, al decir de un lacrimógeno Cayo Lara. se siente huérfana y abandonada por Tania a quien siempre ha respaldado.
¿Cómo,
cómo? ¿Que el PCM ha roto con IU? Ha roto, entonces, con su criatura,
con su disfraz. ¿Y de qué se disfrazará ahora? Está claro, de Podemos.
Es
el efecto sifón. Un exitazo. Si más del 40% del electorado de IU vota a
Podemos, nada tiene de extraño que los elegibles también se hagan de
Podemos incluido el Partido Comunista. Pero esto es precisamente lo que
menos interesa a los novísimos. El cuadro que se quería para España
reproducía el de Grecia: Syriza se presentaba a las elecciones como una
fuerza de izquierda auténtica, pero no comunista. La prueba, que también
se presentaba el KKE, el Partido Comunista griego, cuya misión era
perder las elecciones. En España, lo mismo: por un lado Podemos, una
izquierda nueva, sin compromisos ni ataduras, nada que ver con los
partidos del régimen, incluido el comunista e IU. La misión de estos es
seguir presentándose como una opción distinta, aunque se hayan quedado
sin electores. ¡Pero no converger, por favor, porque entonces no hay
modo de distinguirse!
La
convergencia, a la que Pablo Iglesias dice tener tendida la mano,
significa que desembarca en Podemos un contingente de vieja política de
comunistas y militantes de IU (siempre tan difíciles de distinguir), de
esos de zancadillas, conflictos, escisiones y práctica
profesionalización de la política de cargo público en cargo público como
el resto de los beneficiarios del "régimen". Políticos, a la vista
está, de un insufrible personalismo. A consecuencia de ello, el crédito
de Podemos en su discurso de innovación, regeneracionismo y ruptura con
la llamada casta se vendrá abajo. Al final podría ser que hubiera
intentado vestirse con la seda del nuevo espíritu de pueblo empoderado jamás será engañado, apareciendo luego el feo rostro de la mona bolchevique.
Ponderando lo que llevaba escrito más arriba, Palinuro cayó en el timeline de
FB de su amigo Joaquim Pisa, en donde leyó que, al parecer el
periodista Ricardo Martín había explicado en 24h de TVE que todo el
asunto de la convergencia era una maniobra del PCE para hacerse con el
control de Podemos y añadía que detrás
de esta maniobra se encuentra una vez más un personaje incombustible y
conspirador nato, el hombre que maneja a Alberto Garzón como a una
marioneta y por el cual Pablo Iglesias dice sentir devoción: Julio
Anguita.
De
ser así el asunto, la decepción de la gente es para imaginarla, sobre
todo contando con que, con estas joyas "convergentes", hasta es posible
que el partido no llegue ni a mayo. Y, desde luego, se trata de una
típica operación de entrismo que no sé cómo sentará a los de Izquierda
Anticapitalista, quienes se han disuelto en Podemos.
Según esto, con Podemos, Anguita conseguiría lo que nunca consiguió con IU, la niña de sus ojos, el ansiado sorpasso,
su victoria sobre la traidora socialdemocracia, su venganza. De ser
Anguita, en efecto, uno de los muñidores de estos planes, lo que llama
la atención de Palinuro es el hecho de que quienes han llenado campos y
plazas predicando el relevo generacional tengan como referente a quien
podría ser su abuelo. Salvo que no se dé el caso porque en realidad sean
coetáneos.
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED
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