MADRID.- El ímpetu que ha demostrado la economía durante los últimos
años ha situado a España cada vez más alto en el ránking de países más
competitivos. Pero aunque el entorno macroeconómico ha mejorado, este
año España se lleva un jarro de agua fría al ver los resultados del
Ránking del IMD World Competitiveness Center, donde cae hasta la
posición 36 de 63 países del listado, dos puestos menos que en 2017, según publica Expansión.
La
competitividad de España se ha deteriorado principalmente por dos
razones, señaló Arturo Bris, director del World Competitiveness
Center del IMD. Por una "pérdida de confianza en el sector privado y una
mayor incertidumbre" y por otro, "por la situación política, que está
resultando costosa", añadió en la presentación del ránking en España, en
un acto en el que también participó el Instituto de Empresa Familiar.
El
ránking sitúa a España a la altura de países como Chile, Kazajistán o
Arabia Saudí. Y a pesar de liderar el crecimiento económico entre los
grandes europeos, en lo referente a competitividad sólo logra superar a
Italia.
En junio 2012, el FMI recomendó a España fijar como
objetivo prioritario mejorar posiciones en los principales índices
globales, teniendo como meta el Top 10. En los últimos cinco años,
España ha mejorado notablemente, dando un salto de 11 puestos desde
2013, cuando se encontraba en el número 45, hasta el 34 del año pasado.
Pero el podio sigue estando lejos. ¿Cuál es el problema?
El
informe mide la competitividad de los países basándose en cuatro
factores: la situación de la economía, la eficiencia del sector público,
la eficiencia del sector privado y la calidad de sus infraestructuras.
España aprueba sólo en el primero.
En lo referente a la competitividad
de su economía, España asciende hasta el puesto 31, desde el 35 donde se
encontraba en 2017. "Se trata de una economía adecuada para crecer e
invertir". En contrapartida, "el empleo continúa siendo el talón de
Aquiles".
En los otros tres puntos, España se mantiene o cae. La
eficiencia del sector público español y del sector privado se estancaron
en las posiciones 38 y 42, respectivamente. Mientras que la calidad de
las infraestructuras -que no mide sólo la obra pública, sino también
sectores como la educación- ha empeorado, traduciéndose en una caída al
puesto 27.
Por un lado, explicó Bris, está el problema de la
productividad. Las medidas económicas emprendidas para lograr la
recuperación han impulsado la productividad, hasta el punto de que hoy,
"la productividad real de España es mayor que la de Alemania".
Sin
embargo, "los salarios han crecido muy por debajo de la productividad",
por lo que considera necesario reducir la brecha entre productividad y
salarios. "No a través de impuestos o salarios mínimos, sino con más
empleo y fomento del talento en los sectores adecuados".
En ese
sentido, apuntó a un "desajuste entre el sistema educativo y
productivo", que lastra la competitividad de la educación. Bris apuntó
que España debería seguir modelos como el de Singapur (3º en el ránking)
donde el sistema educativo proporciona el personal que la economía
necesita.
Para Bris, "no es que nuestro sistema educativo sea pobre.
Tenemos los mejores ingenieros de Europa. El problema es que no
necesitamos más ingenieros, sino otro tipo de talento".
Otra
debilidad es la "pobre calidad del sector público", por cuestiones de
falta de talento y porque, añadió, "en los países más competitivos el
sector público tira del sector privado".
En España, sin embargo,
considera que el Gobierno está "demasiado involucrado en la economía,
sin un sector privado puro" pero no ayuda con inversión en sectores
necesarios, como la innovación.
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