MADRID.- Las compañías de consumo están comenzando a lidiar con las presiones inflacionistas y con los problemas en los suministros. Ya han empezado a desplegar sus estrategias para salvar sus márgenes. Las grandes compañías han movido centros de producción para evitar cuellos de botella. La más pequeñas están comenzando a hacer acopio de stock. Inevitablemente, todo lleva a una subida de precios para el consumidor final, según un análisis de elEconomista.
Primero fueron los bienes intermedios de la industria de China, luego fueron los proveedores asiáticos de microchips, más recientemente el textil procedente de Vietnam o la gasolina en Reino Unido y la última vuelta de rosca de la crisis de suministros ha comenzado a golpear a los alimentos. La distribución en comercios está comenzando a tener los mismos problemas que las fábricas con sus pedidos. No hay suficiente capacidad para abastecer la demanda creciente de los clientes por la escasez de determinados productos.
Después de un año y medio tras la pandemia, las estanterías de los supermercados de países como EEUU o Reino Unido se enfrentan de nuevo a la escasez. "Nunca imaginé que estaríamos en esta situación hablando de problemas en la cadena de suministro, pero es una realidad", explica a Bloomberg Vivek Sankaran, consejero delegado de Albertsons, una cadena de supermercados en EEUU. "Un día cualquiera va a faltar producto en nuestras tiendas", no es una queja aislada en el sector. Es un sentimiento generalizado y que afecta a varios países.
"Estamos viendo escenas extraordinarias. En algunos supermercados antes veías alimentos frescos de temporada. Ahora se ven grandes expositores de desodorante. No es que la nación de repente haya empezado a oler mal, es que es lo único que tienen en cantidades suficientes, así que lo colocan en las estanterías para que parezcan llenas", explicó ayer el presidente de la Federación de Alimentos y Bebidas de Reino Unido, Ian Wright.
Llueve sobre mojado en las Islas Británicas tras los problemas de abastecimiento de combustibles y la falta de trabajadores en la hostelería y transporte. Los efectos del Brexit en el mercado laboral agravan una situación ya crítica, pero las causas son más complejas y apuntan a las cadenas de distribución. El mundo anglosajón no es el único perjudicado.
"Los costes de la energía, el encarecimiento de las materias primas, la falta de chips, envases y contenedores" están impactando en los precios, reconoce Ignacio González, presidente de Aecoc (Asociación de Fabricantes y Distribuidores), que abarca toda la cadena de valor del gran consumo en España. Asegura que "aunque no creo que haya problemas de abastecimiento, si es cierto que es una amenaza que está ahí".
"Estamos ante una tormenta perfecta y va a haber mucha tensión porque nuestros márgenes son muy ajustados", ha recalcado González, que ha recordado, en este mismo sentido, que hay ya un incremento de precios en los productos agrícolas y ganaderos.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) ha denunciado "aumentos considerables" en las cotizaciones internacionales del azúcar, trigo, carne y los aceites vegetales, productos básicos que afectan a cualquier rincón del planeta.
El índice de precios de alimentos básicos de la FAO desde hace meses está ofreciendo datos más que preocupantes ya desde origen. El precio del azúcar aumentó más de un 53% mensual en septiembre. El precio de la carne crece a un ritmo anual superior al 25%.
Según se avanza en la cadena de los alimentos, nuevos problemas van apareciendo. En Francia, los altos precios de la energía están creando "presión inflacionaria sobre todos los costes" que terminarán traspasándose a los clientes, dice Pascal Leroy, vicepresidente de Roquette Freres, una empresa de procesamiento de alimentos con sede en el norte de Francia. Y el principal productor de azúcar de Francia, Tereos, advierte sobre el aumento de los precios del gas natural que eleva los costos de producción para la empresa "tremendamente".
Land O'Lakes, una de las cooperativas agrícolas más grandes de Estados Unidos, no tiene problemas de producción y tiene suficiente cantid de leche en sus lecherías. "Los desafíos en la cadena de suministro siguen siendo problemas como la escasez de conductores, la mano de obra y la congestión en los puertos", apunta el directivo Yone Dewberry.
