BARINAS.- Evedasto Lifante, en una rueda de prensa improvisada en su casa de Barinas, ha señalado hoy que teme por su vida tras el doble crimen. "Tengo miedo", confiesa acompañado por su hijo y un ayudante, y dice que no puede hacer una vida normal desde lo ocurrido. Además, ha comentado que se enteró de la desaparición de Ingrid y Lodewijk el sábado 18 de mayo, a las 19 horas, por un mensaje de "WhatsApp" que le envió una jugadora; y que el miércoles siguiente fue a la Policía Nacional para colaborar en la búsqueda de Visser.
"A ver si
ahora me van a pegar dos tiros" debido a esa ayuda a la Policía, se ha
preguntado.
Este empresario de la construcción y el deporte también ha
explicado que Juan Cuenca entró en el club a finales de 2008 pidiendo trabajo
"para poder vivir", e inicialmente se encargó de la publicidad.
"Poco a
poco" Juan Cuenca fue entrando más en la organización del club, según
su presidente, porque sus conocimientos de inglés le facilitaban la
comunicación con las jugadoras internacionales, e incluso llegó a fichar
él mismo a Visser.
Evedasto Lifante ha explicado que la fallecida cobró en la
temporada 2009-2010 un total de 40.000 euros y en la siguiente, debido a
la falta de subvención pública, se dudó sobre la continuidad del propio
club, aunque finalmente ficharon a dos dominicanas, por unos 10.000
dólares, y decidieron mantener a las cuatro jugadoras más importantes
del equipo, entre las que estaba la jugadora holandesa.
Asimismo, ha relatado que, tras el cierre del club a
finales de 2011, no volvió a ver a Visser y a su pareja hasta que, por
casualidad, los encontró en julio pasado en Murcia. "Me preguntaron por
la familia y por si se había solucionado lo de las subvenciones públicas
al equipo", ha aclarado sobre ese encuentro.
Evedasto Lifante ha manifestado que el compañero
sentimental de Visser era un hombre "muy reservado" que, a diferencia de
otros maridos o compañeros de jugadoras, no se implicaba en el club en
los desplazamientos, se alojaba en otro hotel diferente y no cruzaba
palabra con nadie.
Ha añadido que ni él ni Visser le reclamaron nunca una
deuda del club, y que era muy profesional y también muy callada como
Lodewijk Severein.
Por otra parte, ha informado de que hace unos quince meses
recibió una inspección de Hacienda que le hizo ponerse en contacto con
Juan Cuenca, exgerente, para que le devolviera la documentación de la
entidad que se había llevado, a lo que se negó.
También ha dicho que en octubre se personó en su casa una
mujer con un contrato con su firma falsificada diciendo que le habían
vendido la cantera de mármol.
Para Evedasto Lifante, su excolaborador ahora encarcelado
es una persona "muy mentirosa, capaz de decir que un vaso de agua era un
refresco de cola, e incluso intentar convencerte de ello". Lifante se
muestra arrepentido de haber creado un club de voleibol femenino, tras
una cena con amigos en 2005, y concluye: "maldita la hora".
El juzgado de instrucción nº16 de Valencia decretó ayer
prisión provisional, comunicada y sin fianza para Cuenca en una causa
que está declarada secreta, abierta por el delito de doble homicidio.
Cuenca ha reconocido en sus declaraciones que trajo hasta Murcia a los dos rumanos que supuestamente asesinaron a los holandeses y que sabía que se había preparado un encuentro que tenía pinta de que podía acabar muy mal.
Pero sostiene que luego se marchó de la casa rural y que no participó ni asistió a las torturas ni a las ejecuciones, lo cual implica que en el fondo está tratando de exculparse de ambos asesinatos.
Las relaciones entre Cuenca y Lifante se habían deteriorado de forma sustancial cuando el primero se marchó del club. De hecho, son varias las denuncias y querellas que ambos se han cruzado en los últimos años.
La Policía está esforzándose por encontrar otros indicios o pruebas que puedan reforzar las manifestaciones de Cuenca acerca de la supuesta implicación de Lifante.
Es ahí donde cobran gran importancia los datos que puedan aportar los dos rumanos detenidos como supuestos autores materiales del crimen, en el sentido de averiguar quién contactó con ellos, quién les hizo el encargo y de quién cobraron por su presunta labor como sicarios.
También en tratar de establecer si realmente, y como asegura Cuenca, existían relaciones societarias entre Lifante y el asesinado Severein -hecho que el primero niega rotundamente- y que servirían para apoyar la hipótesis de que algún asunto pendiente podían tener entre ambos.
Cuenca ha reconocido en sus declaraciones que trajo hasta Murcia a los dos rumanos que supuestamente asesinaron a los holandeses y que sabía que se había preparado un encuentro que tenía pinta de que podía acabar muy mal.
Pero sostiene que luego se marchó de la casa rural y que no participó ni asistió a las torturas ni a las ejecuciones, lo cual implica que en el fondo está tratando de exculparse de ambos asesinatos.
Las relaciones entre Cuenca y Lifante se habían deteriorado de forma sustancial cuando el primero se marchó del club. De hecho, son varias las denuncias y querellas que ambos se han cruzado en los últimos años.
La Policía está esforzándose por encontrar otros indicios o pruebas que puedan reforzar las manifestaciones de Cuenca acerca de la supuesta implicación de Lifante.
Es ahí donde cobran gran importancia los datos que puedan aportar los dos rumanos detenidos como supuestos autores materiales del crimen, en el sentido de averiguar quién contactó con ellos, quién les hizo el encargo y de quién cobraron por su presunta labor como sicarios.
También en tratar de establecer si realmente, y como asegura Cuenca, existían relaciones societarias entre Lifante y el asesinado Severein -hecho que el primero niega rotundamente- y que servirían para apoyar la hipótesis de que algún asunto pendiente podían tener entre ambos.
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