En primer lugar, las fusiones son una mentira. El término fusión es engañoso. En realidad, no existen. No hay fusiones: hay absorbentes y absorbidos, vencedores y vencidos, ganadores y perdedores, el pez grande se come al chico. Está demostrado que el 75 por ciento de todas las mal llamadas fusiones que ha habido en el mundo en los últimos diez años, a los dos años de la fusión han aportado menos valor que cuando funcionaban por separado. Hay choque de culturas, se marchan talentos y personal válido y no se cumplen las sinergias esperadas.
Además de ser mentira, también son un gran error; y si nos referimos a las fusiones de cajas, el error es muy grave y lo pagaremos todos los españoles con más impuestos. El colmo del error es el de las denominadas fusiones frías, o Sistemas Institucionales de Protección (SIP). Algunas se han hecho con prisas debido a que el plazo para la concesión de ayudas termina el 15 de junio. En éstas, es prácticamente imposible aunar diferentes equipos directivos, consensuar quién será el gestor que lidere el proyecto, cómo hacer que funcione un solo sistema de riesgos, etc. Las sinergias esperadas no se van a producir. ¿Qué sinergias hay, por ejemplo, entre Caja Murcia, Caixa Penedés, Caja Granada y Sa Nostra, con una central en Madrid y gestionado por Caja Murcia?, ¿cómo se van a poner de acuerdo para preservar la obra social en cada territorio?, ¿quién va a cerrar más oficinas y quién empieza? Y en la reciente fusión fría de Caja Madrid con Bancaja han prevalecido los intereses políticos sobre los económicos y de gestión, lo cual es un mal presagio.
Si las fusiones frías son un gran error, el resto de uniones también lo son. La mayoría de las cajas que se han fusionado tienen problemas de todo tipo: de liquidez, de exceso de personal, de activos inmobiliarios difícilmente realizables o, en todo caso, vendibles a medio o largo plazo y a precios muy inferiores a los que tienen contabilizados en sus balances, y problemas graves de deficiencias importantes en la gestión, agravados por las intromisiones políticas en los diferentes territorios.
En definitiva, se unen diferentes cojos y no por eso van a poder andar mejor. En todos los casos, el pez grande se come al chico. La Caixa absorbe a Caixa Girona, Caja Madrid (no exenta de problemas) absorbe cajas tan distintas como la Insular de Canarias, Ávila, Segovia, La Rioja y Laietana. La dimensión de las dos grandes cajas españolas es tan grande que el coste de las fusiones quedará absorbido y diluido en sus resultados, sin que lleguemos a saber nunca cuál habrá sido el coste total. Los clientes de La Caixa que tienen productos financieros de la entidad cuya rentabilidad depende de sus resultados no deben estar muy de acuerdo en que éstos se vean lastrados por los costes de la absorción de la Caixa de Girona.
El resto de fusiones, además de juntar entidades distintas con grandes problemas, esconden tres elementos perversos. El primero, que serán gestionadas por los mismos gestores que las han llevado al desastre y en algunos casos incluso se dice que la gestión se ejercerá por turnos rotatorios, lo que es garantía de fracaso.
El segundo elemento perverso es pensar que a mayor tamaño, mayor rentabilidad; y no necesariamente por aumentar la envergadura la entidad resultante será más rentable que funcionando independientemente. En un entorno cambiante como el actual, la dimensión importa menos que la agilidad. En mercados más estables, la regla que prevalecía era "cuanto más grande, mejor". Hoy es mejor ser ágil.
El tercer elemento perverso es el choque de culturas. La mayoría de las fusiones fracasan porque se juntan dos organizaciones con culturas muy diferentes y todos sabemos que la cultura -o la forma de hacer, de pensar, de creer, de una empresa- es lo más difícil de cambiar.
En definitiva, en mi opinión, hubiera sido más claro, transparente, sano y menos costoso liquidar las cajas que no tienen futuro, asumiendo el Frob cada uno de estos casos, y ayudar individualmente a las que lo necesiten, en lugar de forzar fusiones que acrecentarán los problemas, retrasarán su recuperación y serán más costosas para el erario público y, por tanto, para todos los españoles en forma de impuestos.
El único resultado previsible es un aumento del paro, por todas las personas que van a sinergiar, pero no un avance ni en la gestión, ni en la rentabilidad y mejora de la obra social, que es el objetivo principal de las cajas.
(*) Jaume Llopis Casellas es economista. Profesor de IESE Business School (Universidad de Navarra) y profesor invitado en IPADE (México), San Telmo (Sevilla), AESE (Lisboa) y Escuela Internacional de Gerencia (Granada). Es miembro del consejo de administración de varias empresas europeas y latinoamericanas. Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Barcelona y MBA por el IESE. A lo largo de su trayectoria profesional, ha asumido puestos de alta dirección. Es experto en mercados de consumo y distribución en Europa, EE.UU. y Latinoamérica. Y Member of the Telefónica’s Disruptive Council.
http://www.eleconomista.es/opinion-blogs/noticias/2226743/06/10/LAS-FUSIONES-UN-GRAN-ERROR.html
4 comentarios:
Como se nota que este profesor no está comprado por don Carlos al contrario que otros a sueldo de la tercera planta para ejercer de palmeros sin más rigor y ninguna ética
Ya era hora de que alguien sacara a la luz la gran mentira de las cajas y sus SIP. Un auténtico atraco a los intereses de todos los españoles.
Carlos, cielo, te pillaron. Los ninot falleros tiene una vida limitada y la tuya ya llegó. No puedes mantener la ficción por más tiempo.
Más claro no se puede ser. A ver donde queda la responsabilidad de los que han gestionado las cajas y las han arruinado. ¿Se les exigirá? No lo creo. Mientras los directivos analizan la nueva situación y siguen cobrando sus buenas primas el resto de mortales tendremos que arrimar el lomo para que estos sigan hasta que reviente.
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