Cuando un amigo común me avisó por teléfono de buena mañana el martes pasado de la toma del Palacio Provincial de Alicante por fuerzas de la Policía Nacional, me vino a la mente alguno de esos episodios a la sudamericana que me trasladó a mi corta experiencia profesional en aquellas latitudes, allá por los años 80. Concluí en segundos que la degradación de la política en nuestros país procuraba ya una plástica propia de otros confines y, lo que es más preocupante, otros niveles y exigencias morales mínimas.
El inductor y el instrumento, político en este caso, no eran propios de un país europeo y lo burdo del método para aniquilar enemigos políticos, tampoco. Así se evidenciaba que la política valenciana ha tocado suelo por lo rastrero de sus últimos métodos, cegados sus actores por la codicia y una sed insaciable de poder.
José Joaquín Ripoll, con el que nunca he cruzado una sola palabra ni al que siquiera conozco personalmente, siempre me ha parecido un político mediocre y sin perfil desde sus tiempos de vicepresidente del Consell. Un auténtico caradura.
Todo el mérito a lo largo de su vida política ha consistido en ser el complaciente amigo del alma de un todavía muy cuestionado Eduardo Zaplana, que normalmente pensaba por él. Fiel hasta lo inimaginable, éste ha sabido recompensarlo siempre pese a su falta de ambición desde una anterior práctica profesional de escaso o nulo perfil por pocos proyectos conocidos como arquitecto.
Sabiendo sus limitaciones, por eso no se lo llevó a Madrid, aparte de que pensaba le sería mucho más útil guardando el feudo de Alicante como verdadera fuente de poder del ex ministro de Trabajo. Y hasta el martes Ripoll había conseguido lograr el encargo pese a los embates constantes del poder y hasta cierta respuesta artera y certera, que han obligado al ataque desde Madrid con el concurso de Valencia.
Nada que ver con su hermano Paco Ripoll, economista y el brillante de la familia, ni con su cuñada, una acaudalada heredera soriana, despierta y ágil desde que apareció por Alicante para estudiar en el CESA. O con su sobrina mayor, la que ahora vive en Chile: una mujer 10 desde que era niña y con uno de los mejores expedientes académicos recientes del ICADE.
Por no hablar de su padre y de su tío, quienes desde una situación radicalmente distinta, levantaron un "Horno de la Esperanza" que, a base de muchos años de trabajo y esfuerzo, les procuró cierta fortuna personal desde la más absoluta honradez. En ese ambiente creció el muchacho. Hasta por tener, tiene un cuñado ex jugador del Hércules. Ese es José Joaquín, un alicantino típico y bonachón, según dicen, hasta promocionar en su día a Mario Flores hasta la presidencia de la Autoridad Portuaria, aunque hoy uno de los conspiradores en la sombra.
Ripoll se ha encontrado casi todo hecho en su vida, tal vez por ser el segundo de tres hermanos y de los menores entre los primos, sin quitarle mérito al haber sido capaz de cursar y acabar la carrera de Arquitectura, que no debe ser nada fácil, incluso tener la suerte de haber encontrado y enamorado a su esposa, la inquientante madrileña Margarita de la Vega, una mujer que no pasa desapercibida y de la que se habla como la otra pieza fundamental en la vida del presidente de la Diputación pese a sus excesos con el dinero público y durante un tiempo beneficiaria de cierto nepotismo en la Universidad 'Miguel Hernández', de Elche.
Y hasta aquí una mínima contextualización del personaje, un joven que lloraba cuando creía que no llevaba bien preparados los exámenes en el colegio de los Jesuitas, donde ahora tiene a sus hijos y trató, sin suerte, de hacerse con el control del APA por si la titularidad se planteaba vender la marca y edificio a los padres.
Pero hace tiempo que ya no llora aunque estoy seguro que alguna lágrima se le puede haber escapado estos días en la intimidad pensando en el trauma de humillación que le puede haber quedado a esos hijos al ser levantados de buena mañana de la cama por la presencia de unos correctos policías que, eso sí, los sentaron en pijama en un sofá y no los dejaron ni ir al baño mientras registraban hasta entre los libros buscando un dinero que no estaba, más allá de los 1.000 euros de bolsillo que casi puede tener cualquiera en su casa para una urgencia.
Dicho ésto toca analizar el por qué y, sobre todo, por qué ahora y a un peón.
