Si, digo que la libertad de expresión, la que se respira en
los digitales, que no en los dinosaurios del papel, tiene en vilo a la
vice-presidenta Soraya. Y como no está dispuesta a que le quiten su
puesto en La Moncloa, pues ha pactado esa famosa Tasa Google con la
casta editorial. Con los editores de diarios en papel. Esos que durante
años han perdonado la vida a los inquilinos de La Moncloa a cambio de
muchos millones en publicidad institucional. Campañas muy costosas que
sólo iban al El País, a El Mundo, ABC, La Vanguardia, etc, y que la
irrupción de la prensa digital les ha dejado con el culo al aire.
Vamos
por partes para que se entienda. Durante muchos años los editores del
papel, casi todos, vendían su alma al partido en el poder por un puñado
de millones que les han permitido gozar de una salud económica
suficiente para que sus propietarios mantuvieran lujosas mansiones en
Sotogrande, Marbella, por ejemplo, sus secretarias, escoltas -esto de
ser acompañado por guardaespaldas da mucho prestigio-, sus lujosos Audis
blindados con chófer, cuando no aviones privados, como los que siguen
en propiedad del Grupo Prisa, editora de El País.
Fue a partir del 95, con la llegada de los periódicos digitales, que empezaron a mermar los
lectores de los diarios de papel y permitió la salida de medios
digitales que no estaban dispuestos a venderse al poder. Entre otras
cosas porque el poder, los gobiernos, no los consideraron peligrosos y
los ignoraron.
Han
pasado los años y los casos de corrupción, de chanchullos, de robos que
los políticos estaban acostumbrados a que no se publicaran, porque para
eso pagaban a los del papel, resulta que se filtraba por las redes
sociales y acababa en los digitales que eran devorados por millones de
lectores, que antes eran fieles del ABC, de El País... En estos últimos
años no han parado las conversaciones entre editores del papel y los
gobiernos de turno para que les ayudaran. Y en la actualidad nos
encontramos con que las editoriales están en quiebra técnica a la vez
que el gobierno de Soraya y su ejército de abogados que la asesoran
-Mariano Rajoy pasa de todo- entienden que la libertad de expresión que
antes controlaban se les escapa por la gran difusión de los digitales, y
que no hay manera de amordazarlos.
Y
entonces se pone en marcha, con la complicidad de los editores
agrupados en la AEDE, el mecanismo para acabar con esa influencia de los
medios digitales en la sociedad. De la noche a la mañana se cuela la
famosa Tasa Google en la nueva Ley de Propiedad Intelectual. Quienes
creen que sólo se trata de que los agregadores, Google mayormente,
paguen una tasa a los editores son unos ingenuos. Soraya y los de AEDE
tienen muy claro que Google y los demás no van a pagar porque dejarán de
indexar a los medios digitales a partir del 1 de enero del 2015, fecha
en que entra en vigor la nueva ley.
El resultado es que se calcula que
el tráfico caerá entre un 50 y un 80 por ciento, por lo que muchos
digitales, muchísimos, se verán abocados al cierre. Los de AEDE tienen
marca y entienden que volverán a ser quienes lideren la información y la
opinión. Y el gobierno de Soraya espera que en el año electoral dos mil
quince los digitales no le restrieguen los cientos, miles, de casos de
corrupción que han aupado al Podemos a ser la esperanza de regeneración
de la vida política española.
Ya
saben. Este gobierno y los diputados y senadores del PP han optado por
intentar silenciar la opinión pública. Han optado por tratar de acabar
con la libertad de expresión de los digitales. Es su manera de entender
la democracia.
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