Se cumple este año el bicentenario de la muerte en Sevilla del murciano José Moñino y Redondo, Conde de Floridablanca y presidente de la Junta Central Suprema durante nuestra Guerra de la Independencia, que se consagró como un hombre clave en la Historia de España durante el siglo XVIII.
La muestra rememorá, a través de dibujos, documentos, pinturas, porcelanas, libros, joyas y esculturas procedentes de museos e instituciones de toda España y del extranjero, el nacimiento del Conde de Floridablanca, “una de las personalidades más atractivas y complejas de la Historia, tanto de la Región de Murcia como de España, y que supone un emblema de la Ilustración en nuestro país”, según el consejero de Cultura, Pedro Alberto Cruz.
Y servirá para recordar al que fuera primer secretario de Estado durante 16 años en los reinados de Carlos III y Carlos IV, a caballo entre los siglos XVIII y XIX.
Cruz destaca su “carácter multidisciplinar al desbordar el formato propio de la exposición para convertirse también en un proyecto científico”. Además, recuerda la figura del político murciano a través de casi 250 obras de grandes artistas como Goya, Batoni, Mengs, Ferro, Bayeu, Vergara, Houasse, Flaugiers y Giaquinto.
Recordará esta muestra la figura de semejante personaje murciano destacado en sus labores de mecenazgo y patrocinio de expediciones científicas, sus avances en la educación/instrucción de los españoles y su preocupación por la mendicidad en la España de su tiempo.
Presentará también el nacimiento del conde, sus estudios, las reformas que llevó a cabo, su política científica y artística. Se podrá conocer la vinculación de Floridablanca con la ciudad de Murcia y algunas de sus herencias, como el proyecto de los Molinos del Río o el puerto de la Cadena, como nueva vía de comunicción terrestre con Cartagena y su puerto.
Pretende dar a conocer, a fondo, a uno de los personajes que hicieron posible la existencia de un patrimonio histórico-artístico en Murcia, como es este caso del Conde de Floridablanca, y su actual estado de conservación y /o deterioro.
Se la curiosa coincidencia, además, de que una de las sedes de la exposición, la Sala San Esteban, haya sido también una de las primeras casas de los Jesuitas en Murcia, cuando precisamente fue el conde de Floridablanca quién consiguió del Papa la expulsión del país de esta orden religiosa.
A través de diversos procedimientos se muestra el nacimiento del conde, su entorno familiar y sus primeros estudios; los años de abogado en la Corte; el inicio de su actividad política; su nombramiento como embajador en Roma y, más tarde, la obtención del título de conde de Floridablanca; sus años de Primer Ministro; las profundas reformas que realizó; su política científica y artística, y su papel como protector de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
La exposición también dará a conocer la caída en desgracia de Floridablanca y su retiro en Murcia, los siguintes años de prisión en Pamplona, su retorno a la política en Murcia y, finalmente, su muerte en Sevilla y su posterior traslado a nuestra ciudad para ser enterrado en su parroquia, justo detrás de su casa-palacio.
En definitiva, se trata de poner de manifiesto la importancia de una figura tan relevante para los murcianos, no sólo por su vinculación a la ciudad sino por su relación con la monarquía española de orígen borbónico.
La exposición está organizada por la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, a través de las consejerías de Cultura y Turismo; el Ministerio de Cultura, por medio de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales; el Ayuntamiento de la capital regional; la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; y la Fundación Caja Murcia, a través de su Proyecto Huellas.
El comisario de la Exposición será el catedrático de Historia del Arte de la UMU, Cristóbal Belda.
Biografía en breve
José Moñino inició sus estudios en Murcia y después en Orihuela donde se graduó en leyes. Estudió abogacía en la Universidad de Salamanca, profesión que ejerció junto a su padre durante algún tiempo. Sus contactos como abogado con personajes influyentes, como el duque de Alba o Diego de Rojas, le facilitaron la entrada en el Consejo de Castilla como fiscal de lo criminal en 1766.