A Ripoll apenas le quedan amigos en Valencia y en Génova 13. Todo lo sufrido ha sido por elevación contra Zaplana, el verdadero gran objetivo de las gentes de Rajoy y, de paso, en el cuerpo de un peón residual en Alicante, a batir por la Generalitat desde que se enrocó inesperadamente en la presidencia del PP.
Dos objetivos, pues, por el mismo precio y un ideólogo en la sombra: Federico Trillo, diputado a Cortes por Alicante y gran protector ocasional del ex alcalde Luis Díaz Alperi, aparte de cerebro pensante y verdadero presidente de la Generalitat desde el punto de vista de la estrategia política a seguir en la Comunidad Valenciana. Un personaje que actúa desde Madrid teledirigiendo a su 'cónsul' en Valencia, el inefable y célibe Juan Cotino, otro hijo de obrero acaudalado.
Porque se dice, y debe ser con cierta base, que la 'garganta profunda' que desveló la presunta conspiración para delinquir desde la secretaría nacional de finanzas del PP, hay que buscarla muy cerca del ex alcalde de Benidorm y ex presidente de la Generalitat tras un supuesto pacto de impunidad con el mismísimo Rubalcaba después de la corta persecución judicial por lo de 'Terra Mítica'.
Lo de Rubalcaba es, pues, aquí puro señuelo de Camps porque se ve claramente que estamos ante un ajuste de cuentas interno a causa de la evolución del 'caso Gúrtel', con la impagable contribución del actual vicepresidente de la Generalitat, Juan Cotino, el lugarteniente de Trillo, y no casualmente, ex director general de la Policía e implicado en aquella supuesta trama de corrupción por vía familiar y empresarial.
Y alguien dispuesto a mantener el 'statu quo', con un presidente Camps noqueado y a punto de sentarse en el banquillo, para ganar tiempo mientras se asegura a favor de su grupo, el más conservador del PPCV, la sucesión, ya inaplazable, del cadáver político en que se ha convertido el pelele valenciano de don Federico, por otra parte carcelero del propio Rajoy tras apartar del verdadero núcleo de influencia en Génova 13 al más liberal Javier Arenas, gran mentor inicial del registrador de Santa Pola y residuo incrustado de UCD desde la época de Aznar.
Ripoll, cuya presunción de inocencia ha de rebajarse por su condición de político en activo hasta quedar fuera de toda duda y depositario de la confianza de los electores, ha sido víctima necesaria de esa estrategia de altura, sin menoscabo de la investigación en marcha desde el año 2007 a partir de una denuncia de parte interesada, por afectada, e indicios racionales suficientes, emanados de cientos de grabaciones telefónicas y comprobaciones policiales exhaustivas sobre todos y cada uno de los ahora, y antes, implicados.
La activación de repente de ese sumario, para más inri matenido secreto, es lo que escama muy pocos meses después de la llegada - ¿casual?- al juzgado nº 3 de Orihuela de un desconocido magistrado, joven y conservador, de apellido San Martín, del que muy poco se sabe, excepto que cuando tira la piedra trata de esconder la mano para mayor desgaste, impotente, del también presidente provincial del PP.
Pero no elevemos a categoría de anécdota ese meteysaca porque a mi me parece todo muy medido y calculado en sus probables efectos políticos previos a los penales.
Sin perjuicio de la estrategia jurídica del reconocido penalista y eminente catedrático Bernardo del Rosal y de la mecánica procesal en manos del letrado de su confianza personal, Francisco Candela, estoy seguro que la estrategia de la respuesta política ante este ataque la lleva, personal, intensa y muy directamente Eduardo Zaplana, tal vez con el inapreciable y oportuno consejo de su amigo, y no tanto ministro socialista del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Aunque lo que es un desastre, al menos hasta el momento, es la errática e improvisada estrategia de comunicación seguida por Ripoll quien, por falta de destreza en la cuestión, aparece en principio como el villano y no deja ver a quienes mueven los hilos desde detrás de la cortina.
Porque por la boca no siempre muere el pez si es capaz de soltar el anzuelo y volver a nadar a su antojo sin limitaciones funcionales, hasta recuperar la iniciativa y neutralizar a los 'pescadores'.
