domingo, 3 de marzo de 2019

El murciano de Yecla Pérez de los Cobos, el enigma del 1-O


BARCELONA.- Guardó su uniforme de Guardia Civil en julio del 2006 y no fue hasta el pasado abril, doce años después, que se encajó nuevamente el tricornio para jurar su actual cargo de jefe de la Comandancia de Madrid. En su despacho de Tres Cantos, el coronel Diego Pérez de los Cobos prepara con esmero desde hace semanas su declaración de este martes en el Tribunal Supremo. Es uno de los testigos en el juicio del procés, recuerda hoy La Vanguardia.

El jueves conoció por sus allegados los titulares del relato que durante dos horas y media trató de hilvanar con voz temblorosa y mirada huidiza el que fue ministro del Interior y su superior, Juan Ignacio Zoido. De los Cobos supo por compañeros de promoción como el político se quitó de encima sin elegancia, entonando varias veces “lo desconozco”, cualquier responsabilidad derivada de la actuación policial del 1 de octubre.
Le contaron también que Zoido le señaló como el mando operativo que tomó la decisión de que la Guardia Civil y la Policía Nacional cargaran con violencia en los centros electorales, y el que horas después dio la orden a esos mismos antidisturbios de detener las cargas.
El foco que con poca dignidad colocó el exministro sobre el veterano coronel ha añadido interés y presión a su declaración. 
Pero el martes en el Supremo, tras jurar decir la verdad, el guardia civil no se saldrá del guion que ensaya y repite desde el mismo 1 de octubre por la tarde, cuando fue consciente del fracaso del operativo policial que él mismo había dirigido siguiendo órdenes políticas de arriba: “Toda la culpa es de los Mossos d’Esquadra”, reiterará.
Casi nadie en la Guardia Civil duda de que el actual responsable de la Comandancia de Madrid, murciano de 55 años y padre de tres hijos, logrará el ansiado fajín de general. Distinto será el coste que se pueda derivar cuando en la sala del Alto Tribunal, y más adelante en la Audiencia Nacional, se escuche el otro relato, el de los mandos de los Mossos d’Esquadra que documentarán lo que hicieron el 1 de octubre y los días previos; y detallarán el plan que contemplaba la presencia de dos policías en cada uno de los 2.315 centros de votación. Un dispositivo que en esos días conocía bien el coordinador De los Cobos y al que nunca puso ni un pero.
Hasta ese 1 de octubre, De los Cobos era uno de los coroneles con más proyección profesional y futuro en la Guardia Civil. Criado en el seno de una familia muy conservadora de Yecla, Francisco, su único hermano, presidió el Tribunal Constitucional entre el 2011 y el 2017, periodo en el que se anuló por unanimidad la declaración soberanista aprobada por el Parlament en el 2013.
A De los Cobos le tocó sufrir y combatir a ETA en el País Vasco. En alguna ocasión, como una noche en Barcelona que se sintió cómodo y con gente de confianza, el coronel rememoró sin escatimar detalles y épica haber formado parte del grupo de guardias civiles que la madrugada del 1 de julio de 1997 se pasaron horas rastreando, palmo a palmo, la vieja nave de Mondragón en la que la organización terrorista mantuvo secuestrado 532 días al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara.
Pese a que uno de los terroristas detenidos aseguraba en aquel almacén al juez Baltasar Garzón que el secuestrado no estaba allí, los guardias civiles se resistían. A punto estaban de rendirse cuando uno de los guardias dio con una pequeña pieza móvil de una máquina que al forzarla manualmente abría una rendija que conducía hasta el zulo. 
El apasionado relato narrado por el coronel como uno más de los protagonista de aquel rescate estuvo acompañado de felicitaciones y gestos de admiración de los atentos compañeros de tertulia.
En esos años contra ETA, De los Cobos también pasó por los juzgados y fue absuelto. Trabajó después una temporada en Quito de agregado de seguridad en la embajada de España en Ecuador. De vuelta a casa, mandó la Jefatura de la Policía Judicial de lo que entonces se llamaba la 112 Comandancia, encargada de la seguridad de la provincia de Madrid. 
