Esta misma semana el presidente de Caja Mediterráneo, la CAM, Vicente Sala Bello, va a proponer a la Asamblea General, en plena crisis financiera mundial, que la entidad venda en el momento oportuno una parte sustancial de lo que vale (20%) para poder afrontar una seria crisis de liquidez, no aceptada nunca públicamente por cuestión de imagen y potencial riesgo de mayor desconfianza. Es el trance más difícil, y apasionante, de los vividos en sus más de cien años de agregada existencia.
La dimensión alcanzada en poco tiempo por la CAM y la enorme profesionalización de su equipo directivo, la han hecho menos vulnerable que otras pese a su mayor exposición al riesgo crediticio hipotecario y a las interferencias constantes de políticos regionales, sin medida a favor de determinados intereses no generales, caso claro del diputado Eduardo Zaplana, en cuanto a financiación privilegiada y de cierto alto riesgo.
Vicente Sala era y es un empresario de éxito, sin formación superior pero con alguna experiencia anterior como consejero en la banca. Roberto López es un ejecutivo maduro salido de la propia entidad aunque capaz de comandar un equipo técnico, heterogéneo por su diversa procedencia y la irrupción de la mujer en los más altos niveles operativos de la CAM. Hasta aquí existe garantía teórica en una gestión que se ha demostrado aparentemente exitosa hasta el momento del estallido de la crisis financiero-hipotecaria de base inmobiliaria.
Pero siguiendo la doctrina conformada por el BCE desde entonces, en el sistema se detectan ahora exposiciones a riesgo de liquidez, de crédito y de modelo. Y la CAM no es ajena a esas exposiciones señaladas desde Francfort. ¿Cuánto vale realmente la CAM a día de hoy, 3.000, 4.000, 5.000 millones de euros? Ni Sala lo sabe porque el propio mercado la está revaluando cada día y, mucho me temo, que algo a la baja, en medio todavía de riesgos sistémicos subyacentes, según la apreciación del FMI.
Los mayores expertos en la materia, como González-Páramo, ya han señalado que las auditorias de 2007 seguramente marcarán a la baja, respecto del valor de mercado, la exposición a instrumentos de financiación estructurada. Y es que las reconocidas enormes tensiones de liquidez provocan que la confianza no reine entre las entidades, tal como se observa en el mercado interbancario, incluida la CAM por mayor afectada debido a su dimensión alcanzada y el contexto territorial concreto de sus mercados de clientes en la cornisa mediterránea.
Resulta urgente, pues, una fuga hacia delante antes de que KPGM firme la auditoria, con un crecimiento de activos dudosos en torno al 30% según las nuevas Normas Internacionales de Contabilidad (NIC), de un ejercicio cuya segunda parte pueda provocar honda preocupación al revelarse tal cual. No en vano, el Banco de España instó en octubre a la CAM a vender suelo para ganar en liquidez y solvencia.
El mercado, en general, refleja ahora un extraordinario riesgo de liquidez de las propias entidades al desconocer ellas mismas sus particulares compromisos, antes de que el volumen de negocio comenzase a desplomarse en el cuarto trimestre, aparte de un elevado riesgo de financiación en relación con otras entidades y riesgo de crédito. ¿Encuentran refinanciación? Persiste una enorme y desproporcionada exposición al riesgo, episodios de turbulencia y tensiones, que impactan en los mercados globales del dinero, el crédito, los bonos, las divisas… Y nada de eso es ajeno a la CAM hoy.
La tensión actual global tiene su origen, fundamentalmente, en una información incompleta aunque la fundamental de calidad haya sido manejada desde el principio de la crisis por el BCE, en tiempo real, para poder actuar sin más dilación. Pero el BCE no sabe con precisión, ni puede saber, aunque debiera en la medida de lo posible, qué pasa en la CAM, que aún no ha valorado bien sus posibles pérdidas, tal vez porque los modelos vigentes se han demostrado inadecuados. Y también por una supuesta nula gestión del riesgo de liquidez en escenarios extremos como el actual. “Si no hay transparencia, el mercado seguirá distorsionado”, afirma el catedrático González-Páramo, consejero del BCE en representación del Banco de España.
