MADRID.- El día que Salvador Allende fue elegido candidato a
la presidencia de Chile por Unidad Popular invitó a Joan Garcés a ser
su asesor personal. Y allí estuvo hasta que Pinochet entró a sangre y
fuego en el Palacio de la Moneda. Allende le dio orden de salir:
"Alguien lo tiene que contar".
Garcés (Liria, Valencia, 1944) es doctor en Ciencias Políticas por La Sorbona (París), ganador del Premio Nobel alternativo
que entrega el Parlamento de Suecia y Oficial de la Orden de Mérito de
Francia por su trabajo en defensa de los Derechos Humanos
y a la Justicia Universal. De hecho, fue suya la querella que permitió
iniciar un proceso judicial que acabó con la impunidad de la que
disfrutaba el exdictador chileno.
Garcés atiende a Público en un despacho de abogados situado en las espaldas del Congreso. Es miércoles. Han pasado dos días desde la sentencia del 'procés'
y la calle está cortada por la marcha de los pensionistas, llegados
desde diferentes puntos del Estado a Madrid. En esta conversación,
Garcés expone su punto de vista sobre "la revuelta" catalana, "la crisis del Estado español"
y sus causas y consecuencias. Una de las ideas fuerza que más repite es
la que se destaca en el titular: "O encontramos una solución para
Catalunya entre todos, aunque sea imperfecta, o terminará decidiendo una
potencia extranjera según sus propios intereses".
También
deja claro que no comparte la idea de un referéndum como solución al
conflicto. "La situación es mucho más compleja que un referédum entre
independencia sí o independencia no". En su opinión, la solución pasa
"por reformas profundas dentro del Estado español, que incluye también a
Catalunya".
Hay que distinguir entre efectos y causas. El país
está viviendo circunstancias muy problemáticas en lo económico, en lo
social y en lo político. El debate está alrededor de los hechos que, en
mi opinión, son solo las consecuencias o efectos. Creo que tenemos que
fijarnos más en las causas. Y estas causas hay que mirarlas en la
continuidad de la impunidad de los crímenes cometidos por la dictadura y
el hecho de que esa impunidad se perpetua hasta hoy.
Uno de los efectos de esa impunidad es la continuidad
de los restos de Franco en el Valle de los Caídos. ¿Por qué no lo
retiró el gobierno de Suárez? ¿Por qué no lo retiró Felipe González? Me
parece, además, muy sintomático que la retirada se produzca a la vez que
se da la revuelta en Catalunya, que invoca al antifranquismo de una
manera muy militante.
Por otro lado, la marcha de los pensionistas también
hay que vincularla con la altísima tasa de desempleo que hay en los
jóvenes. Sin embargo, hablamos de los pensionistas, pero no hablamos
apenas de las causas económicas profundas que están en la base de esos
desajustes económicos que provocan que los pensionistas marchen sobre
Madrid o que los jóvenes en Catalunya se rebelen contra el Estado.
Muchos de los jóvenes que están en Catalunya pidiendo independencia
están en situación de desempleo o con empleos precarios.
Es importante que tengamos en cuenta que la
agudización de la crisis política en España y Catalunya comenzó a la vez
que la crisis económica. Se puede observar cómo el número de
independentistas en estos años se ha multiplicado por tres o por cuatro.
Una de las derivaciones de la crisis económica de 2008 y de las pocas
herramientas que tiene el Estado español para hacerle frente debido a su
integración en el Euro es la multiplicación del paro en los jóvenes y
de la acción independentista.
Hay un vínculo muy profundo. Por una parte, en la manera en la que el
Estado español responde a la acción independentista. Por otra parte, en
la medida en la que la revuelta en Catalunya tiene un componente
abiertamente antifranquista y contrario a la perpetuación de las
estructuras políticas españolas que tienen sus raíces en el franquismo.
Este antifranquismo que hay en Catalunya se ve ahora, pero no solo.
Cuando Franco murió la única parte del Estado que reivindica la
legalidad republicana, de la institucionalidad republicana, es Catalunya
y exige en las calles de manera masiva el reconocimiento del presidente
de la Generalitat que estaba en el exilio. Adolfo Suárez y el rey Juan
Carlos acceden a restaurar la Generalitat. No hay ninguna otra parte de
España donde esto se produce. Por tanto, la revuelta republicana en
Catalunya no puede verse solo como un fenómeno de hoy.
