ZARAGOZA.- El Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACyL) desarrolla un prototipo que convierte los purines en un fertilizante natural reduciendo el impacto ambiental de los desechos y favoreciendo la rentabilidad de las explotaciones ganaderas, según publica elEconomista.
La
demanda de carne crece a nivel mundial, sobre todo, en zonas de Asia y
de África. Y el sector cárnico tiene que prepararse para dar respuesta a
ese mayor consumo. Es una situación que se está viviendo en España, y
en comunidades como Castilla y León, donde el sector cárnico intenta
crecer y se observa un aumento de las solicitudes para las granjas de
vacuno y de porcino y, en general, de ganadería.
Sin embargo, en este
tipo de explotaciones existe un problema de contaminación y de
sostenibilidad, sobre todo en grandes granjas, siendo uno de los más
importantes los purines.
Para solucionar este problema, tratar el purín, ponerlo en valor y no
tener que necesitar cientos de hectáreas en las inmediaciones de las
granjas para enterrarlo de acuerdo con la normativa, se ha puesto en
marcha el proyecto Ammonia Trapping. Una iniciativa que cuenta con
financiación de Castilla y León y de la Unión Europea, además de
participar el Instituto Tecnológico Agrario de esta comunidad (ITACyL),
la Universidad de Valladolid y productores de porcino y de aves además
de socios industriales.
Este proyecto ha permitido desarrollar un prototipo, que está "hecho
con membranas de Gore-Tex y en el que se hace circular ácido sulfúrico
por dentro de esas membranas. Se hace una especie de radiadores de
tubos, donde los tubos son las membranas de Gore-Tex. Dentro, se mete el
ácido sulfúrico y esto se sumerge en el purín, atrapando el nitrógeno.
Así se consigue un líquido -sulfato amónico, que es un fertilizante
natura--, y el purín lo hemos dejado con menos concentración de
nitrógeno". De esta manera, el resto del purín puede ser enterrado en
una menor superficie, según explica Pablo Gómez Conejo, subdirector de
Investigación de ITACyL.
Este prototipo tiene varias ventajas. Una de ellas es que se pueden
instalar granjas que, de otra manera, no era posible por los problemas
de contaminación y la dificultad de tener la suficiente superficie para
enterrar los purines. Pero, además, las granjas son más sostenibles y
ahorran en el tratamiento de purines, aparte de tener la oportunidad de
"conseguir ingresos extra por el sulfato amónico, que se vende tal
cual".
Un desarrollo que abre importantes oportunidades para el
crecimiento y desarrollo del sector cárnico, ya que en los dos años de
trabajo se han conseguido prototipos favorables y hay una alta
expectativa.
Ahora, el siguiente paso, dentro del año de proyecto que
queda, es continuar trabajando en su utilización, aparte de tratar de
escalarlo e iniciar una fase más industrial para que pueda ser
comercializado.
Este no es el único proyecto que se lleva a cabo para el sector
cárnico, que es uno de los de más peso económico en Castilla y León.
"Estamos trabajando en aumentar el rendimiento del vacuno" con el fin de
mejorar los índices de fertilidad que, en la producción de terneros, es
de más del 70 por ciento.
"Cada vez que se produce una monta o
cruzamiento, hay entre un 70 por ciento o 75 por ciento de veces que la
vaca se queda preñada y entre un 20 por ciento o 25 por ciento que no se
preña. Hemos puesto en marcha un proyecto con asociaciones de ganaderos
y universidades para analizar las causas de la fertilidad fallida" y
con el objetivo de alcanzar ese 20 por ciento más de éxito en la
fertilidad.
Entre las causas que influyen en la fertilidad figuran una
serie de microbios y de patógenos que están en el aparato reproductor de
la vaca y del toro. Antes no estaban identificados, pero ahora, "con la
tecnología de secuenciación genética y con un coste razonable se puede
analizar el ADN de los microbios en aparatos reproductores".
Así se
obtiene información y se hacen recomendaciones al ganadero para que
ponga en marcha prácticas de higiene y de prevención que van a hacer que
la fertilidad aumente.
En
la demanda de alimentos, se observan también dos tendencias crecientes
hacia productos más saludables y una alimentación personalizada o de
precisión. En esta línea, se viene trabajando en Castilla y León con el
fin de dar respuesta a estas necesidades, pero también abrir nuevas
líneas de ingresos para los productores.
"Estamos aprovechando un compuesto de cereales. El salvado o
cascarilla es una fuente de fibra, pero se usa en alimentación para
piensos ganaderos en el mejor de los casos. Se ha considerado siempre un
subproducto.