Nuestras cajas son menos transparentes que las entidades norteamericanas (lo que ahora puede ocasionarle a la CAM un problema añadido con la Reserva Federal norteamericana por su presencia en USA a través de “CAM US Finance S.A., y de igual modo con el Banco de Inglaterra) cuya información al mercado es más detallada.
La CAM, ante su pretensión expresa de emitir cuotas participativas debería, a juicio de los mayores expertos, haber sido ya más precisa de “motu propio” sobre sus exposiciones, directas e indirectas, al riesgo. Los rumores se disipan con transparencia pero se alimentan con opacidad, artificios y/o medias verdades, que dinamitan la confianza a medio y largo plazo.
No obstante, la inspección forzada del Banco de España (casi permanente en la CAM desde comienzos de 2007) se ha intensificado desde el verano ante su intención de debutar en el mercado de valores y las advertencias razonadas de algún impositor como particular, dirigidas por conducto fehaciente al BCE y a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
Coincide la necesidad estratégica de la CAM de salir en busca rápida de una liquidez más onerosa a su cuenta de resultados, para no tener que frenar su expansión y la retroalimentación que ésta le proporciona, con el fin del idilio crediticio como consecuencia del proceso de ajuste en el sector de la construcción inmobiliaria. Porque el Banco de España confirma que la vivienda está sobre valorada entre un 25-35%.
Precisamente uno de los desequilibrios más reconocidos de la economía española es del mercado inmobiliario, al que la CAM se ha sobre expuesto desde hace diez años, aunque matice en su favor que “sólo un 17% respecto a la segunda residencia”, que es donde se ceba el ajuste del propio mercado sobre el sector.
La CAM es ya la quinta entidad española de crédito en cuanto a cuota de mercado (3,8%), precisamente por una espectacular evolución de los créditos hipotecarios que ha concedido, y sólo por detrás de La Caixa, BBVA, Caja Madrid y Banco de Santander. Ese esfuerzo de los últimos años es más que evidente como conjunción de muchas y diversas aportaciones profesionales y expertas. Pero una situación relativa de éxito no se tiene que corresponder necesariamente con otra absoluta del mismo rango aunque diga haber crecido un 22,1% en el tercer trimestre.
La clave del futuro de la CAM reside en que los efectos de la actual crisis financiero-hipotecaria no la instalen definitivamente en el comienzo de una crisis de solvencia. Ante un cambio de ciclo como el que estamos viviendo y cuya duración y consecuencias son todavía muy inciertos, las calificaciones favorables de las agencias de “rating” resultan muy provisionales al conjugarse su juicio en participio pasado y no en futuro imperfecto o ni siquiera presente de indicativo.
Además, una de ellas, “Moodys´s”, ha dicho ya que rebajará calificación de riesgo en entidades financieras si se dispara la morosidad. Es de esperar que las otras dos, contratadas también por la CAM, “Standard & Poor´s” y “Fitch” hiciesen lo mismo llegado el caso. Hoy por hoy coinciden las tres en “una gestión conservadora del riesgo, buena diversificación de fuentes de financiación, y reducción de la sobre exposición al riesgo inmobiliario” como un último retrato de la entidad, más histórico que estratégico, sin verificación precisa de organismo oficial alguno.
Sin embargo, el marco general no permite ser excesivamente complaciente sobre la evolución inmediata de la CAM en un complejo contexto español, que el FMI considera más expuesto a la actual crisis crediticia por deterioro del sector inmobiliario y que le lleva a aconsejar, como necesaria, una reforma de nuestro sector financiero.
Doctores tiene ese organismo multilateral sin perjuicio de las dudas que puedan asaltar a algún cualificado impositor de la entidad en su insistencia sobre una situación objetiva de falta de liquidez, preocupante morosidad, casi total dependencia del mercado financiero externo, alta concentración de riesgo hipotecario y búsqueda constante de capitales ajenos como necesidad ineludible para la continuidad de su funcionamiento.