Allí estableció una relación estrecha con Campomanes, consagrándose ambos en la defensa de las prerrogativas de la Corona frente a otros poderes y, en particular contra la Iglesia (regalismo).
En 1767 actuó contundentemente contra los instigadores del motín de Esquilache en Cuenca y colabora con Aranda y Campomanes en la expulsión de los jesuitas de los territorios de la Corona española ese mismo año.
En 1772 es nombrado embajador plenipotenciario ante la Santa Sede, donde influyó en Clemente XIV para obtener la disolución definitiva de la Compañía de Jesús, objetivo que alcanza en 1773. En premio a estos servicios, Carlos III le nombra conde de Floridablanca ese mismo año.
El 19 de febrero de 1777 toma posesión como Secretario del Despacho de Estado (especie de ministro de Asuntos Exteriores), cargo que ocuparía hasta el 27 de febrero de 1792, ocupando interinamente la Secretaría de Gracia y Justicia entre 1782 y 1790.
Floridablanca orientó la política exterior de Carlos III hacia un fortalecimiento de la posición española frente a Inglaterra, motivo por el que interviene en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos junto a Francia y las colonias rebeldes en contra de Inglaterra (1779-1783), gracias a lo cual consigue recuperar Menorca (1782) y Florida (1783).
Sin embargo, no es capaz de tomar Gibraltar. Potenció también la amistad con los príncipes italianos de la Casa de Borbón y con Portugal (con la que firma un tratado de amistad en 1778, el Tratado de San Ildefonso, por el que obtiene las islas africanas de Annobón y Fernando Poo).
Pronto se vio enfrentado al partido aragonés que encabezaba el conde de Aranda, pues Floridablanca pretendía reequilibrar las instituciones de la Monarquía dando más peso al estilo de gobierno ejecutivo de las Secretarías de Estado y del Despacho, mientras que Aranda defendía el estilo tradicional que representaban los Consejos.
En esa línea creó en 1787 la Junta Suprema de Estado (presidida por él mismo), que respondía a la idea de coordinar las distintas secretarías en una especie de Consejo de Ministros, obligando a todos los secretarios a reunirse una vez por semana.
En 1789 el pueblo de Madrid, en múltiples panfletos, acusaba a Floridablanca de robo y de deslealtad a la Corona. Éste quiso dimitir, decisión no admitida por Carlos IV, el cual creó varias secretarías (Gracia y Justicia, Real Casa y Patrimonio) para aliviar los trabajos de Floridablanca.
Ante esta situación, Floridablanca quiso abandonar su cargo, sin resultado, puesto que el testamento real estipulaba que el hijo y sucesor del rey Carlos III debía mantener su confianza en el Conde de Floridablanca.
Antaño reformista, los sucesos de la Revolución Francesa hacen cambiar de forma radical su punto de vista político, convirtiéndose en abanderado de una fuerte reacción, que lleva al encarcelamiento de Francisco Cabarrús y la caída en desgracia de Jovellanos y Campomanes. El 18 de julio de 1790 sufre un atentado, del que escapa ileso y dos años más tarde Carlos IV le destituye y es apresado en la casa de su cuñado, Robles Vives, en Hellín.
La subida al poder de Aranda le lleva a la cárcel en la ciudadela de Pamplona, bajo acusaciones de corrupción y abuso de autoridad. A la caída de Aranda, sustituido por Manuel Godoy, es liberado (1794). Sin embargo, Floridablanca no vuelve a intervenir en asuntos políticos y se retira a su ciudad natal, Murcia.
Tras el levantamiento de Madrid contra los franceses (2 de mayo de 1808), Floridablanca organiza la Junta Suprema de Murcia y es nombrado poco después presidente de la Junta Central Suprema, muriendo al poco tiempo en Sevilla. Está enterrado en la iglesia murciana de San Juan Bautista.