MURCIA.- El Colegio de Geógrafos emitió este lunes un comunicado en relación a
los recientes episodios de lluvia que azotaron a la Región por el paso
de la DANA. Inician el escrito del siguiente modo: «Como sucede cada
pocos años, la formación de una Dana en el Mediterráneo ha provocado un
episodio de precipitaciones muy intensas en buena parte de la fachada
mediterránea peninsular».
«Registros de precipitación que
superan los 100, 200 o incluso 300 mm en un solo día, o en unas horas
del mismo, nos hablan bien a las claras de como una situación sinóptica
propicia, unido a un Mediterráneo caliente y a otros factores, como
grandes aportes de humead y flujos de viento marítimos de largo
recorrido, provocan precipitaciones extraordinarias».
«Sin embargo, en un plano más territorial y geográfico, esta gota
fría nos vuelve a dejar las mismas lecciones que todas las anteriores.
Tras las importantes riadas de los años 80 del pasado siglo se llevaron a
cabo obras de canalización en el Segura, como en otros sistemas
fluviales, encaminadas, en teoría, a evitar que se repitiesen sus
calamitosas consecuencias. Una vez más se demuestra que, más pronto que
tarde, estas actuaciones se ven superadas y, lejos de mitigar los
efectos, acaban suponiendo una multiplicación de los mismos».
El
Colegio de Geógrafos continúa en el comunicado: «Cuando se cortan unos
meandros para trazar un cauce rectilíneo, no solo perdemos diversidad
natural, acabamos con las zonas de ribera y eliminamos las zonas
inundables. Al reducir el recorrido del río lo dotamos de mayor
pendiente, lo que multiplica la energía del flujo y su poder
destructivo. Si tras esto, además, se sucede un proceso urbanizador que
ocupa hasta el mismo borde de la canalización y buena parte de la
llanura de inundación, los efectos de los desbordamientos se tornan
catastróficos. Utilizar como supuesta solución el levantar más los muros
de las márgenes, cosa que hoy sigue haciéndose tras episodios como
estos, provoca, y reincide en la sensación de falsa seguridad bajo las
que nuevas actividades ocupan zonas inundables. Contrariamente, estas
actuaciones de recanalización provocan un efecto multiplicador cuando
ceden, impidiendo, además, que el agua desbordada retorne al cauce al
bajar el nivel de la riada, prolongando los efectos en las zonas
inundadas».
«Se impone un cambio de paradigma en el tratamiento de
estos eventos. Desde la Geografía llevamos tiempo apostando por la
aplicación de políticas de ordenación del territorio, integrales,
transversales, de mirada amplia, que apuesten por la recuperación y
restauración de las zonas inundables y por la retirada, lo más alejadas
posible, de las defensas más duras, dotando a ríos y ramblas de mayor
espacio y capacidad de disipación de la energía. Una ordenación del
territorio donde las zonas inundables presenten usos compatibles con las
avenidas. Aun así, hay zonas en las que, más pronto que tarde, la
administración deberá plantearse la necesidad de cambios de usos,
desurbanizando las zonas que, episodio tras episodio, sufren las mismas
consecuencias».
El escrito finaliza: «En un contexto de cambio
climático en el que la ralentización de la circulación del oeste en
altura puede ocasionar el incremento de una DANA, en el que, además, el
Mediterráneo suele presentar anomalías cálidas en la temperatura de sus
aguas, parece lógico pensar que, lejos de desaparecer, estos eventos
extremos pueden ser cada vez más recurrentes. Por ello, acciones
encaminadas a racionalizar el uso del territorio limitando en gran
medida los usos de las zonas inundables, parecen inaplazables. En este
sentido, el trabajo de las Confederaciones, con los mapas de
inundabilidad, son un excelente punto de partida, toca ahora, sin
demora, dar el siguiente paso y ordenar un territorio que, especialmente
allí donde la burbuja urbanística fue más intensa, lo requiere con
urgencia».
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