En ningún momento es la intención de este escribidor ofender ninguna
sensibilidad, especialmente la de los creyentes de buena fe, que nada
tienen que ver con los profesionales que imparten la fe cristiana, que
de todo se ve y se escucha.
Para el mitrado obispo Lorca Planes, los feligreses y asistentes
menos creyentes a la iglesia debemos ser, además de una turbamulta
pecadora, meros contribuyentes pecuniarios, porque así, desde la sotana,
ha movido a su antojo a casi todos los párrocos y cesado a algunos, a
propuesta de los responsables de sus corrientes, como los Padres Paúles,
sin preguntarse qué piensan feligreses y contribuyentes de la
parroquia.
Esta iglesia de hoy, que pretende dar una imagen participativa y sin
hogueras, basada por un lado en la fe de creer lo que no se ve y por
otra en la obediencia ciega de sus súbditos con el «o te mando a la
Conchinchina a predicar», parece ser que poco le interesan los
sentimientos de sus feligreses, transmitiendo con sus hechos actuales,
una vez más, la sensación de que el menos importante de la iglesia es el
pecador y lo que más la recaudación.
Y lo digo porque estamos
asistiendo al inquisitorial traslado de párrocos y cese de otros sin
escuchar a los que sostenemos la Iglesia. ¿Para qué nos van a preguntar
si queremos o no a un cura? ¿Para qué perder el tiempo? Aquí lo que
importa es dónde se pone la cruz en la casilla de la renta, que para eso
sí saben dirigirse a todos nosotros, pecadores de nacimiento.
Entre los ceses habidos hay uno en particular que ha llegado y vuelto
al cielo. ¿Qué no me cree el señor obispo? ¿Y si le dijera que es la
inspiración divina quien mueve mis dedos en el teclado? ¡Ay, hombre de
poca fe, tú que tanto la pides!
Conozco un cura párroco que es un buen representante de Jesús en la
tierra, sus doctrinas recuerdan a las enseñanzas escritas del Jefe, su
comunicación con la gente es sencilla y sin arrogancia y su objetivo es
servir a los demás sin ningún mérito propio.
Este cura es amado por los que lo conocen y querido hasta por los que
no creen demasiado o nada. Solo tienes que verlo cuando celebra la
misa, especialmente a los niños, para darte cuenta de que tiene un toque
especial que solo puede emanar del Señor al que representa.
Como a Jesús aquella noche de autos, cuando Pilatos lo condenó, a
propuesta de Caifás, este cura ha sido cesado de su parroquia así sin
más, porque sí, sin tener en cuenta los sentimientos de los que lo
queremos y que no nos traten de tontos con aquello de «Te
ceso, porque lo quiere Dios». No, no metan a Dios en todo
esto, que esto es cosa de hombres. Luego no se quejen de que se esté
perdiendo la fe.
Mire, señor obispo: así no se deben hacer las cosas; para tocar a
aquellos párrocos con los que se sienten muy felices los feligreses,
debería usted preguntar primero a la parroquia, que no por el hecho de
que los hombres le hayan otorgado el rango de obispo quiere decir que
Dios se complazca en todos sus actos. ¿De verdad quiere usted sentir y
escuchar a Jesús? Pues vaya a misa los domingos a la iglesia de los
Padres Paúles y escuche al cura párroco cesado, el padre Felipe. Eso sí
es escuchar y sentir a Jesús.
Como su cese no tiene nada de la mano de Dios, es pura decisión
empresarial, como las que toma un pecador como yo, bien puede ser
anulada sin más.
Ande, sea bueno como Jesús y háganos felices a los pecadores dando
marcha atrás al cese del responsable de los Paúles y déjenos seguir
viviendo felices con nuestro padre Felipe. Que al final, con lo que a
uno le cuesta creer, me veo rezando por usted y sus actos.
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