MADRID.- Los bancos españoles siguen
defendiendo su independencia y sus proyectos en solitario tras la
ruptura de las negociaciones de fusión entre Liberbank y Unicaja Banco, a
pesar de la continua presión de los supervisores y el mercado, que
reclaman más consolidación.
Las entidades medianas,
sobre las que se pone continuamente el foco, coinciden en que hace más
de siete años se dio por hecho que algunas no podrían afrontar las
necesidades de saneamiento para luego señalar que el problema eran los
futuros requerimientos de capital, los bajos tipos de interés o la
inversión tecnológica.
Sin embargo, a pesar de esas continuas advertencias,
vertidas en ocasiones por el Gobierno, otras veces por el Banco de
España y continuamente por la banca de inversión, en todo este tiempo
sólo ha habido un movimiento reseñable en las entidades de tamaño
mediano: la absorción de BMN por parte de Bankia.
Se
trataba de una operación con lógica industrial, como otras tantas, pero
mucho más fácil de salir adelante porque en ambos casos el principal
accionista era el mismo, el Estado.
Al margen de esa
fusión, entidades medianas como Liberbank y Unicaja Banco han dado su
salto al parqué en estos años, operación que también aspira a conseguir
Ibercaja en un futuro próximo, mientras que Kutxabank sigue por libre y
destaca por su solvencia.
Abanca, igualmente,
defiende su propio proyecto, aunque ello no quita para que el venezolano
Juan Carlos Escotet, propietario de la entidad de origen gallego, mire
oportunidades en España que le permitan ganar tamaño, lo que explica que
hace unos meses se interesara por Liberbank.
La
banca mediana admite que una fusión puede ser una oportunidad, como lo
era la unión de Liberbank y Unicaja Banco, pero en ningún caso una
necesidad, y defienden que hay otras formas de reducir costes y ganar
rentabilidad.
De hecho cuestionan que el regulador
reclame con tanta insistencia que haya fusiones y les reproche que los
niveles de capital de la banca española sean el "farolillo rojo" de
Europa, en lugar de defender al sector y pedir que los activos de riesgo
se midan de forma homogénea en todo el continente.
También puntualizan que los ahorros de costes típicos de una fusión
tardan más en notarse en la cuenta de resultados que, por ejemplo, una
subida de tipos que tarde o temprano llegará.
Aún
así, aunque la gran banca no parece dispuesta a embarcarse de forma
inminente en más fusiones y las entidades medianas tampoco muestran
especial interés, el cese de las conversaciones entre Liberbank y
Unicaja, que hubiese creado el sexto mayor grupo español, ha hecho que
se especule con distintas uniones.
La más recurrente
es la de que Abanca, con el terreno ahora más despejado, considerara
realmente lanzar una opa sobre Liberbank, pues su propuesta inicial de
canje de acciones con las fundaciones de Cajastur, Caja Cantabria y Caja
Extremadura no tuvo ningún éxito.
Abanca y Liberbank
sumarían unos 90.000 millones de euros en activos, lo que daría lugar
de nuevo el sexto mayor grupo, y tendrían amplia presencia en el
noroeste del país: Galicia, Asturias y Cantabria.
Pero los rumores no quedan solo ahí, ya que la malagueña Unicaja, que
aspiraba a tener el 60 % del nuevo grupo formado con Liberbank y no lo
consiguió, vuelve a aparecer en las quinielas como candidata a unirse,
ahora con Ibercaja.
Esta última entidad lleva tiempo
planeando su salida a bolsa, pero las condiciones del mercado no se lo
ponen fácil; y aunque aboga también por su independencia, algunos la ven
como candidata para unirse ahora con Unicaja y crear un grupo con más
de 110.000 millones de euros en activos.
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