Como los periodistas españoles no saben, no pueden o no quieren hacerle
las preguntas de modo directo y claro, y prefieren proporcionarle
excusas para evadirse, tenemos que hacérselas los ciudadanos, hartos de
que nos roben, nos engañen, nos mientan y, encima pretendan reírse de
nosotros.
¿Piensa
usted dimitir cuando la corrupción que ha propiciado, amparado, y de la
que quizá se haya beneficiado, lo invade ya todo? En realidad, después
de su implícita confesión, no tiene otra que dimitir.
Aparte
de haber recibido sobresueldos en B, cosa por la que ya debiera usted
haber dimitido y aparte de que la Gürtel le haya pagado a usted
supuestamente viajes, trajes, corbatas por valor de varios cientos o
miles de camps, unidad monetaria de la corrupción de advenedizo, tiene
usted docena y media de razones para marcharse a su casa avergonzado de
su comportamiento. Usted nombró a Bárcenas, lo mantuvo en su puesto, lo
protegió, le dio ánimos, aunque ahora simule no conocerlo y lo amparó
frente a la justicia permitiendo que su partido no colaborara con ella y
hasta destruyera pruebas. Usted hizo nombrar a su amigo Rato presidente
de Caja Madrid, en donde este pájaro terminó el trabajo de saqueo que
ya había comenzado Blesa, designado por su predecesor Aznar, también
beneficiado de los sobresueldos. Usted nombró y mantuvo en su puesto a
María Dolores de Cospedal, igualmente agraciada con suculentos
sobresueldos de la caja B y sobre quien recae todo tipo de sospechas de
comportamientos irregulares y la certidumbre de haber cobrado 200.000 €
de una mordida reconocida por ella misma y que ahora se han
volatilizado.
Preside
usted un partido más parecido a una asociación de malhechores y es
usted uno de los principales beneficiados de ella, no solo porque haya
cobrado los citados sobresueldos que usted negaba bellacamente,
afirmando que tenía problemas "para llegar a fin de mes", sino porque ha
ganado unas elecciones a base de financiación ilegal de su partido ya
desde hace veinte años. Preside un gobierno cuya única función es
ocultar sus latrocinios y fechorías y criminalizar y reprimir toda
protesta en la calle. Todo ello más que suficiente para que se hubiera
ido usted ya con viento fresco, por ser el presidente más corrupto de la
historia de la España democrática.
En
lugar de ello sale usted en rueda de prensa a contestar unas
preguntillas sin filo ni garra de unos periodistas que más parecen de su
gabinete de comunicación que de medios libres. Eso le permite colocar a
la concurrencia un discurso embustero, cargado de evasivas, cínico y
esperpéntico que los mismos periodistas no cuestionan y trasladan tal
cual a una opinión pública a la que usted miente de modo sostemático y
de la que se ríe sin reparos.
Ante una tímida pregunta por la corrupción, dice usted con descaro que su gobierno "trabaja para que esas cosas se sepan". Esas cosas
son los latrocinios de sus compañeros de partido, de sus protegidos, de
los que usted ha nombrado; son sus propios sobresueldos; las
malversaciones de sus subordinados; el expolio de las arcas públicas;
las cuentas en Suiza; el pillaje generalizado a que se dedicaban
políticos a los que usted ha ensalzado repetidas veces como ejemplos
para la ciudadanía: Camps, Fabra, Matas y demás carne de presidio. Y es
falso que su gobierno trabaje para eso. Lo hace para lo contrario, para
proteger a los corruptos, ocultar sus fechorías, escamotear pruebas,
atacar a los jueces, mentir al parlamento, como hace usted mismo, y a la
gente.
Añade
usted, como si fuera el anterior Rey, ese al que pillaron cazando
elefantes en el África cuando todos creían que estaba en su despacho
cumpliendo con su deber, que su gobierno está trabajando "para evitar
que estos hechos se repitan". Estos hechos son también esas cosas,
el robo, el cohecho, las malversaciones, sus sobresueldos y sus trajes.
Su gobierno, por lo demás, esta deslegitimado para tomar medida alguna
de ese jaez cuando no solamente usted sino su vicepresidenta y algun@ de
sus ministr@s también han cobrado sobresueldos.
Asegura
usted que es "especialmente prudente" en los asuntos judiciales. Al
margen de que ello sería, en efecto, muy razonable en quien quizá haya
de defenderse de acusaciones en sede judicial, también es falso. Al
parecer llamó usted al imputado señor Acebes, tan cercano a usted, para
darle ánimos y consolarlo diciéndole que sin duda se trata de una injusticia.
Si ser prudente consiste en tachar de injustos a los jueces, ¿que los
llama usted cuando no es prudente? Bueno, quizá a unos porque a otros,
al parecer también los llama para interesarse por los turnos y ver si
los asuntos que le interesan recaen sobre jueces amigos. Es prudente,
desde luego. E inmoral. O algo peor.
Definitivamente,
la pregunta de esa comparecencia de ayer, en la que, por las
convenciones democráticas vigentes en Europa y desconocidas en España,
no se pueden prohibir las respuestas debiera haber sido la del título
del post:
¿Va usted a dimitir por los escándalos de corrupción de los que es usted políticamente responsable?
Los
periodistas no se la hacen y los partidos de la oposición ni mencionan
la posibilidad en sede parlamentaria. Ambos piensan que en los demás
países democráticos tampoco se plantearían en las ruedas de prensa ni en
las comparecencias parlamentarias, pero olvidan añadir que ello es así
porque en esos demás países es imposible que una persona como Rajoy sea
presidente del gobierno.
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED
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