Según CC. OO., la CAM necesita obtener liquidez para aspirar a otro tipo de deuda. Es cierto. A través de “Ahorro Corporación” ha solicitado al BCE otros 350 millones de euros (exactamente la misma cantidad que “Caja Murcia” y la más alta entre otras cajas de ahorro españolas de un total de 3.000 millones) para recuperar cierta posición de liquidez antes de emitir cuotas participativas por tener muy agotadas ya, para obtener recursos, la deuda subordinada y las participaciones preferentes, en espera de que se estabilicen los mercados financieros, que es la condición impuesta por el Consejo de Administración para vender una parte sustancial de la CAM por unos 1.000/1.200 millones de euros como única solución posible para salir de su comprometida situación.
Un fiscal de Nueva York investiga ya la titulización hipotecaria como desencadenante de la actual crisis financiera global. En España se han titulizado sólo en octubre 350 millones de euros en cédulas hipotecarias. Tras las recomendaciones, sino exigencias, urgentes del Banco de España, la CAM ha tenido que provisionar un 150% más tras el repunte de la morosidad hipotecaria del promotor hasta un 1% y ver como se endurecía particularmente el control del organismo supervisor por más expuesta a la situación extrema de crisis del sector inmobiliario al haberle dedicado la mayor parte de su inversión crediticia. Se habla de hasta un 70% sobre el total, sin ser ésta una cifra suficientemente contrastada hasta el momento.
Según sus propios datos, la CAM prestó hasta septiembre pasado 57.000 millones de euros y obtuvo un beneficio neto de 326,77 millones, con unos ratios impecables y envidiables. La soberanía financiera de la Comunidad Valenciana y la Región de Murcia tiene mucho que ver con la solvencia de esta entidad. Vender ahora a extraños ajenos una quinta parte de la propiedad no debe resultar cómodo pero es el tributo a pagar por haber aprovechado en exceso lagunas en los marcos prudenciales como tendencia de los nuevos productos financieros. El propio FMI ya advirtió que eso podría resultar problemático y, por tanto, había que evitarlo. También le ha pasado lo mismo a otras grandes entidades extranjeras mucho mayores, desde la UBS hasta el Citigroup.
Las cuotas participativas que el Consejo de Administración pretende que este viernes le apruebe la Asamblea General servirán, seguro, para mejorar su estructura de capital pese a las lagunas jurídicas que las envuelven a raíz de la sentencia contraria del Tribunal Supremo 26/10/2005 y la doctrina jurídica al respecto de la propia Unión Europea, que permiten recurrirlas por cualquier impositor de la CAM.
Pero lo más preocupante es la duda que anida en determinados impositores sobre el montante pendiente de anteriores emisiones de títulos, obligatorios y vinculantes para la entidad, en mercados extranjeros y paraísos fiscales, a responder con patrimonio si existe falta de liquidez para su eventual reembolso, más allá del 20% del que ahora se habla.
Otra duda que subsiste, y que Vicente Sala ha despejado parcialmente al decir que necesariamente no se han de cotizar en Bolsa, es que si la CNMV no admite las cuotas de la CAM a cotización en el mercado español de valores, se pueden colocar en otros mercados e, incluso, en paraísos fiscales llegado el caso y ante la apremiante necesidad de liquidez.
Pero por si sí o por si no, algún avezado impositor ha revelado que tiene alertada a la Reserva Federal de los Estados Unidos aparte de advertidos a los consejeros generales de la CAM de que pueden incurrir en algún tipo de responsabilidad personal en base a su decisión del viernes.
Lo deseable ahora es que todo se haga más que bien y las velas de la CAM vuelvan a henchirse con viento fresco a partir de una nueva hoja de ruta y la tripulación quede escarmentada de aventuras por los inciertos resquicios, con trampa, del sistema.
* Periodista.