MADRID.- El Santander no da un respiro a los trabajadores del Banco Popular.
Después de las presiones que recibieron los empleados de los Servicios
Centrales para adherirse «voluntariamente» al Expediente de Regulación
de Empleo; después de que quienes se negaron fueran los que se
incluyeran en la lista de despidos forzosos; después de la imposición de
un nuevo sistema de valoración cuantitativo y cualitativo en base a
unos objetivos inalcanzables incluso en un ciclo bancario positivo;
después de todo esto, el Santander nuevamente ha forzado el maltrato a
los trabajadores, según publica Diario16 .
En este caso, la entidad presidida por Ana Patricia
Botín no valida la cualificación MIFID II que los empleados tuvieron que
conseguir tras superar las consiguientes pruebas. Esta cualificación
entró en vigor el 1 de enero y que es obligatoria para el asesoramiento y
la venta de productos financieros.
Sin embargo, el Santander ha comunicado a los trabajadores que que
obtuvieron la certificación CIF o CAF que esa cualificación no es válida
porque los empleados del Popular la obtuvieron a través de cursos
on-line y la entidad cántabra afirma que, según las exigencias de la
CNMV, tenían que haberse realizado de manera presencial.
No obstante, en la documentación y guías de la CNMV, no se indica que
el carácter presencial sea obligatorio salvo en el caso de que la
formación la hubiese impartido la propia entidad y, en el caso del
Popular se realizó a través de una empresa externa, además de que han
sido varias las entidades financieras españolas que han utilizado la
metodología on line para que sus empleados obtengan las certificaciones
exigidas por la ley y no se les ha exigido el haber realizado las
pruebas de manera presencial.
Este movimiento del Santander, ¿qué pretende?, y, ¿en qué situación
quedan los trabajadores del Popular de cara al asesoramiento y la venta
de los productos financieros?
El comunicado de la entidad cántabra deja a
los empleados en una situación de indefensión que sólo puede explicarse
desde un punto de vista preventivo, es decir, preparando el gran ERE
que está previsto para el último trimestre de este año 2.018.
Trabajadores y trabajadoras del Banco Popular han declarado a
Diario16 que no entienden esta situación que ha creado el Santander.
Las consecuencias de esta decisión son terribles porque, aceptando lo
que afirma en Santander, los trabajadores del Popular no estarían
cualificados para vender productos financieros, lo que, evidentemente,
provocaría un parón comercial porque, según la normativa MIDIF II, la
responsabilidad de la venta de ciertos productos es de los trabajadores
salvo que el banco se pronunciara en sentido contrario.
Ya se han interpuesto las consiguientes quejas en la CNMV, tanto a
nivel de la representación de los trabajadores, como a nivel individual
de los propios empleados.
Lo más grave de todo ello es la incongruencia de las notificaciones
que los trabajadores reciben porque, a pesar de que el Santander les
niega la cualificación, por otro lado, les comunica que son aptos para
la venta de los productos financieros. ¿En qué quedamos?
Esto es muy
grave porque, tal y como hemos indicado anteriormente, la
responsabilidad de la venta es del trabajador y, por tanto, ahora mismo
los empleados del Popular se encuentran en un limbo legal que les deja
totalmente expuestos.
Una trabajadora ha declarado a Diario16 que «renovar la formación
significa más horas de estudio que, sumadas a la cantidad de horas
extraordinarias ilegales, suman un montante totalmente desorbitado».
Tal y como hemos informado en este medio, las últimas decisiones de
la Justicia, entre las que destaca la incorporación de los documentos de
Diario16 a todas las causas relacionadas con el Banco Popular a
requerimiento del Fiscal Anticorrupción, y la documentación que estamos
haciendo pública —además de la que publicaremos la próxima semana— está
obligando a la entidad presidida por Ana Patricia Botín a acelerar todos
los procesos de absorción y, entre ellos, se encuentra el despido del
70% de la plantilla del Popular.
El Santander, y la propia Ana Patricia
Botín, se están jugando demasiado en esta operación y utilizarán todo su
poder para que nada ni nadie provoque el fracaso de ésta. El instinto
de supervivencia se ha puesto en sus más altos niveles y cuando un
trágico final se vislumbra cercano se utilizan las estratagemas que sean
necesarias para continuar respirando.
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