Ahora, científicamente, se sabe que el salvado de cereal
tiene ácido ferúlico, un nutriente con propiedades autoinmunes, que
ayuda a regular el sistema inmunitario y es antiinflamatorio. Son
propiedades saludables", añade el subdirector de Investigación.
En la actualidad, se está trabajando en un proyecto dentro del que se
están llevando a cabo varios ensayos y "empezando a administrar un
alimento, en forma de batido basado en ese ácido ferúlico, para
pacientes que acaban de recibir un trasplante de médula por leucemia
para que no haya rechazo al bajar el sistema inmunitario. Son pacientes
que tienen una baja tolerancia a los alimentos.
Este alimento creemos
que lo toleran y que les ayuda con sus propiedades en la recuperación de
su sistema inmunitario".
Castilla
y León es el principal productor de remolacha, azúcar y cereales -la
comunidad se conoce como el granero de España-, y de vacuno de carne y
ovino, además de estar en las primeras posiciones en porcino del país,
suponiendo esta actividad más del diez por ciento del PIB de la región.
Además, es el sector que más empleo genera en el medio rural.
Es un peso e importancia que ha sido analizado escuchando al sector y
atendiendo al contexto económico y las expectativas de crecimiento
poblacional a nivel mundial, ya que se prevé que se pase de más de 6.000
millones de habitantes a 9.000 millones en el horizonte de los años
2030-2050, según datos de la ONU.
También se prevé que crezca el poder
adquisitivo de los ciudadanos, ya que son sociedades que se van a
desarrollar más y tomarán mejores decisiones de consumo.
Un contexto, en el que se ha puesto de manifiesto que se precisa un
modelo en el que se apueste "por la innovación para adaptarnos a las
necesidades del presente y del futuro, pero sin perder la calidad y los
productos vinculados con el territorio para ser igualmente competitivos o
más en los próximos años".
Además, se trata de que, de alguna manera,
"redunde en la economía y en el empleo" en el medio rural, explica Pablo
Gómez Conejo.
La Consejería de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y
León, que dirige Milagros Marcos, puso así en marcha el Nuevo Modelo de
Investigación e Innovación para la Mejora de la Competitividad del
Sector Agrario y Agroalimentario de Castilla y León en el que se partió
de un mapeo de 92 objetivos identificados en cinco áreas -producción
agrícola y ganadera, industria alimentaria, bioeconomía y desarrollos
tecnológicos-.
También se mapearon todas las capacidades de
investigación e innovación.
El resultado fue este modelo, que es un instrumento vivo con
horizonte temporal 2020, a través del que se impulsan proyectos
organizativos, de colaboración y grupos de trabajo formados por todos
los miembros de la cadena de valor -incluyendo distribución y
comercialización- y los institutos y centros de investigación -se
colabora internacionalmente por ejemplo con la Universidad de Japón,
entre otros- para dirigir las acciones hacia el desarrollo de nuevos
productos para ponerlos en el mercado o para la mejora de los existentes
con el fin de que sean más competitivos.
Aparte de esas líneas, en Castilla y León se están llevando a cabo
otros proyectos en agricultura de precisión para lo que se está
obteniendo información del suelo para "darle lo que necesita y de la
manera más barata posible", utilizando las imágenes de las parcelas de
la comunidad que ofrece el satélite Galileo, o en la modernización de
regadíos y la incorporación de nuevas fuentes de energía eólica y solar a
los sistemas de riego.
La adaptación de la actividad primaria y ganadera al cambio climático
-ahora por ejemplo se cultiva pistacho-, la recuperación de cereales
como la espelta o el trigo sarraceno por sus propiedades nutricionales y
el aumento del rendimiento quesero y la innovación para ofrecer otros
productos como los quesos azules hechos con leche castellana son otros
proyectos para los que se cuenta con la colaboración de numerosos socios
de toda España y del cluster agroalimentario de Castilla y
León-Vitartis, entre otros
Otro
de objetivos del ITACyL es conseguir alargar la vida útil de los
alimentos con técnicas de envasado, entre otras, con el fin de que
lleguen a mercados más lejanos. Además, se han desarrollado nuevos
recubrimientos -por ejemplo como los que se emplean en las
hamburguesas-, que son "una lámina comestible natural con propiedades
bioactivas, que hacen que la carne se oxide menos y caduque más tarde.
Es un biofilm sostenible", obtenido de cáscaras de langostinos o
crustáceos.
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