Lo grave de la situación que hoy atraviesa España y Catalunya es la
ausencia de un pacto como el que en 1930 firmaron las fuerzas
republicanas, socialistas y nacionalistas de diversa índole en San
Sebastián, el conocido como Pacto de San Sebastián, que fue el germen de
la II República. Ahora, la revuelta republicana catalana se ha aislado
del resto del país. Fuera de Catalunya no encuentra con quien
articularse. No tiene aliados potentes en Madrid, Galicia, Euskadi,
Valencia, Canarias... Esas alianzas sí estaban en el Pacto de 1930 y esa
circunstancia ha llevado a los republicanos catalanes a una vía de
aislamiento en su confrontación con el Estado español. Una situación
que, estratégicamente, es muy negativa para los catalanes hoy salvo que
una intervención extranjera en un futuro a medio plazo cambie la
situación.
La Monarquía española ha conocido lo que está pasando
ahora en Catalunya varias veces en su historia. La conoció en las
revueltas con motivo de la crisis del Estado que se produjo en 1808 con
la invasión de las tropas francesas. Y en esa crisis del Estado se
manifestaron unas tendencias que mutatis mutandis
pueden verse hoy día. La respuesta a esa crisis fue, por un lado, la
absolutista, personificada en la persona de Fernando VII, que fue la vía
represora. Y, por otro, las respuestas de las vías republicanas y
liberales de españoles de la península y de los virreinatos. En la
Península Ibérica se impuso la absolutista y eso generó desajuste con
los virreinatos provocando guerras de independencia. Esta crisis se
resolvió con la participación de una potencia extranjera. Inglaterra
decidió reconocer la independencia de los virreinatos y de esa manera se
hizo efectiva.
Lo mismo ocurrió en la Constitución de la I República Española.
El artículo 1 decía: "Componen la Nación Española los Estados de
Andalucía Alta, Andalucía Baja, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias,
Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura,
Filipinas, Galicia, Murcia, Navarra, Puerto Rico, Valencia, Regiones
Vascongadas". En aquel momento había un movimiento autonomista muy
fuerte en Cuba y hay dos posiciones en la península. Por una parte, una
posición que apostaba por la República federal y que apostaba por
dialogar con los secesionistas cubanos y llegar a acuerdos que sean
aplicables allí y aquí.
Y después estaba la respuesta de la vía más
absolutista y conservadora, que se vio en la Restauración borbónica de
1874 y su líder, Cánovas del Castillo. Este hombre dijo que lo que
pasaba en Cuba era una cuestión de "filibusteros, bandoleros y
bandidos", es decir, lo que hoy llamaríamos terroristas, y que con esta
gente no se podía hablar. Esa crisis del Estado español también se
resolvió con una intervención extranjera. Las potencias extranjeras
retiraron su apoyo a la posición española de mantener Cuba dentro de la
Corona y Estados Unidos interviene y se produce la desintegración de
Cuba y Puerto Rico.
Lo mismo puede pasar ahora. Estamos en una crisis de
Estado y las dos partes (España y Catalunya) están pidiendo una
intervención extranjera. Las dos partes apelan una y otra vez a la Unión
Europea. Y ese es, en mi opinión, el problema más grave. La falta de
acuerdo, la renuncia o la incapacidad de buscar acuerdos entre españoles
puede propiciar que la resolución de este conflicto llegue de fuera de
España. En este caso, la decisión que tomen los países extranjeros será
siempre según sus intereses y no la de los ciudadanos españoles o
catalanes.
Entonces, para mí, la reflexión es la siguiente:
¿Qué hacer en estas circunstancias de crisis? Una vez más estamos como
en una situación del primer tercio del siglo XIX. Podemos reprimir o
buscar fórmulas de acuerdo. Mi postura es que siempre es mejor un
acuerdo imperfecto entre españoles a que la suerte de todos la decida
una potencia extranjera en función de sus intereses.
¿No cree que un referéndum puede solucionar el conflicto?
Creo que la situación es mucho más compleja que un
referéndum entre independencia sí o independencia no. Creo que la
solución pasa por reformas profundas dentro del Estado español, que
incluye también a Catalunya, y por ofrecer esas reformas a los
ciudadanos de Catalunya y del resto del Estado. Unas medidas que superen
los déficits extraordinarios y estructurales que tiene el Estado
español.
