WASHINGTON.- Cuando
el presidente Donald Trump dijo la semana pasada que Estados Unidos
estaba "lleno", retomó uno de los temas principales de su presidencia:
la inmigración es perjudicial. Los hechos sugieren lo contrario. No solo
diversos estudios muestran que los inmigrantes son un neto positivo
para la economía, sino que su contribución se amplifica con las
generaciones subsiguientes.
Éste
es el mensaje de nuevas investigaciones que analizan los efectos
residuales de la primera gran oleada de recién llegados a EE.UU. entre
1850 y 1920. Estos inmigrantes tenían educación y habilidades limitadas.
Sin embargo, parece que su llegada sigue generando dividendos más de un
siglo después.
Los
economistas que realizaron el estudio crearon un análisis riguroso y
demuestran que existe una fuerte relación estadística entre dos
variables que definían a las comunidades en EE.UU.: la intensidad de
conexiones ferroviarias y el flujo entrante de inmigrantes.
En
otras palabras, demostraron que las comunidades con mayores niveles de
acceso ferroviario tenían mayores niveles de inmigración. Esto permitió a
los autores construir un modelo que pronosticaba el número de
inmigrantes por municipio, sin tener que realizar la imposible tarea de
revisión del censo y contar a cada habitante.
La
mayoría de estos inmigrantes no tenía ni educación ni habilidades.
Entre ellos había irlandeses pobres que huían de la hambruna, una
variedad de alemanes eclécticos, y varias personas de Europa del este y
del sur. Aparte de sus países de origen, no eran tan diferentes de las
personas que solicitan asilo actualmente.
Tras
cuantificar el flujo entrante de inmigrantes en diferentes municipios
del país, los autores evaluaron un rango de medidas a corto y mediano
plazo de la vitalidad económica. Descubrieron que aquellos lugares que
acogían a inmigrantes registraron una mayor industrialización, más
innovación (tal y como lo miden las tasas de patentes), una
productividad agrícola más alta y mayor crecimiento económico.
Además,
ese crecimiento no se dio a expensas de municipios vecinos. Los
municipios con altos niveles de inmigración sencillamente tenían mejores
resultados que los municipios sin altos niveles de inmigración.
Sin
embargo, los resultados realmente interesantes tienen que ver con el
presente. Los autores, que ahora cuentan con datos geográficos sobre la
inmigración histórica, fueron a los mismos municipios hoy y preguntaron
cómo la llegada de inmigrantes hace un siglo o más afectó los niveles de
dinamismo económico, criminalidad y otras medidas de salud social y
económica.
Concluyeron
que "actualmente la inmigración histórica generaba mayores ingresos,
menos pobreza, menos desempleo, más urbanización y mayores logros
educativos".
Para
entender estos efectos, debemos imaginar un municipio promedio que no
haya acogido a inmigrantes durante el periodo crítico entre 1850 y 1920.
Luego, debemos compararlo con un municipio promedio que esté situado
justo en la mitad, en el 50vo percentil de los inmigrantes (lo que
significa un municipio en el medio de dos extremos, entre ninguna
inmigración y la cifra máxima de inmigrantes).
Los
autores hallaron que actualmente, el municipio que acogió a inmigrantes
tenía 2 por ciento menos personas por debajo del umbral de pobreza que
un municipio sin inmigración histórica. Igualmente contaba con una tasa
de desempleo 2 puntos porcentuales por debajo, y un ingreso por persona
13 por ciento mayor.
A
nivel social, los autores descubrieron que las comunidades con niveles
más altos de inmigración histórica también reflejaban una leve mejor
participación electoral, cifras más altas de entidades sin ánimo de
lucro y asociaciones (marcadores de una vida cívica saludable), y
niveles comparables de crimen. Nada en la evidencia sugería que la
inmigración tuviera un efecto negativo sobre cualquiera de estas
variables.
No
se pueden atribuir estos efectos positivos a largo plazo al hecho de
que los inmigrantes eran, de alguna manera, "mejores" que los
inmigrantes de hoy en día. Muchos carecían de habilidades, muchos eran
analfabetos y pocos habían tenido una educación formal. A pesar de esto,
sus hijos rápidamente superaban a los estadounidenses nacidos en el
país, y aparentemente este cambio ha continuado hasta la actualidad.
Ya
sabemos que las comunidades que actualmente acogen a inmigrantes tienen
menores tasas de criminalidad y mayores tasas de actividad económica.
Sin embargo, lo que no sabíamos hasta ahora es que esta inmigración
pagará dividendos a EE.UU. hasta el siglo XXII.
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