Si Ripoll no está mintiendo, y es inocente, demostrándolo, puede ser el líder político autóctono que Alicante necesita aunque en otros planos no haya resultado un crack. Su labor al frente de la Diputación, sin el eclipse que tenía en Valencia con Zaplana, dicen quienes la siguen que es la mejor, desde que se inició el actual régimen político, por sus logros tangentes y su maduración como gestor político.
Pero si miente, y es culpable, porque así lo demuestra el intachable fiscal izquierdista Briones, su carrera política habrá terminado para siempre porque los apoyos que aún le quedan irán menguando, dentro y fuera del PP alicantino, cuando su padrino, Zaplana, aparece cada día más vulnerable porque está pendiente todavía de dar determinadas explicaciones donde corresponda, pese a eventuales prescripciones y ciertas garantías emanadas desde Ferraz mediante el olvido pero que ahora hacen de Ripoll un rehén de su propio partido.
Este juez instructor no parece políticamente muy de fiar. Le ha cargado, sin concretarlo todavía, con cinco muy graves acusaciones y que le urgen, no solo a la proclamación unilateral de su inocencia, sino a deshacerse de la carga de la prueba cuanto antes para evitar, a toda costa, terminar aún más criminalizado de lo que ya está y sin posibilidad referencial de salir a defenderse de lo que se le acusa porque ser político le obliga a explicarse y hasta perdir perdón si fuese oportuno.
Una verdadera ratonera, parece que con necesarias complicidades en los ámbitos superiores de la Judicatura valenciana, como muy bien se ha puesto de manifiesto con las secuenciales, y no tan espontáneas, notas del TSJ y del CGPJ. Tiene todo lo vivido por la ciudanía más inquieta las trazas de una conspiración fallera, enmendada de que manera desde Madrid pero con el respeto jurisdiccional obligado hacia el magistrado oriolano y su teórica independencia.
Con todo el reconocimiento profesional que merece la estrategia habitual de los abogados, en la política el silencio sigue sin ser rentable cuando el electorado ya está pendiente de, al menos, una explicación convicente en primera instancia y que no puede esperar más, al margen de la velocidad procesal marcada por San Martín, cuya actuación a partir de ahora obliga a seguir con detalle en sus pasos y en sus tiempos para una mayor comprensión de lo que, en principio, pudiera parecer otra cosa y con otros beneficiarios.
Mantener viva la duda, para obligar a una mal entendida prudencia, que parece ser la estrategia forzada por sus adversarios internos al no concretarse los cargos y mantenerlo en una práctica indefensión, va directamente contra la credibilidad de Ripoll como figura institucional y terminará por conducirle a dimitir si alguien consigue vertebrar un clamor público creciente contra él aunque sea ficticio.
El gran pecado, aparte del original de navegar siempre en política de la mano de su amigo desde la época de las Juventudes de UCD, es haber cercenado el desembarco de las gentes de Camps-Trillo en la provincia de Alicante, ganando con toda legitimidad y no pocas dificultades el último congreso del PP, hasta recién plantar cara al presidente de la Generalidad, sugiriendo públicamente la conveniencia de su dimisión, y destrozar así su imagen pública desde dentro de la propia organización regional sin solución de continuidad.
Ese 'magnicidio' calculado por Zaplana y ejecutado por Ripoll es lo que ha conducido a la esperpéntica situación a la que asistimos sin programa de mano aunque alguno tengamos en nuestro poder su prueba de imprenta recompuesta trocito a trocito por la conducta de los propios actores y hasta figurantes de este sainete malo.
¿Por qué no está imputada la alcaldesa de Orihuela, Mónica Lorente, vicepresidenta de la Diputación y mano derecha de Ripoll? ¿Qué hacía en Madrid ese martes y habló o no habló con Rajoy si es que estuvo en Génova 13, tal como parece? ¿Por qué hace un mes que se rumoreaba la detención de Enrique Ortíz y por qué su esposa preparó un refrigerio a los policías que registaron su domicilio? Si es secreto el sumario, ¿cómo es que oficiosamente sabemos de que se acusa a cada uno de los once detenidos?
Algo huele a farsa y traición en todo ésto para un solo y gran perjudicado, aparte del denunciante Ángel Fenoll, imputado ahora por nuevos presuntos delitos dentro del mismo sumario.
