Las Bolsas han entrado en una fase de corrección tras confirmarse los
malos datos económicos y la rebaja generalizada de las previsiones de
crecimiento que se están barajando en numerosas economías occidentales,
en especial las de la zona euro.
Ni España se ha librado de estas
rebajas. Este jueves, la Comisión Europea ha recortado en una décima sus
previsiones para el año en curso hasta el 2,1%, lo que recorta la
previsión del Gobierno, que ha fijado un aumento del PIB del 2,2% como
previsión para este ejercicio.
No hay, por lo tanto, recesión, pero sí frenazo, aunque en alguno de
los países miembros de la Eurozona (Italia) hayan sonado ya las alarmas,
con recesión oficial. El conjunto de la Eurozona crecerá este año seis
décimas menos de lo previsto hace unos meses, de forma que el PIB
aumentará apenas un 1,3% en el año 2019. España seguirá, no obstante, a
la cabeza de la zona en cuanto a crecimiento, pero con un dinamismo
bastante rebajado.
Buena culpa de este retroceso en el ritmo de actividad viene impuesta
por la desaceleración económica global, pero también por algunas
torpezas internas, como la presión fiscal en alza y la subida del
Salario Mínimo que van a frenar el crecimiento del consumo interno, el
motor principal de la economía durante el pasado año.
El frenazo económico se está reflejando en estos últimos meses sobre
todo en el sector industrial, principal perjudicado por el frenazo
económico global y europeo. Las cifras que ha presentado la industria
española cuando acaba de aparecer el balance provisional del año 2018
evidencian el menor crecimiento de este sector desde hace bastantes
años, al menos desde el ejercicio 2012.
Hay varias razones que han provocado este freno en la industria, no
solo la caída de las ventas en algunos mercados europeos en donde los
productos españoles tienen una importante presencia sino algunos cambios
de tipo estructural que se han producido en sectores industriales
clave, como el de la automoción, con la sustitución de modelos de diésel
por otros más eficientes en consumo energético y de energías limpias.
Lo cierto es que la industria española creció apenas un 0,8% en el
conjunto del pasado año, en abierto contraste con el 2,9% de crecimiento
del año precedente y frente a un periodo de varios años en los que la
industria española lograba crecimientos sostenidos en sus niveles de
producción.
Más cerca, en los últimos meses del año 2018, la producción
industrial ha registrado caídas de cierta consideración, lo que ha
contribuido a hundir el crecimiento del conjunto del año hasta niveles
que no se conocían desde hace unos cuantos años.
En el sector industrial
hay en los últimos meses un creciente pesimismo sobre el futuro de
algunos sectores, en especial el del automóvil, ya que algunas plantas
de gran tamaño, que en el pasado han sido modélicas a escala europea,
corren el riesgo de ser trasladadas en un futuro no muy lejano, lo que
sería bastante grave para algunas zonas de la geografía española que
dependen en gran medida de estas plantas.
(*) Periodista y economista
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