MADRID.- Invisible a los ojos, pero mortal. Cada día se acerca un poco más y, a pesar de las medidas preventivas que han ido adoptando los diferentes países, suele encontrar una vía de escape (a veces incluso en forma de bocata) para continuar matando a cerdos y jabalíes. Se trata de la peste porcina africana, un virus que avanza en Europa y en el gigante asiático y que está acabando con la vida de miles de marranos, domésticos y salvajes, según una información de 20Minutos.
"Es un virus muy muy complejo y muy grande. Este toma la célula al
asalto y se hace con todos sus mecanismos. La mayoría de los virus hacen
eso, pero este es un ejemplo muy sofisticado. Por ejemplo, tiene una
serie de mecanismos para evitar que la célula pueda activar el suicidio [cuando una célula nota que está infectada intenta suicidarse para que el organismo que la está infectando no siga adelante]. Es como si este virus hubiera estudiado varias carreras,
porque sabe perfectamente dónde, cuándo y cómo atacar a la célula".
Así
lo define Yolanda Revilla, una investigadora científica que lleva
dedicando toda su carrera profesional a estudiar a este virus "cabrito"
para desarrollar una vacuna que lo aplaque.
Los únicos seres vivos susceptibles de contagiarse con la peste porcina africana (PPA) son los cerdos domésticos, los jabalíes, los cerdos salvajes africanos y las garrapatas.
Mientras a las dos primeras especies las aniquila en cuestión de días,
al africano le infecta pero de una menera no tan agresiva, por lo que no
llega a matar al animal.
Por eso, África
ha sido el reservorio del virus de la PPA, "porque se infectaban y
portaban el virus durante su vida, pasándolo a otros seres vivos",
matiza la experta. La garrapata, por su parte, no muere cuando la PPA se
introduce en ella, pero sí se convierte en un peligroso transmisor de
la enfermedad.
Aunque los humanos no podamos infectarnos con el virus, nuestras acciones son determinantes a la hora de expandirlo o no.
Esto quiere decir que, además de la transmisión que se produce de
manera natural entre los distintos animales (cuando, por ejemplo, los cerdos ibéricos
"hacen pandi" con los jabalíes o entran en contacto con un cadáver
infectado en el campo), los humanos podemos participar en el proceso sin
querer al transportar productos contaminados de un punto a otro y
ponerlos a merced de los cerdos o jabalíes sin darnos cuenta.
Aquí entra
en juego lo que la investigadora Revilla denomina la 'teoría del bocadillo': "Cuando alguien lleva mortadela o jamón en un bocata, el virus persiste en los embutidos
durante un tiempo. Si tú te comes el bocata, a ti no te va a pasar
nada, pero si ese bocata termina en la papelera y acaba convirtiéndose
en comida para cerdos, terminarán infectándose".
Algo parecido ocurrió en 2007, cuando un barco procedente de África
Oriental trajo consigo productos contaminados que fueron a parar a
Georgia. A partir de ahí todo fue mucho más sencillo para el virus, que empezó a expandirse por varios países europeos,
tanto de forma natural como por culpa de la mano del hombre.
Actualmente está activo en tres continentes: África, Asia y Europa,
siendo el caso asiático el más grave de todos, hasta el punto de haber cerdos muertos por las calles en algunas zonas de China. En el caso europeo, el último informe de la Organización Mundial de Sanidad Animal especificó que los países que están infectados actualmente son Bélgica, Hungría, Bulgaria, Letonia, Moldavia, Polonia, Rumanía y Ucrania.
Que nadie peque de inocente: para los territorios infectados el mayor
problema no radica en la pérdida biológica que, inevitablemente, supone
tanta muerte. La peste porcina africana es, ante todo, una enfermedad económica.
Joaquín Vicente Baños, profesor titular en el Instituto de
Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), lo explica: "En España no
solo producimos mucho porcino, sino que sobre todo somos un país
exportador. Si la peste porcina africana llega a España, ese
mercado del porcino intensivo -que es el más importante de nuestro país-
se hundiría".
Aquí es donde saltan todas las alarmas tanto a
nivel nacional como a nivel europeo, pues en el momento en que un país
se declara infectado, se ve obligado a interrumpir sus exportaciones (en
este caso de cerdos y jabalíes) sin excepción alguna.
Para España, el país del jamón ibérico de bellota, un solo caso de peste porcina africana supondría una catástrofe económica. Con conocer estos datos quedan claros los porqués: somos la cuarta potencia productora a nivel mundial de carne de porcino,
solo por detrás de China, EE UU y Alemania; además, dentro de nuestro
sector ganadero, el de porcino es el que más dinero mueve (unos 15.000
millones de euros); por último, señalar que en 2017 se sacrificaron más cerdos (49,6 millones) que personas habitan en España (46,5 millones).
Sin embargo, España es un territorio curtido en esta materia. En 1995
ya tuvimos que erradicar una epidemia de PPA que consiguió colarse en
nuestras granjas,
un problema para cuya solución tuvimos que desembolsar 30 millones de
euros.
Ahora al Gobierno y a los ganaderos el avance por Europa de la
enfermedad ya no les pilla desprevenidos: "Todos sabemos que nos estamos jugando las lentejas,
y con la comida no se juega. No tenemos un miedo escénico, si no un
miedo razonado. Tenemos día a día información en tiempo real del
desarrollo de los focos, pero esto es como cuando te tienes que
enfrentar a un examen. Un poco de miedo tienes, pero si vas bien
preparado y lo llevas todo estudiado vas más tranquilo, ¿no?", explica
el veterinario y ganadero Antonio Palomo Yagüe, también director de la
división de porcino en Setna Nutrición SAU-ADM.