Se diplomó en Estado Mayor, y en julio del 2006 sus superiores le pidieron que aceptara la propuesta de Alfredo Pérez Rubalcaba para ser su asesor en el ministerio. Desde entonces, lució traje y corbata y ya no abandonó el despacho por el que desfilaron cuatro ministros, dos socialistas y dos conservadores. El ya mencionado Pérez Rubalcaba, Antonio Camacho, Jorge Fernández Díaz y Juan Ignacio Zoido, que le mantuvieron en su cargo de director del Gabinete de Coordinación y Estudios de la Secretaria de Estado de Seguridad.
Y en esas estaba, con más poder real que muchos de los generales que le precedían en el escalafón del instituto armado, cuando De los Cobos fue elegido por el entonces fiscal Superior de Catalunya, José María Romero de Tejada, para trasladarse a Barcelona y dirigir y coordinar uno de los dispositivos policiales más complejos de los últimos años en España, el de impedir el referéndum del 1 de octubre.
La decisión del fiscal no gustó a la entonces cúpula de los Mossos, y en persona y por escrito así se le trasladó a Romero de Tejada. El mayor y entonces jefe de la policía, Josep Lluís Trapero, ofreció como alternativa que la coordinación policial se realizara a partir de los organismos que ya contempla la Junta de Seguridad, pero el fiscal mantuvo al coronel al mando. 
Trapero decidió entonces difundir una nota firmada por la jefatura y que se obligó a leer en los briefings de todas las comisarías y en la que se precisaba que los Mossos no compartían la decisión del fiscal, pero la acataban y la cumplirían. Y recordaban que en su larga historia “hemos mostrado un respeto escrupuloso a las órdenes que nos llegan de jueces, tribunales y ministerio fiscal, una posición que seguiremos manteniendo”.
Y llegó el 1 de octubre, y mientras la cúpula de los Mossos estaba reunida en el Cecor de la calle Bolivia, sin la presencia de políticos de la conselleria a los que Trapero había prohibido el acceso, De Los Cobos no se movió de la primera planta de la Delegación del Gobierno desde la que dirigió el operativo. 
Le acompañaban los entonces secretario de Estado, José Antonio Nieto, delegado del Gobierno, Enric Millo, y los jefes de la Guardia Civil y la Policía en Catalunya, Ángel Gozalo y Sebastián Trapote.
En las reuniones de coordinación previas, ni Gozalo ni Trapote aportaron nunca su plan de actuación, porque tal y como concretó Nieto en su última instrucción tres días antes de la votación, tanto la Policía como la Guardia Civil actuarían siempre al auxilio de los Mossos, a su requerimiento.
Y en eso habían quedado cuando todos se fueron a dormir. El comisario de los Mossos, Ferran López, sería el encargado de canalizar las solicitudes de refuerzo de los antidisturbios del Estado. 
A las 8.53 horas se envió la primera petición de apoyo, pero por las cámaras del Cecor los mandos de los Mossos ya vieron las primeras cargas de la Guardia Civil y de la Policía que habían empezado a actuar por su cuenta. Pese a la situación, los Mossos mantuvieron los canales de coordinación y el comisario López abandonó Bolivia a las 9.45 para asistir en la Delegación a la primera de las cuatro reuniones de seguimiento de la jornada planificadas por De los Cobos.
Ni Trapote ni Gozalo asistieron, el coronel no dio explicaciones sobre la actuación de los antidisturbios y antes de dar por finalizado el breve encuentro comunicó a López que no hacía falta que volviera porque el resto de encuentros quedaban desconvocados. 
Pese a todo, a las 14.44 horas, López envió un e-mail a De los Cobos con la relación de los 185 centros que a esa hora los Mossos habían cerrado, le recordaba el acuerdo previo de que los antidisturbios estatales actuarían a petición de la policía catalana y le mostraba su “preocupación por los graves incidentes” que se estaban produciendo. 
El coronel no respondió. Semanas después en un informe y más tarde en declaraciones en el Supremo y en la Audiencia Nacional siempre ha eludido cualquier responsabilidad en aquella jornada limitándose a decir que los Mossos le “engañaron” y “facilitaron” la celebración del referéndum. El martes volverá a declarar bajo juramento.

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