Eso me parece lo prioritario. Tenemos que hablar con los
catalanes, independentistas y no independentistas, y buscar con ellos
fórmulas para que se sumen a esa política de reformas estructurales
profundas para todo el Estado. No le queda duda de que fuera de
Catalunya estas reformas van a encontrar unas resistencias brutales.
Reducir el problema catalán a independencia sí o independencia no...
pues no creo que sea tan sencillo el asunto.
Mira. La moción de censura al Gobierno de Mariano Rajoy y su caída fue
un Pacto de San Sebastián actualizado. Aunque sus firmantes no lo
supieran o desconocieran la existencia de ese pacto. El Pacto original,
el de 1930, surgió contra la corrupción de la monarquía de Alfonso XIII y
su deriva autoritaria. El de 2017 surgió contra la corrupción del
partido del gobierno. Fue esa unión de las fuerzas progresistas o, al
menos, no conservadoras la que permitió echar a Rajoy del gobierno. Ese
acuerdo se llevó a cabo incluso con la oposición de una parte del PSOE,
del felipismo. Y creo que la solución pasa por ahí, por avanzar en
acuerdos entre fuerzas no conservadoras y comenzar a discutir, debatir
qué es lo mejor para el país y generar algo nuevo.
Sin embargo, lo que se está produciendo en la
actualidad es todo lo contrario. Es tratar de evitar el desarrollo de
ese acuerdo y sustituirlo por otro, que es lo que propone Mariano Rajoy y
el propio Felipe González en sus últimas intervenciones. Buscan
reestablecer el acuerdo de las fuerzas derrotadas en la moción de
censura, porque lo vuelvo a repetir, el felipismo también fue derrotado
dentro del PSOE para que saliera adelante la moción.
Creo que hay una gran falta de madurez y de claridad
de idas a la izquierda del PSOE. Además, hay divisiones artificiales
que nos imponen como las etiquetas de constitucionalista o no
constitucionalista. Si usted está en contra del sistema actual no le
pueden llamar no constitucionalista porque la Constitución tiene muchas
interpretaciones. Ahora bien, si usted está en contra de cuestiones
esenciales de la Constitución creo que la alternativa es la Constitución
republicana. No entiendo por qué la izquierda no reivindica que
constitución y libertades sí, pero republicanas. Pero no lo hacen.
Asimismo, creo que una proyección a futuro del
acuerdo de las fuerzas políticas que derrotaron a Rajoy hubiera
posiblemente evitado la agudización de la situación en Catalunya. Pero
fíjate y esto es importante: la derecha sí tiene memoria histórica.
¿Qué quiere decir con que la derecha sí tiene memoria histórica?
Mire. La respuesta del fiscal José Manuel Maza
al 1 de octubre de 2017 en Catalunya es una respuesta perfectamente
adaptada a lo que fue la respuesta de la derecha española la proclamación en octubre del estado catalán
dentro de la República Federal española. El anuncio de Companys entraba
dentro de la corriente de pensamiento de la I República española con el
artículo 1 que hemos visto antes. La reacción de la derecha, entonces
en el gobierno, fue detener a mucha gente y enjuiciar a Companys
tachándole de separatista, pero Companys nunca fue separatista. Lo
primero que hizo tras proclamar la república catalana fue llamar al
general del Ejército en Catalunya y decirle que se pusiera a sus órdenes
porque él representaba a la República Federal española. Franco, como
jefe del Estado mayor del momento, mandó al general Batet que
entrara en la Generalitat a sangre y fuego. Batet rechazó esa
posibilidad porque decía que no había necesidad de tanta violencia.
Franco se lo volvió a ordenar y Batet dijo que estaba negociando una
rendición. Finalmente, se rindieron y Companys fue apresado. Dos años
después, Franco firmó el fusilamiento de Batet.
Ahora, observa la reacción del fiscal Maza cuando
ordena reprimir el 1 de octubre y, por otro lado, la reacción de
Trapero, que era jefe del cuerpo de los Mossos. Trapero trata de evitar
la represión violenta por miedo a reacciones más violentas y ahora le
acusan de complicidad con la rebelión.