Los productores de carne en EEUU cuentan una historia similar. A principios de este mes, un proveedor de carne de cerdo no pudo sacar productos porque no había suficientes bandejas de poliestireno, explica Steve Meyer , economista del Consejo Nacional de Productores de Cerdo. La falta de mano de obra también está afectando a la producción. Las plantas están funcionando pero no a plena capacidad debido a la falta de trabajadores y camioneros, denuncia Meyer. Los animales se están sacrificando, pero no hay suficientes personas para manejar los procesos de valor añadido, como deshuesar, cortes especiales y procesos de curado.
Estos problemas se están trasladando a los súper, hay dificultades para encontrar determinadas piezas de carne, o a los colegios de Denver con desabastecimiento de leche. Y en Chicago cuesta encontrar determinados productos enlatados. "Estamos viendo escenas extraordinarias, donde antes veías alimentos frescos de temporada, ahora se ven grandes expositores de desodorante", describe la escena la patronal de distribuidores en Reino Unido. Las estanterías se llenan con los productos disponibles.
"Al principio de la pandemia, las compras por pánico fueron la causa de muchas de las situaciones de agotamiento de existencias", explica Italia McCarthy de Dill Pickle Food Co-Op, otra firma de pequeño comercio en EEUU. "Aunque la industria alimentaria pudo recuperarse un poco, la naturaleza sostenida de la pandemia, combinada con el lento ritmo de vacunación a nivel mundial y el reciente aumento provocado por la variante delta, han resurgido el problema del desabastecimiento", incide.
En mitad de los productores y los establecimientos se encuentran los grandes proveedores. La mala noticia es que las compañías comienzan a estar preparadas para que la tensión en la cadena se prolongue en el tiempo. Los grandes grupos están haciendo valer su tamaño y músculo financiero, para evitar que sus productos se agoten. P&G ha ido trasladando la producción de una fábrica a otra en China, cuando se ha visto afectada por las restricciones de consumo de energía. También ha aumentado el número de proveedores para evitar rutas saturadas.
Ikea ha reconocido problemas pero sus ventas no se han visto afectadas gracias al enorme stock que mantiene y que le permite ofrecer alternativas similares a sus clientes. Para compañías más pequeñas la clave también está en tener un amplio y flexible stock. Saffron Road, productor de comidas congeladas, ha aumentado su inventario para abastecer durante cuatro meses a sus clientes en lugar de uno o dos meses.
Las estrategias defensivas ante el actual contexto pasan por acaparar stock para aguantar lo máximo posible la escasez de suministro. Adnan Durran de Saffron Road admite que grandes y pequeñas compañías están haciendo lo mismo. "Por lo menos durará los próximos seis meses, y terminará en subida de precios generalizadas".
"Distribuidores y fabricantes están haciendo pedidos en exceso para intentar compensar los problemas de la cadena de suministro, y eso está conduciendo esencialmente a un escenario aún peor", explica a la CNN Jonathan Savoir, director ejecutivo de Quincus, empresa especializada en suministros.
Trasladar el incremento de coste suele ser la última línea roja para la mayoría de las empresas. Casi el último recurso cuando los márgenes empiezan a hacer aguas. Aunque muchas grandes compañías se lo pueden permitir y no perder clientes. Tienen capacidad para fijar precios y los consumidores todavía están en disposición a pagar por productos de gama alta.
Nestlé, fabricante de chocolatinas, chocolates y de Nescafé ha desvelado que los precios de sus productos subieron un 2,1% en el tercer trimestre, lo que ayudó a mantener su margen alrededor del 17,5% este año P&G, fabricante de productos de higiene y limpieza, ha anunciado que comenzará a cobrar más por las maquinillas de afeitar y ciertos productos de belleza y cuidado bucal. Las marcas de la empresa, tienden a ser más caras que la competencia. Los clientes eligen sus productos por preferencia no por precio.
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