MADRID.- En este instante en el que usted lee estas líneas puede que su pareja
le esté siendo infiel. Millones de hombres y mujeres en todo el mundo
mantienen relaciones sexuales fuera del matrimonio o la convivencia.
Hasta aquí nada nuevo. Lo que ha cambiado es que cada vez hay más engaños,
entre otras cosas porque los dispositivos móviles han sacado la
infidelidad de la clandestinidad y han permitido que tener un amante
esté al alcance de cualquiera. Ser infiel es mucho más fácil y rápido ahora, y aunque el hombre gana por goleada, crece el número de mujeres que echan una canita al aire, plantea hoy El País.
Unos disfrutan y otros ofrecen con quién, cómo y dónde. La
infidelidad es hoy un gran negocio, una enorme caja registradora capaz
de generar tanto dinero como caricias y besos furtivos. Las empresas han
echado las redes para pescar en un mercado potencial que en España
está formado por 11.280.000 matrimonios y parejas de hecho, según la
estadística de 2018 del INE, a los que en algún momento se les puede ir
la pasión. Habría que añadir a los que conviven sin papeles de por
medio.
Aplicaciones de contactos solo para adúlteros con millones de usuarios por todo el mundo, love hotels
que venden discreción por horas, aplicaciones para borrar el rastro del
engaño y hasta detectives privados para descubrir traiciones. ¿Cuánto
dinero mueve la infidelidad?
Imposible de calcular.
“Además de las páginas de contactos están los
hoteles, los viajes, los regalos, los restaurantes… Es un negocio que
mueve miles de millones de euros en el mundo y que tiene un peso
importante en el PIB”, comenta Christoph Kraemer, responsable del
mercado europeo de Ashley Madison, red social para infieles.
Creada en 2002 en Canadá, es la plataforma mundial preferida para la traición, con 60 millones de miembros registrados en 53 países. Su eslogan es Life is short. Have an affair
(La vida es corta. Ten una aventura).
El pasado año, según una
auditoría de Ernst & Young, registró 442.000 nuevos usuarios por
mes, más de 5,3 millones en el año, lo que supone un crecimiento del 10%
respecto a 2017. Perteneciente al grupo Ruby Life, dicen ser rentables
desde su primer año, aunque no aportan datos de facturación. “No tenemos
actualmente planes para salir a Bolsa. Ya veremos lo que el futuro
puede traer”, comenta Kraemer.
De momento, el mercado español le da bastantes alegrías, tantas como
1,56 millones, que son las personas registradas en la web, de entre 30 y
40 años. España es su segundo mercado europeo, solo por detrás del
Reino Unido. Y el noveno del mundo, siendo EE UU, Brasil y Canadá los
Estados más desleales.
Llegó en 2011 a España con la polémica bajo el
brazo, al colgar una pancarta en pleno centro de Madrid usando la imagen
del rey Juan Carlos junto con la del príncipe Carlos de Inglaterra y el
expresidente Bill Clinton con el lema: “¿Qué tienen en común? Deberían
haber utilizado Ashley Madison”. En los primeros tres meses 150.000
españoles se apuntaron a la red.
En esta plataforma en la que se producen 15.000 aventuras por mes,
4.500 al día, las mujeres no pagan por inscribirse. Los hombres deben
comprar paquetes de créditos para poder mandar el primer mensaje. El
pago mínimo es de 49 euros (por 100 créditos) y llega a los 249 euros
(1.000 créditos).
Después de esta vinieron otras muchas. La oferta no para de crecer.
Está Secondlove, cuyo eslogan es: “Coquetear no es solo para solteros y
solteras”. Otra con tirón es Victoria Milan, con 625.000 miembros
españoles, que anima a “revivir la pasión y encontrar una aventura”.
También está la web del encuentro infiel, Affairland. Pero si hay una
que está revolucionando el mercado femenino es Gleeden, que se vende
como el primer sitio de encuentros extramatrimoniales pensado por
mujeres para mujeres.
En la práctica significa que “no es un sitio
enfocado a los hombres, como las demás, ni hay mujeres medio desnudas
como gancho, no es una aplicación hipersexualizada”, dice Silvia Rubies,
responsable de comunicación de Gleeden en España.
Su objetivo es captar a las mujeres que quieren echarse un amante y
vencer el tabú que aún existe sobre la infidelidad femenina. Porque
ellas, que tienen una media de 37 años, también son desleales.
“El 30%
dice haber sido infiel en algún momento de sus vidas y el 68% no se
arrepiente”, según una encuesta a más de 5.000 mujeres realizada por el
Instituto Francés de Opinión Pública. La web nace en Francia en 2009 y
lo hace como respuesta a ese 30% de personas que hay en páginas de
encuentros tradicionales que miente sobre su estado civil. Un año
después aterriza en España, su tercer mercado europeo, tras el francés y
el italiano. Cuenta con 5,5 millones de usuarios en el mundo y 700.000
en España, el 60% hombres y el resto mujeres que tampoco han de pagar.
