MURCIA.- Juan Cuenca, el exdelegado del Club Voleibol Murcia 2005,
tenía al menos una buena razón para haber querido acabar con la vida de
Lodewijk Severein. Este empresario holandés había aportado la cantidad
de 10.000 euros a una sociedad instrumental que ambos habían constituido
en Gibraltar y con la que, supuestamente y según fuentes próximas al
caso, pretendían realizar operaciones de blanqueo de capitales e
inversiones opacas para el fisco en diversos sectores, revela hoy el diario 'La Verdad'.
La falta de resultados y, sobre todo, la ausencia de
explicaciones sobre el destino que Cuenca había dado a ese dinero habría
llevado a Severein a pedirle explicaciones, en un tono de creciente
tensión, hasta un extremo que llevó al exdirectivo del CAV 2005 a
sostener, en sus declaraciones ante la Policía, que se sentía seriamente
amenazado por su socio holandes.
Pese a reconocer la existencia de esa sociedad en Gibraltar
y las exigencias de Severein para que le devolviera el dinero, Cuenca
sostuvo ante la Policía que no participó en el doble crimen y que era
Evedasto Lifante, expropietario de CAV 2005, quien se encontraba tras la
encerrona mortal a los dos holandeses, tal y como siguen confirmando fuentes de absoluta solvencia.
En concreto, el ya encarcelado Juan Cuenca, cuya defensa
han asumido los letrados Pablo Ruiz Palacios y José María Caballero
Salinas, aseguró haberse marchado de la casa rural de El Fenazar (Molina
de Segura) cuando llegó hasta allí la pareja de holandeses, a la que
habría dejado con los rumanos Constantin Stan y Valentín Ion. A éstos
debía unirse más tarde, siempre según sus declaraciones, el propio
Evedasto Lifante, con el supuesto objeto de discutir con Severein
diferencias económicas en negocios que compartían. Entre éstos, Cuenca
mencionó expresamente una sociedad dedicada al comercio con diamantes
entre países del centro de África y Amsterdam (Holanda).
Las mismas fuentes señalaron que el detenido insistió en la
existencia de tales negocios entre Lifante y Severein -que el primero
niega rotundamente- y afirmó que existen innumerables correos
electrónicos, cruzados entre ambas partes, que permitirían probar sus
palabras.
De hecho, la Policía habría logrado recuperar decenas de
correos de los ordenadores personales de la pareja de holandeses, en los
que está rastreando en busca de datos que permitan aportar luz al
asunto.
Todo apunta a que el único 'pecado' cometido por la
exjugadora de voleibol Ingrid Visser consistió en estar junto a su
marido cuando éste fue conducido, en apariencia mediante engaños, hasta
la casa donde iba a ser ejecutado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario