El Gobierno, en caso de que Rodríguez Zapatero sea investido presidente entre el 8 y el 9 del mes de abril, tiene previsto hacer frente a la grave crisis económica con “medidas de choque” que serían aprobadas en el primer Consejo de Ministros del nuevo gabinete que se reuniría el viernes día 11. El Gobierno, que hasta hace unas semanas ha venido sosteniendo que estamos solamente ante una desaceleración coyuntural, y no ante un cambio de ciclo económico, parece haber cambiado de criterio ante los últimos datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) sobre el hundimiento del sector inmobiliario, sobre las crisis de las hipotecas, sobre los efectos que está causando, en la cuenta de resultados de los Bancos y las Cajas de Ahorro, el hundimiento de la construcción, y sobre la señal de alarma que acaba de dar el presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, anunciando que “da miedo la parte del balance de algunas entidades soportada por el ladrillo”.
Durante la campaña electoral, el Partido Socialista ha venido manteniendo la tesis de que la desaceleración duraría poco, que el crecimiento, aunque corregido a la baja, no sería menor del tres por ciento y que el país está en condiciones de hacer frente a lo que se nos viene encima, estimulando la construcción de vivienda social y, sobre todo, potenciando la obra pública.
Confiando, además, en que hay un suficiente superávit para hacer frente a esta etapa de “vacas flacas”, un superávit superior al 2% del PIB.
Todos los que no han coincidido con las tesis gubernamentales han sido acusados de “antipatriotas”, cuando, en realidad, la crisis es importada aunque aquí se ha unido al hundimiento inmobiliario que habían anunciado que sería suave pero que ha sido mucho más rápido del que se esperaba.
“La economía, y en concreto su dependencia de un sector de la construcción en rápido deterioro, se ha convertido —señala el periódico Financial Times, la Biblia de la prensa económica británica— en el mayor desafío con el que se enfrenta el Gobierno de Rodríguez Zapatero.”
“Se espera —añade el periódico— que los datos sobre los próximos meses confirmen una ralentización mayor, y algunos economistas prevén un crecimiento del PIB para este año de un 2%... Es, aproximadamente, la mitad de la tasa del 2006, cuando se aprobaba la construcción de 800.000 nuevas viviendas, más que en Francia, Alemania y el Reino Unido juntos.
Según el INE, las ventas de las viviendas de segunda mano y de apartamentos sufrió en enero su mayor caída, mas del 35%, hasta, más o menos, 32.400 unidades. Las ventas de viviendas nuevas en enero descendieron casi un 15%, hasta 29.400, comparado con casi el 120% hacia finales del pasado año.”
Por su parte, The Independent, bajo el escandaloso título de “El mercado español sufre un cataclismo”, destaca que “el antes próspero mercado inmobiliario español está en caída libre y los datos disponibles han frustrado las esperanzas de un ‘suave aterrizaje’ en este sector que ha sido el motor de la economía española”.
“La noticia —añade el periódico— asustará a millones de españoles —y a cientos de miles de británicos y demás europeos del Norte— que se lanzaron a pedir hipotecas sobre viviendas porque pensaban que era una inversión sólida. Varias empresas importantes de la construcción han quebrado en los últimos meses, con las ventas paralizadas, y no han podido devolver los grandes préstamos que habían pedido a los Bancos.”
Probablemente, la situación es mucho más grave de lo que, hace meses, comenzó a detectar la gran prensa económica europea, que criticaba a Zapatero por su falta de iniciativa ante la grave situación, en la que entraba un país excesivamente dependiente del petróleo, con una economía basada en el ladrillo y en el consumo, con escasa competitividad y con reformas estructurales pendientes desde hace muchos años.
Aunque los pronósticos del Financial Times han producido gran malestar en el Gobierno, la situación parece mucho más pesimista de lo que ha venido anunciando a lo largo de estos últimos meses.
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