Valcárcel ha ido estos días cual puta por rastrojo, pese a su tan abultada como irracional reciente victoria electoral, intentando que no se le escape el control político de municipios clave para los intereses de la cleptocrática pirámide del ladrillo que lo sustenta, y lo financia para que siga favoreciendo todo lo que tiene que ver con las ganancias desorbitadas de sus patrocinadores económicos. Si nos damos cuenta, se ha centrado, hasta involucrarse personalmente, en dos términos costeros donde todavía se puede seguir construyendo de lo lindo y que le den por donde sea al medio ambiente: San Javier (por La Manga) y Águilas. Y no es casualidad aunque pueda aparecer como una coincidencia. Este ya no da puntada sin hilo camino de su retiro para contar e inventariar todo lo acumulado desde 1995 con la aprobación popular.
En el primero inexplicablemente ha pinchado en hueso pese a los 300 millones de pesetas que parece meroderaron en las conversaciones para primar la buena voluntad si se concretaba en algo más que deseo. Ni ofreciendo, a la desesperada, la alcaldía a la ambiciosa, pero progresista, Arancha Espeso, ha logrado el presidente en funciones abducirla al paraíso de los capos protectores que todo lo codician y cuyo sumo sacerdote es este antiguo y discreto estudiante provinciano, al que recuerdo de joven siempre vestido de huertano por presto para actuar en el Festival Internacional del Folklore Mediterráneo. Le iba la comedia desde bien pronto para entretener al público mientras otros mas pillos y espabilados, desde la Diputación Provincial, hacían su agosto creyendo distraídos a los periodistas locales de la época.
En el segundo caso, más fácil por la ambición desatada del aguileño Pedro Gil, es claro que se ha empleado más a fondo Valcárcel porque puede estar en juego, nada más y menos, que la grandiosa expectativa del desarrollo urbanístico de la Marina de Cope. Ahí alguno de sus "jefes" se la está jugando con otros capos, más peligrosos si pierden la enorme inversión inducida en terrenos desde la planta noble de un funcional edificio de oficinas de la Gran Vía murciana. La semana que termina ha sido de infarto en "Crimimur" por esta incertidumbre, provocada en gran medida por la tranquilidad, la paciencia, las buenas formas, el juicio claro y el mejor cálculo del aspirante socialista, Ramón Román, con el Vº Bº de Pedro Saura y José Blanco, y sabiendo que el tiempo jugará a su favor durante los próximos meses y, tal vez, años.
Por eso, y tras el fracaso, ¿todavía reversible?, de San Javier, es por lo que Águilas no se le puede escapar al antiguo danzarín de aquel otro festival. ¿Ha intervenido el ex alcalde socialista lorquino, Miguel Navarro, de intermediario entre Gil y el PSRM? O más bien, ¿lo ha hecho a favor de Valcárcel? ¿Qué papel ha jugado el ex presidente Carlos Collado, último en la candidatura socialista aguileña? Gil sabe que pende sobre él esa imputación que puede activar el ministro de Justicia, el ex fiscal Bermejo, y todo se acaba en un plis plas, incluida la posibilidad de alcanzar algún día la vara de alcalde . Por eso anda indeciso todavía aunque el cuerpo le pida cortar el paso de la alcaldía al ex compañero, Ramón Román, que lo largó del PSRM aguileño por jugar por libre en el tema de La Zerrichera al creerse todavía estar en los impunes tiempos del opaco Ramón Ortíz y coquetear en exceso con Trinitario Casanova.
La cosa es que a Valcárcel no le importaría matar dos pájaros de un tiro ofreciendo a Gil la alcaldía y prescindiendo del tan comprometido con su reciente pasado como es el alcalde en funciones, Juan Ramírez Soto, y por eso estuvo ayer viernes en Águilas, en un último intento de evitar la decantación de Gil por el tripartito con PSRM e IU-LV empujado por los poderes económicos fácticos de la localidad, todos de acuerdo en que el imputado primer edil no debe estar ni un minuto más al frente de esta población atendiendo a la que se le viene encima en los tribunales. Gil tiene más compromisos con sus apoyos locales que con esos capos murcianos de mayor entidad y que lo engullirán a la primera de cambio por el peligro que representa a su edad, y sin hijos, tal exceso de ambición y semejante manantial de ambigüedad e independencia. ¿Qué le pasó a García Zapata con el MIRA? ¿Le va a suceder lo mismo a Paco López Franco con la suerte del cuñadísimo? La pelota esta en esos tejados.
Protección de la mafia murciana para entrada en repartos, vara de alcalde (pese a su imputación) e impunidad frente a los tribunales murcianos es la última oferta conocida de Valcárcel a Gil, según los más enterados de aquel lugar con noticias recién producidas frente a la bahía aguileña sin esconderse de nadie. Por contra, sangre, sudor y lágrimas es la única contrapartida que hoy le pueden ofrecer los dos potenciales socios para un tripartito, donde la vara de alcalde sería primero para Ramón Román y luego ya veremos si te portas bien. Hasta sería una opción más inteligente vista la ansiedad del gran capo de "Crimimur" por la suerte que puedan correr los proyectos sobre la Marina de Cope con Zapatero en La Moncloa.
Por eso la pregunta más pertinente en estas horas sería: ¿Por cuenta de quien acude el mismísimo presidente a Águilas? Y la mayor duda que nos asalta a todos es si el financiero obseso, de estirpe lorquina y por tanto fronteriza, ha llegado a pedir la intervención del residente censado Domingo Jiménez Beltrán, ex director general de la Agencia Europea del Medio Ambiente, para que temple gaitas cerca de los ilusionados, por renovados, jóvenes concejales socialistas aguileños.
La larga trayectoria política de Ramón Román le ha hecho destapar las cartas, no todas, en el último minuto. Su olfato, su calma, su intuición y su oficio le pueden haber deparado un gran futuro que, tal vez, no empiece hoy aunque sí su cuenta atrás al ser, sencillamente, el actor en presencia más honesto y el llamado a inaugurar una nueva Era en un pueblo en franco declive por la ignorancia supina de ese gran metalúrgico de derechas que es Juan Ramírez Soto.