Los hombres necesitan comprar créditos para poder abrir un chat, enviar
regalos virtuales o ver el álbum privado de fotos; iniciar la
conversación es gratis. El precio más básico es de 25 euros y llega
hasta los 100. Además, ofrece servicios de discreción, como agitar el
móvil dos veces para salir de la aplicación.
Si las redes de contactos son un negocio, no menos los llamados love hotels,
establecimientos que se alquilan por horas para parejas, la mayoría
infieles. Aquí se paga el silencio y la discreción. No se trata de
lugares lúgubres en polígonos industriales, sino que muchos son hoteles
de lujo dispuestos ya en el centro de las ciudades.
El modelo crece en
España de la mano del hotel Zouk (Alcalá de Henares) o los barceloneses H
Regàs, La Paloma, La França y Punt14 (de la cadena SuperLove). También
Loob y Luxtal. Todos ellos alquilan habitaciones por horas. Además de
champú, se incluyen preservativos de cortesía y caramelos de corazón. En
algunos, el aparcamiento está en la propia habitación, de manera que la
entrada y salida pueden realizarse sin bajarse del vehículo.
En otros, “para salir de la habitación deberá llamar a recepción
mediante un interfono que tendrá en su habitación, de manera que le
informaremos si puede salir sin que haya otras personas. No va a ser
posible que se cruce con nadie”, explican en la web de Luxtal, con
hoteles en Madrid y Barcelona. Sus precios parten de 30 euros la hora y
las habitaciones tienen camas de 2,10 metros de diámetro en forma de
media luna, grandes espejos colocados estratégicamente y complementos
eróticos.
La privacidad es el sustento del negocio. En el hotel Loob, en
Torrejón de Ardoz, los clientes “no ven a nadie del personal ni a los
otros clientes hospedados en ese momento”, explican. El registro y el
pago se realiza desde un cajero automático en la entrada. Además, la
restauración se sirve a través de un pasaplatos, las habitaciones están
decoradas con imágenes muy sugerentes y cuentan con jacuzzi o
piscina climatizados, el columpio erótico, los espejos en los techos,
una amplia carta de juguetería erótica, sillones tantra y películas XXX
las 24 horas sin suplemento. El precio por cuatro horas va desde 62
euros por la habitación más sencilla hasta 185.
En estos hoteles al pagar con tarjeta no aparece el nombre comercial
del hotel, sino su razón social. La França es el más grande de
Barcelona, con más de 70 habitaciones. Las hay desde 70 euros por hora
para las más sencillas hasta 90 euros para la gran suite, con
hidromasaje y espejos basculantes.
Estos establecimientos por horas son hasta tres veces más rentables
que los tradicionales. “Al vender las habitaciones en tramos de horas
puede sacarle más rendimiento que a un hotel convencional, en el que
solo se vende una habitación al día, pero tienen más gastos de personal,
ropa, lavandería y mantenimiento”, indican en Loob.
Aplicaciones discretas
Otra pata de este lucrativo negocio son las aplicaciones de móvil que
borran el rastro del engaño. Una es Tigertext: todo lo que llega de un
número de teléfono concreto es borrado, ya sean llamadas o mensajes. Si
el infiel necesita borrarlo con urgencia puede agitar el móvil y
desaparecerán. La aplicación es gratuita y tiene más de 500.000
descargas.
Otra es Vaulty Stock: su apariencia es la de una aplicación
de Bolsa y cuesta 21 euros. O Photo Vault, que permite esconder todos
los archivos tras una falsa calculadora.
A pesar de las facilidades, siempre hay conductas que hacen levantar
las primeras sospechas de la pareja.
“La sospecha puede surgir hoy día
incluso antes que en el pasado, como poner una clave en su móvil cuando
nunca la ha tenido; cambiar la contraseña del ordenador sin decir nada a
su pareja o no atender llamadas o mensajes delante de su pareja”, narra
Enrique Hormigo, presidente de la Asociación Profesional de Detectives
Privados de España (APDPE), que cuenta con casi 400 asociados.
El método más usual de trabajo de los detectives es montar un
dispositivo de observación y seguimiento que no suele durar más de tres
días, indica. Se cobra por horas, entre 55 y 110 euros la hora. Dice
Hormigo que las infidelidades no superan el 8% de sus servicios. En
cambio, hay despachos de detectives privados especializados en
infidelidades.
La empresa Infidelity lleva entre 150 y 190 asuntos al
año y, de media, dedica a cada uno cinco horas.
Alejandro Chekri, el director de la oficina, dice que el perfil del
infiel ha cambiado mucho y ahora es más amplio: va de 20 a 74 años, la
edad del último de los casos en los que ha trabajado. A la hora de
contratar sus servicios, sus principales clientes son las mujeres.
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