PEKÍN.- Xi Jinping ha celebrado este miércoles su 69 cumpleaños con una llamada telefónica a Vladimir Putin. Es la segunda conversación que comparten desde que comenzó la guerra en Ucrania.
Xi prometió a su homólogo ruso que la segunda potencia mundial continuaría apoyando a Moscú en materia de "soberanía y seguridad". Xi también lanzó otro guiño a Putin destacando el buen momento por el que pasan las relaciones bilaterales desde principios de año "frente a la agitación y los cambios globales".
Hacía tres meses y medio que los dos mandamases de Pekín y Moscú no cruzaban llamadas. Los dos autócratas más poderosos del mundo tienen visiones distintas sobre cómo extender su influencia. Uno parte por reescribir la regla a golpe de talonario e inversiones para hacer amigos. El otro, apuesta -y ejecuta- una expansión a golpe de tanques, misiles y balas.
Pero ambos juegan a domicilio con un autoritarismo creciente, que concentra el poder en manos de un solo líder de largo recorrido, y como visitantes son fuerzas asertivas que comparten la percepción de que Estados Unidos, su principal rival, amenaza sus intereses.
La última vez que hablaron Xi y Putin fue el 25 de febrero, mientras las tropas rusas avanzaban sobre Kiev después de bombardear el distrito de Obolon, a sólo nueve kilómetros del centro de la capital ucraniana.
No hubo un apoyo tajante del líder chino a la invasión, pero tampoco hizo ningún amago de crítica. Desde entonces, Pekín ha seguido caminando por esa ambigüedad.
En el gigante asiático definen su posición, de cara a la galería exterior, como neutral. Pero de puertas para dentro los medios controlados por el gobernante Partido Comunista Chino (PCCh) siguen la narrativa que marca el Kremlin, dado un respaldo tácito a la propaganda rusa.
La guerra en Ucrania va por su cuarto mes y desde China no han enviado armas a Rusia ni han brindado a Putin ningún tipo de apoyo militar. Pekín tampoco se ha convertido, por ahora, en el salvavidas económico de Moscú, aunque critiquen casi a diario las sanciones de Occidente.
Lo que el régimen chino tampoco ha hecho ha sido ningún movimiento para desempeñar un papel activo en la mediación con vistas a lograr un alto al fuego.
Por más presiones de Occidente para que use su influencia con su aliado Putin y deje de ponerse de perfil en el conflicto, Pekín ha hecho poco más que pedir la paz. Xi ha hablado con casi todos los actores importantes en la guerra: Putin, Biden, Macron, Scholz, Ursula von der Leyen... Pero se resiste a llamar al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski.
Los líderes chinos elogian a menudo la "resiliencia" de las relaciones bilaterales con Moscú y siguen apostando por la "coordinación estratégica sin límites" que Xi Jinping acordó con Putin el 4 de febrero, en la apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín. Aquel día, ambos prometieron profundizar la cooperación en varios frentes.
Ésa fue la última vez que los dos líderes, que tienen una
estrecha relación personal, habiéndose reunido casi 40 veces desde 2012, se vieron las caras. Xi apoyó entonces a Putin en la demanda de que la OTAN frene su expansión en Europa del Este.
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