Algunos de los países infectados han entrado en pánico y, en
consecuencia, han optado por medidas drásticas para erradicar la PPA. Es
el caso de Polonia, donde incluso han barajado exterminar por completo a sus jabalíes,
sin si quiera evaluar las posibles consecuencias medioambientales que
esta actuación conllevaría.
En junio del año pasado, ya aprobaron la
construcción de una valla para acordonar parte de la frontera que
comparten con Ucrania, Rusia y Bielorrusia. Del mismo modo, empezaron a recompensar económicamente a aquellos que informasen de la presencia de un jabalí muerto
en el bosque con 22,80 € y, si encima lo localizaban en una zona
concretamente infectada, con 45 €. El pasado enero, con el visto bueno
de la Comisión Europea, llegaron a poner en marcha el sacrificio de 200.000 jabalíes para intentar controlar el problema.
Por poner otro ejemplo: Francia -que no está infectada pero que colinda con Bélgica, que sí lo está- ha procedido a crear una 'zona blanca' sin jabalíes,
es decir, una franja en la frontera con la zona belga contaminada en la
que están matado a todos estos ungulados para prevenir riesgos, creando
una especie de cortafuegos para impedir que la enfermedad avance. Igualmente, desde el pasado enero decidieron recompensar con 100 € a los cazadores que acabasen con jabalíes en la dicha zona blanca.
Mientras tanto, España ya se ha puesto manos a la obra para proteger
sus explotaciones porcinas. "En España, el tamaño medio nuestras granjas
es el más grande de toda Europa, con 1.170 cerdas de media por granja.
Mientras, en Francia son 157, y en Holanda o Alemania [tercer productor
mundial] no llegan a 500", expone Antonio Palomo.
Por este motivo, las
condiciones de higiene y el control de las macrogranjas españolas se ha
convertido en un asunto de primer orden. Estas medidas preventivas,
conocidas como 'medidas de bioseguridad', son
fundamentales para evitar que los cerdos entren en contacto con
cualquier producto o animal contaminado, hasta el punto de que "la
granja se considera la zona limpia y la zona sucia es la calle", según
Palomo.
En este contexto, en enero entró en vigor un real decreto por el que se establecen las normas básicas de ordenación de las granjas porcinas intensivas. La principal novedad, según indica Palomo, es que algunas cuestiones de bioseguridad que antes eran "voluntarias" ahora son "de obligatorio cumplimiento".
Algunos ejemplos que cita el veterinario son los siguientes: "La gente
no puede entrar con su ropa a la granja; tiene que hacerlo con ropa del
propio establecimiento después de haberse duchado allí. La normativa
también exige un vallado y un aislamiento perimetral de la granja.
Asimismo, es obligatorio que las granjas dispongan de un vado sanitario
y de arcos de desinfección para los camiones que van a por el pienso, a
por los animales, etc...".
Además, según informa el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación a 20minutos, se "va a formar durante las próximas semanas a un grupo de 200 cazadores en materia de bioseguridad, vigilancia y de actuaciones en caso de foco, con quienes se contaría para reducir las poblaciones de jabalíes
en las zonas afectadas o en riesgo. En todo caso, resulta necesario
adoptar medidas para controlar y reducir las poblaciones de jabalíes
silvestres antes incluso de que la enfermedad pueda acercarse a nuestro
territorio", algo en lo que la institución ya está trabajando en
colaboración con las comunidades autónomas.
Los jabalíes, que no entienden de fronteras, son la principal preocupación de los gobiernos. En las últimas décadas ha habido un crecimiento exponencial de estos animales en toda Europa.
¿Por qué?
"Porque, entre otros motivos, se ha producido una
recuperación del medio silvestre: el humano ha abandonado el campo para
ir a la ciudad y las zonas más marginales, donde antes se cultivaba, han
recuperado monte; también hay menos persecución directa sobre la fauna,
a lo que se suma que, en algunos casos, se ha dado alimentación
suplementaria a la fauna cinegética [de caza] para que creciese; otro
factor es que los regadíos como el de maíz, que son un paraíso para los
jabalíes, han aumentado, y esto también está contribuyendo a que sus
poblaciones crezcan", explica Joaquín Vicente Baños, que además de ser
profesor titular en el IREC es el coordinador del proyecto europeo Enetwild.
El problema es que los jabalíes son el principal transmisor de la peste porcina africana, y que campen a sus anchas por los montes se ha convertido en un problema para la Unión Europea.
El proyecto Enetwild surge después de que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)
se diese cuenta de lo necesario que era tener una base de datos que
recogiese la población y distribución de, en este caso, los jabalíes,
pues sin saber dónde están ni cuántos hay no se pueden tomar medidas concretas.
"Nosotros [el IREC] contactamos con todos nuestros colegas de Europa y
nos erigimos líderes del proyecto. Le presentamos la propuesta a EFSA y
ganamos la convocatoria".
Y así fue cómo Vicente Baños comenzó a
coordinar un consorcio de 14 socios que se esfuerzan por ponerse de
acuerdo en cómo tienen que recoger los datos sobre las poblaciones de
jabalíes.
De las 14 instituciones, "hay cuatro que se han repartido Europa en cuatro trozos
y van recopilando datos de cada una de sus áreas. Lo ideal sería tener
mucha más financiación y muchos más grupos involucrados, incluso tener
un nodo nacional en cada país, como mínimo... pero no llegamos. Además,
debido al brexit, la EFSA ha visto sus fondos reducidos brutalmente, y eso lo estamos sufriendo".
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