Se puede establecer mutatis mutandis la
respuesta de la derecha política y militar frente al esfuerzo de Batet
por reestablecer el gobierno de ese momento sin entrar a sangre y fuego
en la Generalitat. Por eso digo que la derecha tiene memoria histórica.
Sus reacciones de ahora tienen coherencia con sus reacciones en los años
30. Lamentablemente, algunos sectores de la izquierda no tienen esa
memoria.
¿Por qué?
El principal defensor de Companys en su juicio del
año 34 fue Luis Jiménez de Asúa, catedrático en Derecho Penal de la
Universidad Central y máximo dirigente del PSOE. También le
defendió Ángel Ossorio y Gallardo. Es decir, los mejores juristas del
progresismo español defendieron a Companys. No hay nada equivalente a
día de hoy dentro del PSOE o, al menos, no se ve.
Exacto. Qué visión más pobre tienen algunos dirigentes del PSOE. El otro día leía que uno de ellos
decía los disturbios en Barcelona mostraban que las políticas de la
Generalitat habían fracasado. Oiga, pero ¿y la política del Estado
español que ha encarcelado a sus dirigentes? ¿Y el problema de fondo?
¿Creen que ya está resuelto? ¿Usted cree que puede acabar con el
problema con una medida a corto plazo como esta? Han perdido la
dimensión histórica de los problemas. Están desorientados. No tienen
brújula.
Franco también pensó que había encontrado la
solución al problema catalán, y al vasco, y al de los laicos, y al de
los liberales... La solución que aplicó era pasarlos por las armas. ¿Y
qué pasa hoy? Que sigue habiendo independentistas vascos, catalanes,
laicos, librepensadores, socialistas... Quiero decir con esto: la
solución no es la represión. Por más que esa represión dure varias
generaciones. Cuando hay una realidad nacional popular puedes sofocar
ese sentimiento en padres e hijos, pero volverá a nacer en hijos y esa
es la historia de este país.
Lo que hay es un problema de legitimidad del Estado. Este es un tema muy
importante. El Estado español, en su dimensión democrática, lleva la
carga de deslegitimidad de no haber roto con la dictadura a pesar de los
años transcurridos. En segundo lugar, la Constitución tiene aspectos
muy positivos en derechos y libertades, pero algunos de sus puntos están
pensados para evitar el desarrollo republicano. Como, por ejemplo, la
jefatura del Estado que fue entregada a un rey elegido por Franco,
además fue declarado inviolable y a pesar de que, según la prensa, ha
cometido irregularidades no se investigan a fondo. A eso se suma una
corrupción casi estructural que tampoco ha sido atajada por el Estado.
Así que tenemos, de momento, raíces franquistas y corrupción no
investigada a fondo. Eso genera deslegitimidad.
Pero a estos dos factores hay que añadir un tercero.
La tercera dimensión es la desvitalización del Estado como instrumento
económico y político para cumplir con sus funciones dentro del conjunto
de España. La capacidad económica del Estado ha sido disminuida
enormemente en los últimos años. Han sido desmantelados bancos públicos,
empresas públicas, etc. y, por consiguiente, la capacidad del Estado
para responder a una crisis económica es mucho menor que la que tenía
hace 40 años. Así que cuando llegó la crisis de 2008 la única
herramienta que teníamos era la de endeudarnos con una banca privada que
persigue sus propios fines y no está interesado en el interés general.
Estos son algunos factores que han provocado la
pérdida de legitimidad del Estado. Pero hay más más. Esa
deslegitimización también se produce en Galicia o en Canarias. Solo que
en estos lugares no han encontrado una salida política organizada como
en Catalunya.
Mientras tanto, escucho a dirigentes de izquierdas
decir que están aprendiendo cosas... No sé cuánto tiempo más necesitan
para madurar. Por otro lado, también creo que en Catalunya han hecho una
lectura imperfecta, con limitaciones. No han medido las consecuencias
de actuar en solitario sin articularse con otros territorios y personas
que están sufriendo las mismas consecuencias.
Ante esta situación, ¿cuál es la propuesta que usted formula?
Mi posición es hoy la misma que hace 30 o 40 años.
Mi opción es y será la de la unidad de las fuerzas políticas
progresistas y democráticas.
Más allá de eso, mi opción es abrir un debate en los
centros de reflexión y acción social, política y económica del país.
