MADRID.- Hace más de 5.000 años, grupos de pastores a lomos de caballos se
lanzaron desde las estepas del este de Europa a la conquista del resto
del continente. Los jinetes, conocidos hoy como yamnayas, llevaban
consigo una innovación tecnológica: carretas con ruedas que facilitaban
la rápida ocupación de nuevas tierras.
Hace 4.500 años los descendientes
de estos habitantes de las estepas llegaron a la península Ibérica y
borraron del mapa a los varones locales, según una nueva investigación
de un equipo internacional de científicos.
“La colisión de estas dos
poblaciones no fue amistosa, sino que los hombres llegados del exterior
desplazaron a los hombres locales casi por completo”, según el genetista
estadounidense David Reich, que adelantó sus resultados el 22 de septiembre en un evento organizado por la revista New Scientist y recoge El País.
La llegada de los invasores a lo que hoy es España y Portugal tuvo “un
rápido y generalizado impacto genético”, según afirmó el genetista
español Íñigo Olalde hace dos semanas en un congreso científico
en Jena (Alemania). Las posteriores poblaciones de la Edad del Bronce
presentaban "un 40% de la información genética y el 100% de sus
cromosomas Y procedentes de estos migrantes”, según la charla de Olalde.
Dado que el cromosoma Y se hereda de los padres, “esto significa que
los hombres que llegaron tenían un acceso preferente a las mujeres
locales, una y otra vez”, describió Reich en el acto de New Scientist.
El nuevo estudio, que analiza el ADN de los restos de 153 individuos
desenterrados en la península Ibérica, está pendiente de publicación en
una de las revistas científicas más importantes del mundo. Ni Reich ni
Olalde, ambos de la Universidad de Harvard (EE UU), quieren ofrecer más
detalles por el momento. En el trabajo también ha participado el
genetista Carles Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona.
Hace tres años, otra investigación del equipo de Reich sugirió que
las lenguas indoeuropeas —la familia lingüística a la que pertenece la
mayoría de los idiomas de Europa— se propagaron sobre las ruedas de los yamnayas y sus descendientes.
El prehistoriador Roberto Risch, de la Universidad Autónoma de Barcelona, explicó entonces a este diario que la excavación en el yacimiento murciano de La Bastida
sacó a la luz una “inmensa sorpresa”.
“Nos hemos dado cuenta de que la
península Ibérica no solo fue colonizada por la primera migración
neolítica de hace 8.000 o 9.000 años, sino también por otra muy
posterior, de hace 4.500 años, y portadora de una cultura muy
diferente”, apuntó Risch. En las capas de tierra de hace 4.500 años
aparecen hachas de guerra y carros de cuatro ruedas.
“Las tumbas de los
hombres acaparan desde entonces casi todo el armamento, los adornos y
las muestras de riqueza, y la arqueología revela marcados signos de una
sociedad jerárquica que rompió con el antiguo igualitarismo del
Neolítico temprano”, describió Risch.
Los nuevos resultados del grupo de David Reich también concuerdan con
otro estudio previo. El año pasado, el equipo de los genetistas Dan
Bradley, del Trinity College de Dublín, y Rui Martiniano, de la
Universidad de Cambridge, anunció “una discontinuidad” del cromosoma Y
durante la Edad del Bronce en la península Ibérica, tras analizar el ADN de los restos de 14 personas
hallados en yacimientos de Portugal.
“En cuanto a por qué sucedió este
reemplazo del cromosoma Y, se podría especular que estas poblaciones de
las estepas tenían una tecnología superior, con mejores armas y también
caballos domesticados, lo que pudo haberles aportado alguna ventaja en
la guerra”, hipotetiza ahora Martiniano.
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