Atención al comportamiento de algunos medios, muy necesitados, a partir del próximo lunes porque la agonía se puede prolongar durante todo el verano en esta gran partida de ajedrez abierta desde fuera de Alicante por personajes en la opacidad excepto en campaña electoral, cuando se presentan como valedores de Alicante en Madrid al estar vetados en su propia tierra y en la capital de su región.
El inductor y el instrumento, político en este caso, no eran propios de un país europeo y lo burdo del método para aniquilar enemigos políticos, tampoco. Así se evidenciaba que la política valenciana ha tocado suelo por lo rastrero de sus últimos métodos, cegados sus actores por la codicia y una sed insaciable de poder.
José Joaquín Ripoll, con el que nunca he cruzado una sola palabra ni al que siquiera conozco personalmente, siempre me ha parecido un político mediocre y sin perfil desde sus tiempos de vicepresidente del Consell. Un auténtico caradura.
Todo el mérito a lo largo de su vida política ha consistido en ser el complaciente amigo del alma de un todavía muy cuestionado Eduardo Zaplana, que normalmente pensaba por él. Fiel hasta lo inimaginable, éste ha sabido recompensarlo siempre pese a su falta de ambición desde una anterior práctica profesional de escaso o nulo perfil por pocos proyectos conocidos como arquitecto.
Sabiendo sus limitaciones, por eso no se lo llevó a Madrid, aparte de que pensaba le sería mucho más útil guardando el feudo de Alicante como verdadera fuente de poder del ex ministro de Trabajo. Y hasta el martes Ripoll había conseguido lograr el encargo pese a los embates constantes del poder y hasta cierta respuesta artera y certera, que han obligado al ataque desde Madrid con el concurso de Valencia.
Nada que ver con su hermano Paco Ripoll, economista y el brillante de la familia, ni con su cuñada, una acaudalada heredera soriana, despierta y ágil desde que apareció por Alicante para estudiar en el CESA. O con su sobrina mayor, la que ahora vive en Chile: una mujer 10 desde que era niña y con uno de los mejores expedientes académicos recientes del ICADE.
Por no hablar de su padre y de su tío, quienes desde una situación radicalmente distinta, levantaron un "Horno de la Esperanza" que, a base de muchos años de trabajo y esfuerzo, les procuró cierta fortuna personal desde la más absoluta honradez. En ese ambiente creció el muchacho. Hasta por tener, tiene un cuñado ex jugador del Hércules. Ese es José Joaquín, un alicantino típico y bonachón, según dicen, hasta promocionar en su día a Mario Flores hasta la presidencia de la Autoridad Portuaria, aunque hoy uno de los conspiradores en la sombra.
Ripoll se ha encontrado casi todo hecho en su vida, tal vez por ser el segundo de tres hermanos y de los menores entre los primos, sin quitarle mérito al haber sido capaz de cursar y acabar la carrera de Arquitectura, que no debe ser nada fácil, incluso tener la suerte de haber encontrado y enamorado a su esposa, la inquientante madrileña Margarita de la Vega, una mujer que no pasa desapercibida y de la que se habla como la otra pieza fundamental en la vida del presidente de la Diputación pese a sus excesos con el dinero público y durante un tiempo beneficiaria de cierto nepotismo en la Universidad 'Miguel Hernández', de Elche.
Y hasta aquí una mínima contextualización del personaje, un joven que lloraba cuando creía que no llevaba bien preparados los exámenes en el colegio de los Jesuitas, donde ahora tiene a sus hijos y trató, sin suerte, de hacerse con el control del APA por si la titularidad se planteaba vender la marca y edificio a los padres.
Pero hace tiempo que ya no llora aunque estoy seguro que alguna lágrima se le puede haber escapado estos días en la intimidad pensando en el trauma de humillación que le puede haber quedado a esos hijos al ser levantados de buena mañana de la cama por la presencia de unos correctos policías que, eso sí, los sentaron en pijama en un sofá y no los dejaron ni ir al baño mientras registraban hasta entre los libros buscando un dinero que no estaba, más allá de los 1.000 euros de bolsillo que casi puede tener cualquiera en su casa para una urgencia.
Dicho ésto toca analizar el por qué y, sobre todo, por qué ahora y a un peón.
A Ripoll apenas le quedan amigos en Valencia y en Génova 13. Todo lo sufrido ha sido por elevación contra Zaplana, el verdadero gran objetivo de las gentes de Rajoy y, de paso, en el cuerpo de un peón residual en Alicante, a batir por la Generalitat desde que se enrocó inesperadamente en la presidencia del PP.