Que nos pongamos a reflexionar para construir alternativas viables a la
situación actual en los ejes fundamentales. ¿Cuál es la postura de
España en temas como Defensa? ¿Cuál es la política exterior de España?
¿Cuál es la apuesta de España para su economía? La pregunta me sirve
igual para el ámbito político. O para otros actores. ¿Cuál es la postura
en Política Exterior de Unidas Podemos? Yo lo desconozco. España lleva
desde el año 39 subyugada a una política extranjera. Hasta el 45 a la
Alemania nazi, después a lo que llamamos la pax americana. Ahí
creció el sistema político español con Alemania marcado el rumbo. Felipe
González nunca llevó la contraria a Alemania. Solo Aznar se salió de la
sombra alemana y fue para plegarse a Estados Unidos. ¿Formaba parte de
nuestros intereses estratégicos participar en los bombardeos de
Yugoslavia, Irak o Libia? No lo creo.
La cuestión es que necesitamos construir una
alternativa que debe ser fruto de la acción colectiva. Cuando Franco
murió la cuestión de la Política Exterior y de Defensa estaba en el
debate público. Había posiciones nítidamente en contra de entrar en la
OTAN hasta el punto de que Felipe González tuve que esforzarse a fondo
dentro y fuera de su partido para no perder el referéndum y hoy día
parece que no hay más salidas que subyugarse a los intereses de otros
países. Hemos retrocedido.
El lunes, tras la sentencia del procés, Sánchez
apelaba a la Unión Europea. El presidente catalán también lo hacía. Los
dos polos del conflicto se están poniendo en manos de una Unión Europea
de la que hoy conocemos su posición, en Berlín y París están diciendo
que no a Catalunya. Pero ¿y dentro de cinco años? ¿Quién gobernará en
esos países? ¿Quién tendrá más peso en la UE? Nadie lo sabe. Dejar
nuestro futuro en manos de la UE nos puede llevar a unas situaciones aún
más complicada. No saquemos las decisiones que nos afectan fuera de los
órganos representativos de nuestros pueblos.
Alemania tiene sus intereses y los defiende. Francia, también.
Inglaterra, también. ¿Por qué España no los tiene? ¿Por qué no podemos
defender nuestros intereses con la misma legitimidad que lo hacen otros
países? No se trata de decir que nos vamos a enfrentar a una u a otra
potencia. Se trata de saber hacia dónde vamos. Ni podemos ni debemos
aislarnos del mundo. ¿Pero era lo mejor para España desmantelar nuestras
industrias? ¿Era lo mejor seguir las indicaciones de la UE en
Agricultura? Porque el resultado es una economía que cada vez depende
más y más del turismo y si el futuro de un país depende del turismo...
La fortaleza económica de un país depende de su industria, de su
agricultura, de su comercio exterior... pero hoy día estamos
subordinados y dominados.
El Estado español, igual que otros estados, está
completamente desbordado por la dinámica económica internacional y por
el propio desguace al que sus dirigentes le han sometido. El artículo
135 de la Constitución supone la subordinación total de la economía
española, que queda en manos de sus acreedores, esto es, la banca
privada. En el siglo XIX las potencias coloniales imponían el control de
las aduanas a sus colonias. Quitaban y ponían gobiernos en función de
sus intereses. Hoy día, no controlan las aduanas, controlan toda la
economía con el fin de que devolvamos la deuda. Es un control superior
al de la colonización. Y, sin embargo, nosotros cambiamos la
Constitución en menos de una noche. Todo esto contribuye a la crisis
tremenda que sufre el Estado español. El Estado fue incapaz de controlar
las consecuencias de 2008 y si viene otra crisis las consecuencias
pueden ser aún mayores.
¿Y cuál es la lectura que hacen de todo esto en
Catalunya? Pues se dirán: ¿para qué tienen que pasar por Madrid si la
Política Exterior se fija en Bruselas o Wasington? ¿Para qué pasar por
Madrid si el control de la moneda lo tiene el BCE? ¿Para qué pasar por
Madrid si las exportaciones no dependen de ningún ministerio? Y todo
esto les llevar a pensar... ¿Para qué sirve el Estado español? ¿Qué
recursos extra me está aportando? El Estado español está completamente
plegado a la lógica del mercado y eso puede desintegrarlo.
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