BARCELONA.- Científicos del Grupo de Arqueoecología Social y Mediterránea (ASOME) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) han conseguido reconstruir los rostros de una cuarentena de habitantes de El Argar, sudeste de la península ibérica, que vivieron hace 4.000 años, en la Edad de Bronce. Los científicos de la UAB han analizado los rasgos faciales de estos individuos a partir del estudio digital y biológico de los cráneos recuperados en los yacimientos murcianos de La Almoloya y La Bastida, en Pliego y Totana, y hasta ahora han obtenido imágenes de 40 de sus habitantes.
El estudio, el primero que aplica este método sobre un conjunto tan amplio de individuos de un mismo sitio prehistórico, forma parte de un trabajo más ambicioso que lleva a cabo el grupo de investigación ASOME-UAB, que estudia la sociedad argárica, sobre relaciones de parentesco en la prehistoria.
La profesora del Departamento de Prehistoria de la UAB Cristina Rihuete Herrada ha explicado que los rostros humanos contienen información sobre la historia familiar y forma de vida ya que ciertos rasgos faciales pueden transmitirse de padres a hijos durante generaciones.
De ahí que los investigadores de ASOME se hayan propuesto hallar pistas sobre los vínculos de consanguinidad entre los habitantes de la sociedad de El Argar, que se extendió por el sureste de la península Ibérica hace 4.000 años y fue una de las primeras sociedades urbanas de Europa Occidental.
El primer paso ha sido el trabajo de Joana Bruno, investigadora de ASOME-UAB, arqueóloga y máster en ilustración científica, que ha hecho una reconstrucción facial de 40 habitantes de El Argar, seleccionados tras un detallado estudio osteológico de más de 250 esqueletos recuperados en tumbas bien conservadas de La Almoloya y La Bastida.
«A diferencia de las reconstrucciones faciales de individuos del pasado que suelen basarse en la inspiración artística, el enfoque de Bruno aplica procedimientos científicos comprobables», ha destacado Rihuete.
Bruno digitalizó los cráneos mediante un escaneado láser de alta resolución en 3D y sobre los modelos tridimensionales de los cráneos, añadió capas de músculo y otros tejidos blandos, para establecer el aspecto más probable de las personas a las que pertenecieron los cráneos, en un «ejercicio complejo que usa técnica forenses y datos del perfil biológico de estos individuos», según la arqueóloga.
«El método parte de características biológicas del individuo, sexo y edad, y de las medidas de cada cráneo. Posteriormente, se aplican ecuaciones de regresión a estos datos para obtener la posición relativa de los rasgos faciales. También se añaden valores medios de espesura de los tejidos faciales en zonas específicas del cráneo, para determinar lo que sería su apariencia más probable», ha detallado.
Hasta han reproducido los rostros de 22 mujeres, 16 hombres y dos niños argáricos, procedentes en su mayoría de La Almoloya, que ahora, con imágenes médicas y técnicas estadísticas investigará si la forma facial argárica conserva evidencias de parentesco y estilo de vida.
El siguiente paso: «retratos» artísticos de los argáricos
Apoyándose en los conocimientos fenotípicos del análisis preliminar del ADN y en los datos arqueológicos generados por el trabajo de campo de la UAB, la investigadora Joana Bruno también está trabajando en los primeros «retratos» artísticos de los argáricos.
«Es innegable el poder de las imágenes para la difusión pública del conocimiento arqueológico», señala la investigadora, para quien «la investigación científica y el trabajo artístico no tienen por qué ser ámbitos separados».
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