Dos objetivos, pues, por el mismo precio y un ideólogo en la sombra: Federico Trillo, diputado a Cortes por Alicante y gran protector ocasional del ex alcalde Luis Díaz Alperi, aparte de cerebro pensante y verdadero presidente de la Generalitat desde el punto de vista de la estrategia política a seguir en la Comunidad Valenciana. Un personaje que actúa desde Madrid teledirigiendo a su 'cónsul' en Valencia, el inefable y célibe Juan Cotino, otro hijo de obrero acaudalado.
Porque se dice, y debe ser con cierta base, que la 'garganta profunda' que desveló la presunta conspiración para delinquir desde la secretaría nacional de finanzas del PP, hay que buscarla muy cerca del ex alcalde de Benidorm y ex presidente de la Generalitat tras un supuesto pacto de impunidad con el mismísimo Rubalcaba después de la corta persecución judicial por lo de 'Terra Mítica'.
Lo de Rubalcaba es, pues, aquí puro señuelo de Camps porque se ve claramente que estamos ante un ajuste de cuentas interno a causa de la evolución del 'caso Gúrtel', con la impagable contribución del actual vicepresidente de la Generalitat, Juan Cotino, el lugarteniente de Trillo, y no casualmente, ex director general de la Policía e implicado en aquella supuesta trama de corrupción por vía familiar y empresarial.
Y alguien dispuesto a mantener el 'statu quo', con un presidente Camps noqueado y a punto de sentarse en el banquillo, para ganar tiempo mientras se asegura a favor de su grupo, el más conservador del PPCV, la sucesión, ya inaplazable, del cadáver político en que se ha convertido el pelele valenciano de don Federico, por otra parte carcelero del propio Rajoy tras apartar del verdadero núcleo de influencia en Génova 13 al más liberal Javier Arenas, gran mentor inicial del registrador de Santa Pola y residuo incrustado de UCD desde la época de Aznar.
Ripoll, cuya presunción de inocencia ha de rebajarse por su condición de político en activo hasta quedar fuera de toda duda y depositario de la confianza de los electores, ha sido víctima necesaria de esa estrategia de altura, sin menoscabo de la investigación en marcha desde el año 2007 a partir de una denuncia de parte interesada, por afectada, e indicios racionales suficientes, emanados de cientos de grabaciones telefónicas y comprobaciones policiales exhaustivas sobre todos y cada uno de los ahora, y antes, implicados.
La activación de repente de ese sumario, para más inri matenido secreto, es lo que escama muy pocos meses después de la llegada - ¿casual?- al juzgado nº 3 de Orihuela de un desconocido magistrado, joven y conservador, de apellido San Martín, del que muy poco se sabe, excepto que cuando tira la piedra trata de esconder la mano para mayor desgaste, impotente, del también presidente provincial del PP.
Pero no elevemos a categoría de anécdota ese meteysaca porque a mi me parece todo muy medido y calculado en sus probables efectos políticos previos a los penales.
Sin perjuicio de la estrategia jurídica del reconocido penalista y eminente catedrático Bernardo del Rosal y de la mecánica procesal en manos del letrado de su confianza personal, Francisco Candela, estoy seguro que la estrategia de la respuesta política ante este ataque la lleva, personal, intensa y muy directamente Eduardo Zaplana, tal vez con el inapreciable y oportuno consejo de su amigo, y no tanto ministro socialista del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Aunque lo que es un desastre, al menos hasta el momento, es la errática e improvisada estrategia de comunicación seguida por Ripoll quien, por falta de destreza en la cuestión, aparece en principio como el villano y no deja ver a quienes mueven los hilos desde detrás de la cortina.
Porque por la boca no siempre muere el pez si es capaz de soltar el anzuelo y volver a nadar a su antojo sin limitaciones funcionales, hasta recuperar la iniciativa y neutralizar a los 'pescadores'.
Si Ripoll no está mintiendo, y es inocente, demostrándolo, puede ser el líder político autóctono que Alicante necesita aunque en otros planos no haya resultado un crack. Su labor al frente de la Diputación, sin el eclipse que tenía en Valencia con Zaplana, dicen quienes la siguen que es la mejor, desde que se inició el actual régimen político, por sus logros tangentes y su maduración como gestor político.
