HUESCA.- La cabaña porcina en Huesca continua creciendo de forma imparable y ya
se estima en unos 4 millones de ejemplares para una provincia de 220.000
habitantes. Las explotaciones ganaderas florecen y la fórmula intensiva
gana terreno al mismo ritmo que sus detractores, según revela www.eldiario.es
En la reciente gala
del Porc d’Or (Cerdo de Oro), los ‘Oscar’ de esta industria, celebrada
en la capital oscense se escenificó esta división. Según el Ejecutivo
autonómico, cerca del 18% de los municipios aragoneses están
contaminados por los purines, y el Ayuntamiento oscense prohibirá su
vertido durante los meses de agosto y días festivos con el acuerdo de
las organizaciones agrarias.
Solo la provincia de
Lleida supera a Huesca en este apartado, según datos del Instituto de
Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Cataluña (IRTA). Su
director general, Josep Usall, ya advirtió durante los Porc d’Or que
pese a este momento de bonanza, “ya apenas se puede crecer en cantidad”.
A las puertas del Palacio de Congresos, decenas de manifestantes
protestaron por la proliferación de granjas y sus efectos en el medio
ambiente. Como defensa, Usall aludió a que “no es un sector que
contamine más que otros, como la industria”.
Diversos
estudios alertan de todo lo contrario. Según la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), “el sector
de la ganadería es probablemente la mayor fuente de contaminación del
agua”.
La acumulación del exceso de nitratos en las aguas superficiales
provoca un crecimiento desmesurado de algas y plantas acuáticas, cuya
descomposición da lugar a una excesiva turbidez y a la muerte de
numerosa fauna acuícola.
A este respecto, los cerdos producen cuatro
veces más desechos que los seres humanos y una instalación animal con
una gran población de animales pueden fácilmente igualar a una ciudad
pequeña en términos de producción de desechos. En una macrogranja
porcina, la cantidad de excremento normalmente excede la capacidad del
terreno circundante para absorberlo.
A
esta y otras conclusiones llega también Ángela Prado, médico
intensivista del Hospital General de Albacete, que culpa a una
“legislación española más laxa” del acelerado incremento de la
producción de cerdos en España frente a la progresiva reducción de la
cabaña porcina de otros países como Holanda y Dinamarca.
Las prácticas
contaminantes en España derivadas de la eliminación de los purines,
“permite incluso rociar o inyectar los desechos mínimamente tratados (o
incluso sin tratar) en los campos cercanos a las granjas, contaminando
así el agua, el suelo y el aire.
Publicaciones científicas han
identificado la relación entre el tamaño de la cabaña porcina en una
zona determinada y las elevadas concentraciones de nitratos en las
fuentes locales de agua”, expresa la investigadora.
Amoniaco y malos olores
Los
purines se emplean en campos de cultivo como fertilizante, pero cuando
estas aplicaciones exceden la capacidad de los suelos para absorber los
nutrientes (principalmente nitrógeno y fósforo), ese sobrante contamina
acuíferos y ríos.
Uno de los elementos
más dañinos de los purines es el amoniaco, que proviene del nitrógeno
excretado principalmente en la orina y en las heces. Durante varios años
España ha incumplido el límite de contaminación por amoniaco, siendo el
único país de Europa que no sólo no ha reducido sus emisiones de
amoniaco sino que las había aumentado en más de un 10% con respecto a
1990.
Se ha encontrado amoniaco en el aire, el suelo y en muestras de
agua en sitios de desechos y vertidos peligrosos, y los síntomas
derivados de la ingestión, contacto o inhalación del amoniaco pueden
provocar tos, dolor torácico, dificultad para respirar, sibilancias,
fiebre, lagrimeo, hinchazón de labios, mareos y pérdidas de
conocimiento, dolor abdominal y vómitos.
Ángela
Prado argumenta también que se ha encontrado “relación entre el mal
olor y la proliferación de casos de estrés y otras enfermedades en
personas que viven cerca de estas explotaciones”.
Un estudio llevado a
cabo en la Universidad de Carolina del Norte y publicado en Environment
Health Perspectives demuestra que este tipo de granjas puede provocar
incremento en la tensión arterial de las personas que viven cerca de
estas explotaciones. Los olores pueden ser emitidos por fuentes fijas
como los estercoleros, o fuentes difusas, como el esparcimiento de los
purines en la tierra.
Los
beneficios, “en modo alguno superan los perjuicios que suponen. La
contaminación del agua causada por la filtración de purines altera el
equilibrio del ecosistema acuático, favorece la resistencia a los
antibióticos y puede ser vector de transmisión de varias enfermedades”,
concluye la doctora.
Nueva ordenanza para minimizar molestias
El
Ayuntamiento de Huesca prepara una nueva ordenanza que regulará la
aplicación agrícola de purines, estiércoles y otros subproductos
procedentes de fuentes de origen agrícola y ganadero.
Se trata de una
manera de establecer medidas para prevenir y corregir la contaminación
medioambiental y “minimizar las molestias de olores que estas
actividades puedan ocasionar”, una de las consecuencias más notorias de
esta proliferación de granjas próximas a la capital oscense.
Se
prohibirá la aplicación de purines del 1 al 31 de agosto en el todo el
término municipal, así como los días festivos de ámbito local,
autonómico y nacional. Del 1 de junio al 31 de julio y del 1 de
septiembre al 1 octubre, también se propone prohibir los purines en una
distancia menor a un kilómetro de la última vivienda, así como sábados,
domingos y días previos a festivos. Del 2 de octubre al 31 de mayo, la
prohibición será en una distancia menor a 300 metros de la última
vivienda.
El
borrador recoge la prohibición de la aplicación agrícola de purines
durante 48 horas desde que se pronostique, según la Agencia Estatal de
Meteorología, una velocidad de viento media superior a 15 km/h. La
ordenanza también recoge que las infracciones podrán conllevar multas de
hasta 3.000 euros.
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