La demora en la formación de un nuevo Gobierno está provocando
expectativas que empiezan a ser inquietantes en algunas vertientes de la
economía. La más acuciante puede ser la que tiene que ver con la
evolución de la Seguridad Social y con el sistema de pensiones. Hay una
sensación ampliamente generalizada según la cual la adopción de medidas
en torno a este asunto no puede ni debería ser demorada. Es, en suma,
una cuestión que exige medidas urgentes.
El pasado viernes, la Seguridad Social ofreció las últimas cifras
sobre su evolución anual, concretamente las del mes de noviembre. La
cifra fatídica que muchos temen y que provocará una aceleración en las
alarmas está a la vuelta de la esquina: los 10.000 millones de euros de
gastos mensuales, una línea roja que posiblemente se traspase el próximo
mes de abril, si los números evolucionan como viene siendo habitual en
este año.
El mes de noviembre, el sistema generó unos gastos totales en
el mes de 9.735 millones de euros, un 4,8% más que hace un año. De este
importe, unos 7.000 millones de euros corresponden a los pagos a los
jubilados que hay en el país.
La evolución de las cifras está rebasando a estas alturas todas las
líneas rojas. A finales de este año de 2019, el Fondo de Reserva de las
Pensiones, creado en el año 2000 y que en el año 2010 llegó a acumular
68.600 millones de reservas para atender a las insuficiencias del
sistema, se habrá agotado. No solo eso, los créditos que en estos
últimos meses ha ido pidiendo la Seguridad Social para hacer frente a
sus gastos ya superan los 50.000 millones de euros.
Es decir, hemos pasado en pocos años de disponer de unas aceptables
reservas, generadas por los superávits de años atrás, a un déficit que
crece a buen ritmo. El pasado año, el déficit del ejercicio superó los
18.000 millones de euros. Este año de 2019, el desequilibrio no será muy
diferente, de modo que las deudas van a empezar a acumularse sin que
nadie proponga soluciones a un problema que nos está conduciendo al
borde del precipicio contable, más allá del cual no hay certezas sobre
lo que se puede hacer.
Desde luego, la senda va a ir a peor por diversas
razones: se está creando menos empleo, el paro se mantiene elevado, los
perceptores de pensiones de jubilación contributiva siguen en aumento y
la entrada de cotizantes se debilita por momentos como consecuencia de
la debilidad creciente que muestra la economía.
Resulta urgente, por lo tanto, la puesta en marcha de medidas que
sean capaces de frenar esta sangría, que puede provocar una auténtica
explosión social y política. Ese es el motivo por el cual la formación
de un Gobierno estable y con apoyo suficiente, además de tener muy
claras las ideas para hacer frente al deterioro del sistema social,
resulta urgente, más allá de disputas políticas de corto o de medio
recorrido.
(*) Periodista y economista
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