Pero si miente, y es culpable, porque así lo demuestra el intachable fiscal izquierdista Briones, su carrera política habrá terminado para siempre porque los apoyos que aún le quedan irán menguando, dentro y fuera del PP alicantino, cuando su padrino, Zaplana, aparece cada día más vulnerable porque está pendiente todavía de dar determinadas explicaciones donde corresponda, pese a eventuales prescripciones y ciertas garantías emanadas desde Ferraz mediante el olvido pero que ahora hacen de Ripoll un rehén de su propio partido.
Este juez instructor no parece políticamente muy de fiar. Le ha cargado, sin concretarlo todavía, con cinco muy graves acusaciones y que le urgen, no solo a la proclamación unilateral de su inocencia, sino a deshacerse de la carga de la prueba cuanto antes para evitar, a toda costa, terminar aún más criminalizado de lo que ya está y sin posibilidad referencial de salir a defenderse de lo que se le acusa porque ser político le obliga a explicarse y hasta perdir perdón si fuese oportuno.
Una verdadera ratonera, parece que con necesarias complicidades en los ámbitos superiores de la Judicatura valenciana, como muy bien se ha puesto de manifiesto con las secuenciales, y no tan espontáneas, notas del TSJ y del CGPJ. Tiene todo lo vivido por la ciudanía más inquieta las trazas de una conspiración fallera, enmendada de que manera desde Madrid pero con el respeto jurisdiccional obligado hacia el magistrado oriolano y su teórica independencia.
Con todo el reconocimiento profesional que merece la estrategia habitual de los abogados, en la política el silencio sigue sin ser rentable cuando el electorado ya está pendiente de, al menos, una explicación convicente en primera instancia y que no puede esperar más, al margen de la velocidad procesal marcada por San Martín, cuya actuación a partir de ahora obliga a seguir con detalle en sus pasos y en sus tiempos para una mayor comprensión de lo que, en principio, pudiera parecer otra cosa y con otros beneficiarios.
Mantener viva la duda, para obligar a una mal entendida prudencia, que parece ser la estrategia forzada por sus adversarios internos al no concretarse los cargos y mantenerlo en una práctica indefensión, va directamente contra la credibilidad de Ripoll como figura institucional y terminará por conducirle a dimitir si alguien consigue vertebrar un clamor público creciente contra él aunque sea ficticio.
El gran pecado, aparte del original de navegar siempre en política de la mano de su amigo desde la época de las Juventudes de UCD, es haber cercenado el desembarco de las gentes de Camps-Trillo en la provincia de Alicante, ganando con toda legitimidad y no pocas dificultades el último congreso del PP, hasta recién plantar cara al presidente de la Generalidad, sugiriendo públicamente la conveniencia de su dimisión, y destrozar así su imagen pública desde dentro de la propia organización regional sin solución de continuidad.
Ese 'magnicidio' calculado por Zaplana y ejecutado por Ripoll es lo que ha conducido a la esperpéntica situación a la que asistimos sin programa de mano aunque alguno tengamos en nuestro poder su prueba de imprenta recompuesta trocito a trocito por la conducta de los propios actores y hasta figurantes de este sainete malo.
¿Por qué no está imputada la alcaldesa de Orihuela, Mónica Lorente, vicepresidenta de la Diputación y mano derecha de Ripoll? ¿Qué hacía en Madrid ese martes y habló o no habló con Rajoy si es que estuvo en Génova 13, tal como parece? ¿Por qué hace un mes que se rumoreaba la detención de Enrique Ortíz y por qué su esposa preparó un refrigerio a los policías que registaron su domicilio? Si es secreto el sumario, ¿cómo es que oficiosamente sabemos de que se acusa a cada uno de los once detenidos?
Algo huele a farsa y traición en todo ésto para un solo y gran perjudicado, aparte del denunciante Ángel Fenoll, imputado ahora por nuevos presuntos delitos dentro del mismo sumario.
Atención al comportamiento de algunos medios, muy necesitados, a partir del próximo lunes porque la agonía se puede prolongar durante todo el verano en esta gran partida de ajedrez abierta desde fuera de Alicante por personajes en la opacidad excepto en campaña electoral, cuando se presentan como valedores de Alicante en Madrid al estar vetados en su propia tierra y en la capital de su región.
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