MURCIA.- Los sacerdotes de la Diócesis de Cartagena celebraron
hoy, en fiesta trasladada, el día de san Juan de Ávila, patrón del clero
secular español. Esta mañana, en la parroquia de San Juan de Ávila, los
presbíteros han celebrado la Eucaristía presidida por el Obispo de
Cartagena, José Manuel Lorca; acompañado por su obispo auxiliar,
Sebastián Chico; el Arzobispo emérito de Burgos, Mons. Francisco
Gil; el obispo de Albacete, Ángel Fernández; y el obispo de Idiofa
(República del Congo), José Mocco.
En su
homilía, Mons. Lorca ha querido felicitar a los sacerdotes que durante
este curso cumplen los 60, 50 y 25 años de su ordenación como
presbíteros. Este año son diecinueve los presbíteros que celebran sus
bodas sacerdotales de diamante, oro y plata, respectivamente.
En sus
palabras, el obispo de Cartagena ha tenido presente a los sacerdotes que
no han podido asistir por enfermedad o edad avanzada, a los que se
encuentran en otros países en misión y también a los hermanos difuntos,
en especial, a los que han fallecido en este último año.
El
Prelado ha animado al presbiterio diocesano a seguir “con la
preocupación de ayudar a los jóvenes para que se encuentren con el Señor
y puedan oír su voz” y les ha invitado a recordar el inicio de su
vocación: “Lo que sentisteis cuando Dios os llamó, porque, aunque haya
pasado mucho tiempo, se ha quedado grabado de tal manera que es difícil
que uno olvide cómo el Señor salió al encuentro y marcó nuestra vida de
forma determinante”.
Durante la celebración,
Mons. Lorca ha hecho entrega a Mons. Chico de la bula de su ordenación
episcopal, celebrada el pasado sábado.
Mons.
Ángel Fernández Collado, obispo de Albacete, ha sido el encargado este
año de la charla previa a la celebración de la Eucaristía.
Con la
meditación titulada “San Juan de Ávila y la reforma del clero.
Memoriales y advertencias a los concilios de Trento y provincial de
Toledo”, Mons. Fernández ha querido destacar la insistencia de este
doctor de la Iglesia en “resaltar que la austeridad de la vida del
clérigo tiene un valor testimonial y evangelizador”, así como las
propuestas que hizo el santo “convirtiéndose en uno de los grandes
inspiradores de la reforma de la Iglesia en su tiempo y especialmente
del clero”.
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